Más allá de la financiación, los conflictos de intereses en la comunicación científica pueden surgir en situaciones más comunes, por ejemplo, cuando el autor de un manuscrito sugiere a un amigo para su revisión o cuando el director de una revista siente especial predilección por artículos de sus colegas. Virginia Barbour es editora jefe de PLoS Medicine, la Public Library of Science, una de las publicaciones científicas de acceso gratuito más importantes del mundo. En esta revista entienden el conflicto de intereses como todo aquello que puede interferir en el objetivo del estudio, el ‘peer review’, las decisiones editoriales o la publicación de artículos científicos.

El choque de intereses en la edición científica es el tema con el que la Fundación Dr. Antonio Esteve decidió iniciar el pasado 24 de abril en Sitges los Esteve Foundation Discussion Groups, una nueva actividad internacional en la que un grupo reducido de expertos debaten sobre un aspecto concreto de su ámbito de trabajo. Harvey Marcovitch, presidente del Committee on Publication Ethics (COPE) y editor asociado del British Medical Journal fue el encargado de conducir la jornada Conflict of interest in science communications: More than a financial issue.

En opinión de Magne Nylenna, profesor del Norwegian Knowledge Centre for the Health Services, los conflictos de intereses no deberían esconderse debajo de la alfombra. El único instrumento del que las instituciones y las revistas disponen para minimizar su impacto no es otro que la transparencia. En cambio, para su colega Ana Marušić, editora jefe del Croatian Medical Journal, el conflicto de intereses es muy difícil de evitar en publicaciones pequeñas de países con menos productividad científica. Editores con poca experiencia, autores con investigaciones pobres y una alta prevalencia de prácticas irresponsables conforman un círculo vicioso en el que resulta muy complicado introducir criterios internacionales.

El resto de participantes que aportaron su punto de vista sobre el conflicto de intereses fueron Carme Borrell, editora asociada del Journal of Epidemiology and Community Health, Esteve Fernández, director de Gaceta Sanitaria, Helen MacDonald, editorial registrar del British Medical Journal, y Fèlix Bosch, director de la Fundación Dr. Antonio Esteve.