Investigadores del MIT crean una fórmula científica para determinar los sectores de la tecnología con mayor ritmo de innovación

MIGUEL ÁNGEL CRIADO / NOTICIA MATERIA

Las patentes no solo sirven para proteger un invento. También pueden adivinar qué tecnologías van a triunfar. Un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han creado una fórmula que se apoya en las mejores y más recientes patentes para medir el ritmo de avance de una treintena de sectores tecnológicos. Como en otros campos de la vida, la clave está en lo bien que hablan los demás de uno, en este caso de la patente.

Aunque hay otras formas de proteger e incentivar la innovación, la de las patentes es la más socorrida. En 2012, últimos datos disponibles, los inventores del mundo solicitaron 2,35 millones de patentes, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Unas 3.300 eran españolas. Lamentos aparte, las patentes pueden servir para medir el ritmo de avance de los distintos sectores tecnológicos.

Eso es lo que dicen haber logrado dos ingenieros del MIT. Tras reunir medio millón de patentes presentadas en EE UU desde 1976, los dos profesores buscaron cómo relacionarlas con la innovación tecnológica. Se presupone que hay una relación entre patentar e inventar, pero ellos querían saber cómo es esa relación: ¿Los sectores que acumulan más patentes son los más dinámicos? ¿la fecha de la patente tiene algo que ver con la innovación? o ¿las patentes más citadas indican mejor el progreso tecnológico?

La impresión 3D solo tiene unas 500 patentes, pero su ritmo de innovación es igual al de los semiconductores, con 150.000 patentes

Para responder a esas y otras preguntas, los investigadores analizaron diferentes métricas de cada patente (fecha, número de citas que recibe en posteriores solicitudes, referencias que incluye una patente a investigaciones de ciencia básica…) en 28 clases de patentes correspondientes a otros ámbitos tecnológicos, desde células fotovoltaicas hasta genética, pasando por las pilas de combustible o los medicamentos. La relación que han encontrado entre patentes e innovación existe, pero no es tan simple y directa como podría parecer.

El primer mito que desmontan es el de que a mayor número de patentes, mayor ratio de mejora. “Si una tecnología tiene más patentes en general, debería avanzar más rápido, pero no es así”, dice Chris Benson, del departamento de ingeniería mecánica del MIT Y coautor del estudio, publicado en PLoS ONE. Y da un buen ejemplo: “La impresión 3D solo cuenta con entre 300 y 500 patentes y avanza al mismo ritmo que los semiconductores, que acumulan unas 150.000 patentes”.

Un segundo mito que desmontaron es la relación entre ciencia y tecnología. Aunque obvia, no es tan fácil medir cómo la primera acelera la segunda. Los ingenieros pensaron que contando las citas que una patente hace a investigaciones y publicaciones científicas sería una buena forma de medirla. De hecho, casi la mitad de las patentes de su muestra contenían al menos una referencia a un estudio de ciencia menos aplicada. Sin embargo, comprobaron que estas patentes no medían acertaban a predecir el ritmo innovador de un determinado sector.

En realidad lo que cuenta es la calidad y no la cantidad. La correlación más fuerte que encontraron los investigadores entre patentes e innovación fue la de que los sectores más dinámicos son aquellos cuyas patentes son las más citadas en posteriores solicitudes. En esto, recuerda al sistema de citas de la ciencia básica. Cada nueva investigación que usa datos o referencias de anteriores debe citar su origen. Otra analogía la ofrece Internet y cómo organiza Google los resultados de su buscador: las páginas que reciben más enlaces aparecen en los primeros lugares porque, salvo artimañas, suelen ser las más relevantes.

Otro dato relevante para medir el ritmo de avance de un sector tecnológico es la vejez de la patente. La hipótesis de los autores del estudio es que los ámbitos que acumulan una mayor proporción de patentes de menos de tres años de antigüedad deben ser los más dinámicos. Un caso paradigmático es la fiebre de patentabilidad de todo lo que huela a grafeno y otros materiales bidimensionales.

Los sectores más innovadores son la óptica, la tecnología MRI y las comunicaciones inalámbricas y los que menos, baterías o motores

Un tercer elemento que ayuda a predecir la ratio de avance tecnológico es la inmediatez, lo rápido que una patente es citada por las siguientes. Para los investigadores el mejor indicador de innovación combinaría, por tanto, las patentes más recientes, con mayor número de citaciones y citadas más rápidamente.

Con esa combinación, pudieron determinar que los sectores más innovadores en lo que va de siglo incluían a las comunicaciones ópticas e inalámbricas, las tecnologías de imagen por resonancia magnética, los discos duros o la ya mencionada impresión 3D. Los sectores más lentos están siendo el de las baterías, turbinas eólicas o los motores de combustión.

“Un resultado relevante que nosotros (y otros) hemos comprobado es que las áreas tecnológicas tienden a mejorar a un porcentaje constante durante largos periodos de tiempo”, explica Benson. “Este porcentaje es la ratio de mejora tecnológica y la podemos comparar con los intereses de una cuenta bancaria. La Ley de Moore [que se aplica a los circuitos integrados] tiene un tipo de interés tecnológico del 36% al año, lo que implica que se dobla cada dos años, mientras que las baterías electroquímicas tienen un tipo del 3% anual, doblándose cada 20 años”, añade.