La farmacología social pretende analizar el impacto que tienen los factores sociales y culturales en el uso y efectos de los medicamentos. En una sociedad cada vez más autoconsumidora de fármacos como la nuestra, se hace imprescindible analizar la relación entre estas sustancias y la población y sus posibles consecuencias. Un aspecto que, a pesar de su gran importancia, no suele estar presente en los foros habituales de discusión científica.

Diez expertos de diferentes ámbitos e instituciones se dieron cita en esta mesa redonda organizada por la Fundación Dr. Antonio Esteve el pasado 26 de mayo en el Hotel Front Marítim de Barcelona y en la que se trataron sendos temas sobre farmacología y sociedad. La proyección social del medicamento estuvo moderada por Josep-Eladi Baños y Joan Bigorra, ambos del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

Abrió la mesa redona Magí Farré, de la Unidad de Farmacología del Institut Municipal d’Investigació Mèdica en Barcelona, con una sesión orientada a delimitar la definición de fármaco del bienestar, es decir aquel medicamento que mejora la calidad de vida en lugar de curar o aliviar una determinada enfermedad. Se trata de una categoría tan amplia que dentro del mismo saco podemos encontrar desde los fármacos antidepresivos a los productos relacionados con la estética y la belleza, pasando por las drogas de abuso legales e ilegales.

Sobre este último punto trató precisamente la ponencia de su colega de departamento Sergio Abanades. Tras hacer un repaso por algunas de las sustancias ilegales que predominan en los entornos más fiesteros, la conclusión que se pudo desprender es que la frontera entre medicamento y droga es más bien difusa, sobre todo si tenemos en cuenta que las drogas actuales son viejos fármacos reciclados.

Antonio Vallano, del Hospital Universitario de la Vall d’Hebron en Barcelona, abordó otro tipo de fármacos del bienestar, los afrodisíacos, que, a pesar de no contar con una definición oficial, se podrían dividir entre aquellos que se utilizan para estimular el apetito sexual y aquellos otros de aplicación terapéutica. Medicamentos, hoy por hoy, dirigidos casi en exclusiva a los hombres, a la espera que se disipe la discusión científica sobre si existe o no disfunción sexual femenina.

Tenemos una población excesivamente narcotizada. Así lo afirma Vicente Baos, del centro de salud Collado-Villalba en Madrid, tras aportar algunos datos que indican, por ejemplo, que más de un tercio de las mujeres españolas mayores de 75 años consumen psicofármacos. En su opinión, debemos educar a la población para que mejore su calidad de vida sin recurrir con tanta facilidad a los tratamientos farmacológicos.

Por su parte, Maria Isabel Loza, de la Universidad de Santiago de Compostela, trató uno de los temas más preocupantes del uso social del fármaco: la automedicación. Tras aclarar algunos de los conceptos relacionados, como autocuidado o autoprescripción, destacó que en determinados casos la automedicación responsable puede volverse en favor del paciente, resaltando la necesidad de una mejora en la calidad de la información.

Cómo influye la predisposición genética en nuestra reacción a los medicamentos es la cuestión que desarrolló Julio Benítez, de la Universidad de Extremadura. Las diferentes reacciones del organismo ante determinadas sustancias, planteó, pone en entredicho la eficacia de medidas como el establecimiento de unos índices de alcoholemia, ya que los efectos de un determinado nivel pueden resultar nocivos para unos e irrisorios para tantos otros.

Viagra, Xenical y Tamiflu son los medicamentos estrella en Internet. Los tres requieren prescripción médica. El spam farmacéutico supone un total del 50 % de todo el correo basura que a diario inunda nuestras bandejas de entrada. Buena parte de los productos que publicitan son falsificaciones exactas de los medicamentos que los laboratorios ponen a la venta. Son solo dos ejemplos de los retos que supone la irrupción de Internet para el buen uso del fármaco y que planteó Antonio Salgado, del Hospital Universitario de la Vall d’Hebron.

Sobre otro medio de comunicación, en este caso considerado convencional, y los medicamentos trató la charla de Gonzalo Casino, redactor de salud del diario El País. En su opinión, es necesario que los periodistas, ante la avalancha de temas impuestos desde otras instancias, proporcionen información al lector más allá de los comunicados de prensa y valoren en sus noticias tanto los beneficios como los riesgos.

Algo aparentemente tan simple como la forma de presentación de un fármaco puede repercutir en sus efectos. Ana Macedo, de la consultoría científica Keypoint (Lisboa), detalló un estudio mundial en el que se ponía de manifiesto que las diferencias culturales influyen en la percepción de los medicamentos, pero también evidenció que existen formas de presentación globalmente extendidas, como por ejemplo la asociación de un analgésico con una pastilla blanca.

Por último, Fernando García Alonso, de la Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios, habló de las interacciones entre ley, ciencia y percepción social. Interacciones, en su mayoría, incoherentes. El dopaje en el deporte le sirvió de ejemplo para argumentar que muchas normas políticas no están sustentadas por el conocimiento científico y que, por lo tanto, contribuyen a una percepción social errónea.

Todas estas ponencias, junto a las discusiones que se generaron a lo largo de la reunión, darán forma próximamente a una nueva Monografía Dr. Antonio Esteve.