Dos proyectos impulsados por la Casa Blanca y la Comisión Europea ya están trabajando juntos para evitar competir y aprovechar hallazgos y estrategias para un objetivo común: descubrir los secretos del cerebro humano

JAVIER SALAS / NOTICIA MATERIA

Imagínese juntar en el mismo proyecto a los mejores neurocientíficos del momento, a todos, trabajando con la misma meta: descubrir los misterios del cerebro humano. Imagine además que contaran con todo el apoyo de los más importantes gobiernos del planeta y con todos los recursos económicos y humanos que pudieran necesitar. Afortunadamente, vivimos en este escenario de ensueño para la ciencia que estudia el funcionamiento del órgano más importante y desconocido del ser humano. Porque la Unión Europea y EEUU ya están trabajando para que sus respectivos megaproyectos, con miles de millones encima de la mesa para una década de trabajo, comiencen a coordinarse.

“Estamos trabajando para construir un proyecto más globalizado. Va a ser el mayor proyecto de neurociencia de la historia, lo más grande jamás visto. Con la gente que hay implicada, es de una fuerza brutal”, aplaude Javier de Felipe, del Instituto Cajal (CSIC). Este neurocientífico es el director de una de las divisiones del proyecto europeo, Human Brain Poject (HBP), que aunque lleva ya años preparándose acaba de iniciar su rodaje formal, gastando los 100 millones de euros anuales que la Comisión les dará durante diez años.

El objetivo principal es evitar duplicidades innecesarias, aprovechar cada avance en ambos proyectos

De Felipe reconoce que esta colaboración, adelantada por Nature a partir de las declaraciones de un congresista norteamericano, es una idea que venían desarrollando de forma discreta desde hace tiempo. “Llevamos mucho tiempo colaborando, llegando a acuerdos, viendo cómo compartir bancos de datos”, asegura a Materia. “Todavía no hay nada cerrado, queremos unirnos, elaborar estrategias comunes como hemos hecho siempre pero a escala global”, explica. Al otro lado del Atlántico, Barack Obama se implicó personalmente en el lanzamiento de la inciativa BRAIN, que también cuenta con una financiación estratosférica y con un neurólogo español entre sus primeros espadas, el madrileño Rafael Yuste, de la Universidad de Columbia.

Hace un año, teníamos lanzada una fascinante carrera en la que tanto la Casa Blanca como la Comisión Europea habían decidido emprender la titánica tarea de entender el cerebro. Para los responsables de la UE, la intención era convertir su programa, el HBP (dirigido por Henry Markram), en una iniciativa de la importancia del programa que llevó al hombre a la Luna. Y EEUU buscaba una de esas iniciativas científicas monumentales que fueron capaces de ilusionar a todo el país y de generar interminables beneficios, como el Proyecto Genoma.

Dos coches, un taller

Afortunadamente, solo un año después anuncian que no correrán en paralelo o en sentidos opuestos, lo que podría suponer tirar a la basura muchos recursos. “Queremos evitar duplicidades, evitar una competición que no lleva a nada. Edificar y no competir. Cada uno queremos construir nuestro coche, pero si uno desarrolla las mejores ruedas, las compartirá para que los otros no pierdan el tiempo en eso”, pone como ejemplo De Felipe, responsable de una de las patas principales del HBP, la de la neurociencia molecular y celular.

“Llevamos mucho tiempo colaborando, llegando a acuerdos, viendo cómo compartir bancos de datos”, asegura De Felipe

Precisamente, De Felipe es el ejemplo perfecto de cómo la neurociencia se desarrolla sumando fuerzas y uno de esos nodos que conectan los proyectos europeo y norteamericano: colabora con el Instituto Allen de Seattle, uno de los centros de neurociencia más importantes, que ya ha publicado varios estudios con gente de ambas orillas. Además, trabaja cada año en verano con Yuste, con quien le une una gran amistad.

En este sentido, puede ser especialmente interesante complementar ambos proyectos, ya que BRAIN se centra más en capturar y controlar la actividad cerebral a través de nuevas herramientas y HBP pretende replicar el modelo computacional que hace funcionar al cerebro: los datos de BRAIN ayudarán a modelar a HBP y la supercomputación de HBP ayudará a procesar la información obtenida por BRAIN. El trabajo titánico será el de coordinar a cientos de neurocientíficos, en innumerables laboratorios distintos, desarrollando los muchos aspectos que implican a estos proyectos, desde la robótica a la biología molecular, pasando por el tratamiento de ingentes cantidades de datos. El 6% de los recursos del proyecto europeo se destinan al trabajo de instituciones españolas.

Aguas revueltas

La noticia la adelantó en su discurso el congresista demócrata Chaka Fattah, que ha sido designado para identificar las posibles colaboraciones y potenciarlas. Curiosamente, el anuncio llega poco después de que comenzaran a revolverse las aguas en torno al BRAIN, criticado por falta de dirección por Rafael Yuste, uno de sus impulsores. Pasados unos días, Obama quiso darle un nuevo impulso y propuso duplicar el presupuesto anual del proyecto, que será de 200 millones en 2015: a los 100 que aportan los Institutos Nacionales de Salud (NIH) se sumarían 20 de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF) y 80 de DARPA, la agencia de investigación de la Defensa de EEUU.

Cuando todo este dinero este atado y se haya decidido qué laboratorios ganan esas subvenciones, después del verano, será el momento de realizar reuniones formales sobre cómo coordinar BRAIN y HBP, según confirmaron a Nature desde NIH y la Comisión. Pero no sólo estarán implicados la UE y EEUU: Markram ya convocado a Israel para que sume a sus investigadores a esta colaboración y Fattah está atrayendo a Australia para la causa. “Este desafío global requiere colaboración global y nuestro acuerdo ayudará a definir el futuro de la investigación en neurociencias”, aseguró el congresista. “Desde luego, será algo gigantesco”, zanja De Felipe.