Una prueba preliminar de una vacuna muestra una tasa de eficacia del 90% frente a la malaria, una enfermedad que mata a alrededor de un millón de personas al año

DANIEL MEDIAVILLA / NOTICIA MATERIA

Los Plasmodium, causantes de la malaria, son un grupo de parásitos que viven a costa de la sangre humana, devorando los glóbulos rojos que transportan el oxígeno indispensable para la vida. Asociados a los mosquitos Anopheles, que los sacan a picotazos de un cuerpo, los trasportan y los meten a picotazos en otro, infectan todos los años a unos 220 millones de personas y acaban con la vida de cerca de un millón, la gran mayoría niños y pobres. Desde hace tiempo, se busca una vacuna que sea capaz de detener a los parásitos cuando acaban de llegar al cuerpo y aún se encuentran en una especie de fase durmiente en el hígado, multiplicándose antes de lanzar el ataque definitivo a los glóbulos rojos. Sin embargo, hasta ahora los éxitos han sido limitados. La vacuna que mejor ha funcionado, la RTS,S que lleva más de diez años poniendo a prueba el equipo del científico español Pedro Alonso, solo ha logrado proteger al 31% de los bebés que la recibieron y al 56% de los niños más mayores.

Ahora, un equipo de investigadores ha probado un nuevo método de ataque que puede ser más eficaz contra el parásito. Desde los años 70, se sabía que un método eficaz de protección frente a la malaria era la propia picadura de los mosquitos. Algunos experimentos habían mostrado que más del 90% de los participantes en estudios resultaban inmunizados cuando eran picados por más de 1.000 Anopheles irradiados para que los parásitos que portaban estuviesen debilitados. Sin embargo, el método no era muy práctico para lanzar una campaña de vacunación. Desde 2002, el investigador Stephen Hoffman ha trabajado para intentar imitar el efecto de esos picotazos, e insertar en humanos los parásitos en la fase de esporozoíto, el momento en el que están listos para infectar a nuevas víctimas.

En algunos de los primeros experimentos, en los que los científicos diseccionaron las glándulas salivares de los mosquitos para extraer los esporozoítos y debilitarlos, no se alcanzó la inmunización deseada. Tiempo después, con la ayuda de Robert Seder, de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU (NIH), el equipo de Hoffman se planteó que posiblemente la clave se encontraba en la forma de aplicar la vacuna. Hasta ese momento, se había probado la vía intradérmica o la intramuscular, más frecuentes para este tipo de vacunas. Sin embargo, después de probar la mayor eficacia de la vía intravenosa en animales, se lanzó un primer ensayo en humanos cuyos resultados se publican hoy en la revista Science.

En el ensayo clínico, el equipo de Seder inyectó la vacuna con los parásitos debilitados a 50 personas por vía intravenosa. Algunos de los voluntarios recibieron cuatro dosis de la vacuna experimental y otros recibieron cinco. Tan solo un tercio del primer grupo contrajo la malaria y ninguno de los del segundo. Según explican los autores en su artículo, este nivel de eficacia en la inmunización solo se había alcanzado a través del poco práctico método de la inmunización a través de la picadura de cientos de mosquitos portadores de parásitos irradiados.

Comprobar si la protección dura

Este estudio de fase I supone aún una etapa muy temprana en el desarrollo de una vacuna, pero los resultados son prometedores, como ha reconocido a Science el director del Instituto para la Salud Global de Barcelona, Pedro Alonso, responsable de poner a prueba la vacuna RTS,S, la más avanzada hasta ahora frente a la enfermedad. “Ahora, serán necesarios más estudios para determinar cuánto tiempo dura la protección proporcionada por este método y si será eficaz frente a otras cepas de Plasmodium distintas de las probadas en este ensayo”, explica a Materia Robert Seder.

Además, también tendrán que comprobar si la administración intravenosa de la inmunización se puede proporcionar de una manera masiva en las regiones afectadas por la malaria. “También queremos entender qué hace funcionar la vacuna y para eso vamos a seguir haciendo pruebas, tanto en gente de EEUU, por ejemplo, que no ha estado expuesta al parásito nunca como en gente de países africanos que sí”, añade Seder.

“Los resultados de la vacuna son muy interesantes, pero hay que tener en cuenta que es una prueba de concepto, una fase muy preliminar”, puntualiza Matiana González, del Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona (CRESIB), desde el que se está probando la vacuna RTS,S. Esta vacuna se empezó a probar en los años 80 y puede acabar su fase de ensayos en 2014, con lo que la nueva podría tener décadas de desarrollo por delante.

“Aunque esperemos que todo sea tan rápido como sea posible”, afirma González. Otro de los aspectos que puede limitar a la nueva vacuna es la aplicación intravenosa, que no se utiliza para vacunación. “En salud pública las cuestiones prácticas pesan mucho y la vía intravenosa puede ser complicada  para una vacunación general”, señala González. En cualquier caso, la vacuna, teniendo en cuenta su efectividad y su relativa sencillez a la hora de aplicarla, puede formar parte de una estrategia más amplia en las campañas de erradicación de la malaria que ya se están diseñando.

REFERENCIA

‘Protection Against Malaria by Intravenous Immunization with a Nonreplicating Sporozoite Vaccine’ DOI: 10.1126/science.1241800