Un estudio entre más de 160.000 personas muestra cómo la mezcla entre razas estuvo condicionada por regiones y hechos históricos

CRISTINA F. PEREDA / NOTICIA MATERIA

¿Qué factores considera una persona para definirse como hispano, afroamericano o nativo? ¿Coincide siempre esa descripción con lo que revelan sus genes? La mayoría de las veces, sí, pero un equipo de investigadores estadounidenses se propuso estudiar la correlación entre la raza de los ciudadanos y la información que guarda su composición genética sobre sus ancestros europeos, africanos o nativos. Su conclusión principal es que el melting pot con el que se ha descrito a la población de Estados Unidos, la mezcla de razas y etnias, no es tan amplio ni se extiende por igual en todo su territorio.

La investigación publicada por el American Journal of Human Genetics es el estudio genético más amplio realizada hasta ahora en EE UU, con una muestra de más de 160.000 personas. Todas ellas habían accedido anteriormente a que se estudiara su información genética. Gracias a esos datos los científicos han podido comparar las diferencias entre el “pasado genético” de una región, las diferentes poblaciones que ha han habitado, y la identificación racial o étnica de sus descendientes en la actualidad.

Los autores del estudio, liderado por David Reich, especialista en genética en la Universidad de Harvard, han logrado poner cifras a lo que otros estudios anteriores, realizados a una escala mucho menor, solo habían podido adivinar, como es la cantidad de genes que un afroamericano ha heredado de pueblos europeos, africanos o de indios nativos. Ahora, por primera vez, se sabe que los afroamericanos de EE UU tienen de media genes que son un 73,2% africanos, un 24% europeos y un 0,8% nativos.

Por primera vez se sabe que los afroamericanos de EE UU tienen de media genes que son un 73,2% africanos, un 24% europeos y un 0,8% nativos

El estudio también revela que la carga genética de hispanos y blancos esconde modificaciones surgidas de aquellos sucesos que cambiaron drásticamente la composición demográfica de una región, como las oleadas migratorias de Europa y América Latina o el comercio de esclavos. Los autores apuntan a que los latinos, por ejemplo, muestran “diferentes proporciones de herencia genética nativa, africana o europea” según los acontecimientos locales que afectaron a sus ancestros, su contacto con esclavos, asentamientos europeos o poblaciones nativas.

Una de las grandes revelaciones del informe son las variaciones en la herencia genética en función de la región del país. Así, por ejemplo, los afroamericanos que residen o han nacido en el sur, especialmente en Georgia o Carolina del Sur, tienen el mayor porcentaje de genes africanos. En el extremo contrario están el 5% de los negros que han heredado al menos un 2% de sus genes de los indios nativos, excepción que deriva del contacto de tribus del norte del país con esclavos.

En el caso de los latinos, los investigadores han determinado que su herencia genética procede en un 18% de indios nativos, un 65,1% de europeos y un 6,2% de africanos. El porcentaje más alto de herencia nativa coincide con la cercanía de los hispanos a la frontera con México, en el suroeste del país. Aquellos que proceden de la región del Caribe, por el contrario, presentan más genes africanos.

Las diferencias regionales son aún más definitivas en el caso de los blancos, cuya herencia europea está profundamente condicionada por las oleadas migratorias, el momento en que éstas ocurrieron y los países de procedencia de los inmigrantes. La ascendencia británica o irlandesa está presente en la mayoría de los estadounidenses blancos de todo el país, en una media superior al 20% de los genes de cada persona. La herencia ibérica, derivada de la presencia española, sigue siendo significativa en poblaciones de Florida, Luisiana, California o Nevada. En el norte, en los estados de Minnesota o las dos Dakotas, más del 10% de los genes de las personas estudiadas son de ascendencia escandinava.

A lo largo de su historia, EE UU ha desarrollado una larga tradición de estudios e investigaciones para estrechar la definición racial de su población, tanto en términos científicos como sociológicos. La composición demográfica del país, en constante cambio gracias a la inmigración y el alto nivel de movilidad territorial de sus ciudadanos, siempre ha desafiado cualquier intento.

La ascendencia británica o irlandesa está presente en la mayoría de los blancos de todo el país

Prueba de ese reto es la modificación de los cuestionarios del Censo que cada 10 años cuantifica la población estadounidense y en cuyas preguntas se han basado los autores de este estudio. Los ciudadanos responden a las mismas preguntas que han empleado los autores de este estudio. ¿Qué categoría describe mejor tu identidad racial? -Blanco, negro, Asiático, Nativo u Otro- y ¿Qué define mejor tu ascendencia o etnia? -con categorías como Africano, afroamericano, europeo, latino o asiático.

Los rápidos cambios demográficos que sufre EE UU han obligado recientemente a la Oficina del Censo a ajustar su formulario para incluir nuevas razas o grupos étnicos que, a pesar de no estar respaldados por claras fronteras científicas -como la preferencia entre hispano o latino, negro o afroamericano-, sí son manejados por la población. Esa identificación ahora tiene su reflejo genético catalogado gracias a este ambicioso estudio gracias a más de 160.000 personas que han abierto la puerta al primer mapa de la herencia genética de los estadounidenses.