Un análisis de más de 100 trabajos concluye que los valores máximos recomendados actualmente deben bajarse aún más en la mayoría de los pacientes

EMILIO DE BENITO / NOTICIA MATERIA

“Cuando un paciente me pregunta cuál debe ser su tensión arterial ideal, siempre le contesto: ‘Menor que la de ahora”. El comentario del cardiólogo Tim Chico, de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) resume la principal conclusión de un metaanálisis (estudio de estudios) que ha publicado la revista The Lancet sobre los beneficios para la salud cardiovascular de disminuir este indicador básico en medicina.

En el trabajo dirigido por Kazem Rahimi, de la Universidad de Oxford, se han revisado 123 trabajos publicados entre 1966 y noviembre de 2015. En ellos participaron más de 600.000 voluntarios. Se incluyeron personas con todo tipo de patologías y con variadas medidas de tensión arterial de partida, y la conclusión general fue que reducir la presión en 10 milímetros de mercurio (un punto en la forma habitual de hablar de ella en España), suponía, de manera general, reducir la mortalidad un 13%. Otras conclusiones son que se redujo un 20% el riesgo de complicaciones cardiovasculares graves, un 17% las enfermedades coronarias, un 27% el riesgo de infartos y un 28% el de fallo cardiaco.

Esta metaanálisis llega poco después de que se hayan publicado resultados del estudio Sprint, indica Almudena Castro, presidenta de la Sección de Riesgo Cardiovascular de la Sociedad Española de Cardiología, quien recalca que siempre tiene más fuerza científica un estudio que un metaanálisis. Este trabajo siguió a 9.000 personas durante cuatro años asignadas a dos grupos: uno perseguía la reducción de la tensión máxima a menos de 14 (140 milímetros de mercurio); el otro, a 12. Los beneficios fueron tan claros para los que recibían un tratamiento para bajar la tensión más agresivo que a los 3,26 años se suspendió el estudio, y se pasó a todos los pacientes al grupo que perseguía el objetivo más estricto. “Con 12/8 hay una mejor supervivencia”, señala Castro.

El trabajo es importante porque cuestiona las recomendaciones asumidas por muchos médicos y pacientes de que hay que bajar la tensión hasta 14/9, considerado el límite máximo saludable. Hay excepciones, indica Castro, como en personas con insuficiencia renal (necesitan una mayor presión para que los riñones filtres bien) o insuficiencia cardiaca (requieren más alta la tensión mínima para que el corazón reciba suficiente sangre).

Estas dos características (problemas renales o insuficiencia cardiaca) son parte de los matices que se aplican a las conclusiones del estudio. Plantea la oportunidad de dar medicación antihipertensiva a personas con unos valores de partida de este indicador considerados seguros, si su perfil general de riesgo cardiovascular (que incluye factores como la edad, tabaquismo, peso, niveles de actividad física, colesterol o si tienen diabetes) lo recomiendan, señala Liam Smeeth, de la London School of Hygiene & Tropical Medicine.

La hipertensión es una amenaza mundial. La Organización Mundial de la Salud calcula que un tercio de los adultos la padece, aunque en los países ricos medidas como el control farmacológico, dietas bajas en sal y ejercicio la han reducido, y en países pobres sigue en aumento. En ella influyen muchos aspectos, como el tabaquismo, ejercicio físico, consumo de alcohol y obesidad. Puede producir sangrado de la aorta, enfermedad renal crónica, ataque al corazón e insuficiencia cardíaca, riego sanguíneo deficiente a las piernas, problemas con la visión y accidente cerebrovascular.  Según la Fundación Española del Corazón, está relacionada con un 13% de las muertes mundiales.