Un grupo de investigadores tratará de clonar a la última bucarda, fallecida en 2000, a partir de muestras tomadas antes de su muerte. Ya se logró en 2003, aunque la cría apenas vivió unas horas.

JAVIER SALAS / NOTICIA MATERIA

Celia ya ha muerto dos veces y podría volver a morir más veces aún. La primera vez que murió, la auténtica, fue en enero de 2000. Con ella, se extinguían los bucardos, una espectacular subespecie de cabra montés que no resistió la fiebre de los cazadores por sus fantásticos cuernos. La segunda vez fue en julio de 2003, cuando un clon de Celia nació y murió en tan sólo unas horas por culpa de una malformación en los pulmones con la que se había gestado. Esa segunda muerte de Celia fue un hito histórico: nunca antes se había logrado resucitar una especie desaparecida por completo. Una década después, el equipo que lo consiguió volverá a probar suerte.

“Queremos comprobar la viabilidad de las células congeladas, tanto in vitro como in vivo, porque desde 2002 no se han descongelado y no sabemos si están en condiciones”, explica Alberto Fernández-Arias, uno de los miembros del equipo que resucitó aquel bucardo y que ahora participará en la nueva intentona coordinada desde el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA). Fernández-Arias fue el veterinario que tomó muestras de Celia en 1999, poco antes de su muerte accidental, porque sabían que se trataba del último bucardo vivo, una especie exterminada a tiros.

Este proyecto reaviva la controversia sobre la resurrección de especies extintas

Después de mucho buscar financiación, el destino ha querido que, paradójicamente, sean los cazadores los únicos que de momento financian el proyecto: la Federación de Caza de Aragón permitirá que el equipo que obtuvo ese relativo éxito hace diez años lo vuelva a intentar desde ya. “Lo hacen por el componente conservacionista de la organización, no para tener nuevos objetivos. Después de llamar a muchas puertas, públicas y privadas, son los únicos que han querido colaborar”, asegura Fernández-Arias, actualmente responsable de caza y pesca del Gobierno de Aragón.

Cuando este veterinario recogió las muestras de Celia, se cultivaron y almacenaron todas las necesarias para trabajar en el proyecto y desde entonces reposan en nitrógeno líquido en el CITA zaragozano y el CIEMAT madrileño. Lo primero, será probar su viabilidad in vitro: “Lo más seguro es que estén bien; esa primera fase será muy rápida, en cuanto veamos si hay división celular”, aclara Fernández-Arias.

La segunda, la fase in vivo, consistirá en comprobar si están en condiciones de proporcionar otro animal: un bucardo nuevo, un clon de Celia. Si todo va bien, avanza Fernández-Arias, en julio o agosto de 2014 los telediarios comenzarán dando un notición: la resurrección del bucardo a partir de las células cultivadas de su último ejemplar vivo, esa hembra que hace años correteaba por el oscense Parque Nacional de Ordesa.

La técnica a utilizar sería la misma que hace diez años, aunque con mejores condiciones tecnológicas. “Desde entonces, unas técnicas han evolucionado mucho y otras no tanto”, advierte el veterinario para evitar euforias. Ellos probarán a preñar cabras híbridas de cabra montesa y cabra común para que dé a luz a su bucarda clonada. En su momento, para conseguir ese nacimiento en 2003, se implantaron casi 350 embriones a casi 60 cabras: sólo se consiguieron 7 gestaciones y únicamente una llegó a término.

Dificultades técnicas y éticas

Si consiguen ese bucardo, el proyecto se complicaría mucho más. Sería el momento de decidir qué hacer con esta capacidad de resucitar una especie. “Eso sería decisión de un comité ético, no nos corresponde a nosotros”, zanja Fernández-Arias. “Nosotros sólo vamos a subir peldaño a peldaño hacia nuestro objetivo, haciendo las cosas con cabeza”. Lo cierto es que son muchos e importantes los problemas que se interponen entre Celia y la resurrección de la especie, más allá de la posibilidad tecnológica de traer al mundo un clon de un animal muerto hace 13 años.

Con el material genético de un único ejemplar es casi imposible recuperar una especie entera

El principal obstáculo lo reconoce el propio Fernández-Arias: carecen de variedad genética suficiente para recrear una especie entera. Por entendernos: si desaparecieran los humanos, ¿bastaría con clonar muchas veces a uno de nosotros para dar por resucitada la especie? En estos años se ha mejorado mucho la técnica para seleccionar el sexo del embrión, pero tampoco basta con tener muchos ejemplares machos y hembras. Con esos mimbres, se criaría una población maldita formada por gemelos incestuosos. Hoy en día, se comienza a trabajar en la posibilidad de crear cierta variedad a partir del libro genético de un sólo sujeto, pero es una posibilidad muy compleja.

A este obstáculo se suman otros, técnicos, legales, medioambientales y éticos. ¿Queremos reintroducir una especie que ya se fue en un ecosistema que ya se ha reequilibrado? ¿Cómo afectaría al Parque de Ordesa actual? Según Fernández-Arias, por ejemplo, el nicho que ocupaba el bucardo no ha sido sustituido aún por otras especies como los sarrios. Pero, ¿estamos obligados a devolver la vida a una especie que extinguimos con nuestras escopetas? ¿Serían bucardos reales a pesar de nacer del vientre de una cabra híbrida y con un material genético manipulado? ¿Merece la pena intentarlo? En verano de 2014, resucitaremos este debate.