En determinadas intervenciones quirúrgicas de alto riesgo, como por ejemplo en cirugía de cadera o prótesis de rodilla, se postula que el aumento de catecolaminas en sangre en respuesta a la agresión quirúrgica podría ser la responsable de incrementos en la presión arterial, frecuencia cardiaca y elevación de la concentración de ácidos grasos en sangre. Estos cambios fisiopatológicos estarían directamente relacionados con la producción de alteraciones cardiovasculares, como por ejemplo infartos agudos de miocardio perioperatorios.

Centrando el tema en aquellos pacientes sometidos a cirugía no cardiaca, el Dr. Devereaux, de la Universidad McMaster de Notario (Canadá) reclamó la necesidad de tener en consideración las repercusiones que este tipo de intervenciones pueden tener sobre el corazón durante el acto quirúrgico y las graves consecuencias que pueden suponer a largo plazo en cuanto al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y en cuanto a la supervivencia de los pacientes.

Devereaux presentó datos sobre el elevado porcentaje de infartos de miocardio perioperatorios que se producen, aunque la mayoría de ellos pasa desapercibido debido al estado de sedación, la analgesia perioperatoria y la propia situación clínica del paciente intervenido. Además de la necesidad de concienciar a cardiólogos, cirujanos y anestesiólogos de esta grave consecuencia de las intervenciones quirúrgicas, sería imprescindible el establecimiento de su adecuado diagnóstico. Devereaux defendió la medida de troponina como la herramienta más eficaz para la detección de infartos perioperatorios. De hecho, estudios recientes demuestran que aumentos de troponina después de intervenciones quirúrgicas no cardíacas, indicativos de infartos de miocardio, están directamente relacionados con un riesgo de entre tres y cuatro veces superior de mortalidad durante los 12 meses posteriores a la cirugía.

La hipótesis que se ha barajado últimamente es que si el riesgo de IM perioperatorios era consecuencia del postulado incremento de catecolaminas, fármacos bloqueantes de los adrenoceptores beta –especialmente los selectivos beta1- podrían ser eficaces en la reducción de dichos episodios isquémicos perioperatorios y podrían, en consecuencia, reducir tanto la morbilidad como la mortalidad postoperatoria.

Con el fin de analizar las pruebas existentes para apoyar dicha hipótesis, Devereaux y colaboradores realizaron una revisión sistemática y un metaanálisis al respecto (BMJ 2005; 331:315-21). Evaluaron 22 ensayos clínicos aleatorizados que incluían un total de 2.437 pacientes intervenidos de cirugía no cardiaca en los cuales se estudió el efecto del tratamiento con bloqueantes beta –metoprolol, esmolol, labetolol, timolol, atenolol, propranolol y bisoprolol- en la prevención de alteraciones cardiovasculares tras la cirugía. Sin embargo, el trabajo no alcanzó pruebas concluyentes sobre la eficacia de dichos fármacos.

Por este motivo, Devereaux decidió iniciar un ensayo clínico aleatorizado internacional sobre cirugía cardiaca perioperatoria con metoprolol frente a placebo, denominado estudio POISE (PeriOperative ISchemic Evaluation). En este estudio, en el que se prevé la inclusión de un total de 10.000 pacientes sometidos a cirugía no cardiaca, se realiza en el marco de la Colaboración Cochrane sin esponsorización farmacéutica y con el objetivo de contrastar una hipótesis de indudable aplicabilidad clínica.

La Fundación Dr. Antonio Esteve colaboró en la realización de esta conferencia que tuvo lugar en la Agencia Laín Entralgo de Madrid – sede del Centro Colaborador Cochrane Madrid- el pasado viernes 3 de noviembre de 2006. Retos actuales de la investigación en medicina perioperatoria se realizó a propuesta de los responsables del Centro Cochrane Iberoamericano con sede en Barcelona, y a la que el Dr. Devereaux acudió para la realización de una reunión de investigadores españoles que participan en el estudio POISE.