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Las causas del dolor crónico pueden ser las mismas que provocan el dolor agudo

PILAR ARANDA | Artículo original

Lo primero que debemos saber es por qué se produce el dolor, cualquier dolor. Está causado por una serie de sustancias que se llaman álgicas. Generalmente, son los procesos inflamatorios los que provocan en el cuerpo la liberación de esas sustancias, por ejemplo prostaglandinas o leucotrinas, que estimulan unos receptores que llamamos nociceptores y que están en los tejidos, en las vísceras y en las glándulas. Cuando estos nociceptores se estimulan, recorren la médula, llegan hasta el encéfalo y a partir de ahí se produce esa sensación, el dolor.

Hay muchos tipos de dolor. El agudo, por ejemplo, que es ese dolor intenso generalmente muy localizado y que puede ser un dolor de tipo visceral. Hay otro tipo de dolor difuso o referido que es aquel del que no se tiene la percepción exacta de dónde procede. Pero hay que entender que el mecanismo que lo provoca es el mismo para todos los tipos de dolor: liberación de una sustancia álgida producida por tejidos que se rompen, por fiebre o por inflamación.

En cuanto al dolor crónico, es un dolor que persiste aunque haya pasado la causa que lo originó. El origen es el mismo que para el resto de tipos de dolor, ese mecanismo de estimulación de nociceptores que van hasta el sistema nervioso central, hasta el encéfalo, y ahí generan las sensaciones dolorosas. Hoy día el dolor crónico ya está tipificado como enfermedad y no como síntoma, como ocurre con el resto de los dolores. Lo que ocurre con el dolor crónico es que puede durar toda la vida y puede conducir muchas veces a situaciones de depresión, a estados anímicos bajos porque es muy persistente y se mantiene siempre en el tiempo. Mientras que el dolor agudo desaparece cuando se elimina la causa que lo provoca, el dolor crónico es una sensación que se establece. Hay gente que confunde el dolor crónico con fibromialgia, pero son enfermedades distintas. En el caso de la fibromialgia es un dolor de tipo reumatoide producido por una inflamación generalizada con molestias totales que a veces llega a causar parálisis.

Lo que provoca el dolor crónico puede ser lo mismo que provoca el dolor agudo, por ejemplo, una inflamación. Pero lo que ocurre con el primero es que cuando acaba la causa, por ejemplo, una inflación abdominal o renal o un proceso vasodilatador como varices, es decir de tipo cardiovascular que es muy doloroso, como te digo, cuando han finalizado esos procesos, el dolor continúa. La razón puede ser que esas terminaciones nerviosas estén ya permanentemente estimuladas. Hay algo similar, un tipo de dolor que se llama el síndrome del miembro fantasma que padecen algunas personas a las que se les ha amputado un miembro. Algunas de estas personas siguen sintiendo el dolor porque las terminaciones siguen recibiendo estímulos, a veces incluso de la piel.

Para tratar este tipo de dolores, y el resto, tenemos la analgesia. Y es interesante saber cómo funciona. La analgesia rebaja la sensación porque aumenta la necesidad de estímulo. Como estamos hablando del sistema nervioso y el sistema nervioso funciona a través de neuronas, digamos que la neurona se excita cuando hay un estímulo de una determinada intensidad. ¿Qué hace la analgesia? En general, aumenta el nivel de intensidad que necesitan las neuronas para provocar la sensación de dolor, por tanto estímulos que sin analgesia podrían provocar sensación de dolor, con analgesia no la producen.

También es importante saber que puede doler cualquier parte del cuerpo pero la cantidad de dolor que se siente depende de la cantidad de esos receptores, llamados nociceptores, que tenga cada una de esas zonas u órganos. Hay partes que tienen muchos más nociceptores, es decir, que reciben mucho más el estímulo que otras. La cantidad de dolor también depende de las personas, de ese umbral necesario para que se sienta el dolor y que en cada persona es diferente. Pero en general, para la mayoría, las articulaciones son muy dolorosas y la cabeza también, a través de los procesos de vasoconstricción y vasodilatación; luego están los dolores viscerales, por ejemplo, de estómago que pueden ser más sensibles que dolores intestinales, o el dolor de gónadas. Y hay zonas que son menos sensibles, por ejemplo, la zona de la planta del pie tiene menor densidad de receptores y, por tanto, lo habitual es que genere menos dolor.


Pilar Aranda es catedrática de Fisiología y rectora de la Universidad de Granada.


Pregunta realizada vía email por J Carlos Gómez


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