Responsables del Instituto de Salud Carlos III, que trató la crisis del ébola, plantean la posibilidad de construir un laboratorio para investigar con los patógenos más letales

DANIEL MEDIAVILLA / NOTICIA MATERIA

En Majadahonda, cerca de Madrid, en un barrio residencial de uno de los municipios más ricos de España, se reciben semanalmente muestras con algunos de los patógenos más peligrosos que se conocen. Ántrax, chikungunya o toxina botulínica son algunos de los microorganismos analizados en el laboratorio que el Centro Nacional de Microbiología, dependiente del Instituto de Salud Carlos III, tiene en esta localidad. Es lo que se conoce como P3, el nivel de bioseguridad que permite manipular agentes capaces de provocar graves enfermedades al ser humano. Básicamente, se trata de un entorno con flujos de personas y materiales muy controlado para los patógenos estén siempre bajo control. Un ejemplo de los mecanismos empleados es la presión negativa del laboratorio que hace que las partículas del ambiente se vean empujadas hacia el interior de la instalación de máxima seguridad.

Hace un año, este laboratorio atrajo un interés poco frecuente cuando llegaron a sus instalaciones las muestras de Miguel Pajares, el primer paciente llegado a Europa con ébola. Después llegarían las de Teresa Romero y muchas otras que, por suerte, no resultaron positivas. En pleno agosto, en una época en la que, según ha explicado Manuel Cuenca, director hasta julio del Centro Nacional de Microbiología (CNM), “hay menos riesgo de problemas”, el laboratorio realiza una parada técnica que ha aprovechado para abrir sus puertas a los periodistas. El año pasado, esa parada no fue posible por la crisis del ébola.

En el último año, se han recibido ocho sospechas de MERS, el síndrome respiratorio de oriente medio, tres de ántrax y nueve de ébola. En total, todas las semanas suelen recibir una alerta. Para realizar las labores de contención, el nivel de seguridad P3 que ofrece el laboratorio de Majadahonda, en el que también hay otros de nivel 2 para llevar a cabo los análisis una vez que los patógenos están neutralizados, es suficiente, según explica Pedro Anda, coordinador de alertas del CNM. Después, cuando es necesario trabajar con muestras vivas del virus para conocer mejor su comportamiento, como sucedió el año pasado, es necesario enviarlas a un laboratorio de seguridad nivel 4. En Europa hay ocho con esa categoría y el que corresponde a España es el que se encuentra en Hamburgo.

Pese a que hasta el año pasado no se había considerado necesario un laboratorio P4, muy costosos y que requieren un personal extremadamente cualificado, la crisis del ébola mostró que en esos casos podría ser útil. Cuenca ha afirmado esta mañana que se ha planteado la posibilidad de construir unas instalaciones de este tipo en España, entre otras cosas porque la proximidad de España a África sitúa a este país en primera línea frente a algunos de los virus más peligrosos. No obstante, Cuenca reconoce que la aprobación dependerá de la disponibilidad presupuestaria en un país con muchas necesidades. De momento, se ha elaborado un informe técnico para evaluar la propuesta.