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Un sistema inmunológico más desarrollado y una mayor protección contra las enfermedades cardiovasculares son algunos de los motivos

MARÍA JOSÉ CALERO GARCÍA | Artículo original

En España, en 2019, las mujeres alcanzamos los 84 años de esperanza de vida, ahora ha subido un poco más y ya superamos los 84 años de vida media. En cuanto a los varones, no llegan a los 79 años de media. Hay una diferencia de alrededor de cinco años y medio. Con mi grupo hemos investigado esta cuestión en países en los que la esperanza de vida media es mucho más baja, por debajo de los 70 años, pero sí se mantiene también en ellos una diferencia muy importante en la esperanza de vida entre mujeres y varones.

Las mujeres viven, de media, más que los varones. También enferman más, pero a pesar de ello, no solo las mujeres vivimos más años, sino que llegamos en mejores condiciones a la senectud. Esta cuestión ha sido abordada sobre todo desde el punto de vista de la biología o la fisiopatología, pero en mi grupo trabajamos también estudiando los determinantes sociales de la salud que influyen en estas diferencias.

Nosotras hemos investigado la esperanza de vida en diversos países. Hay diferencias de salud entre un país desarrollado y otro no desarrollado, incluso en un país desarrollado entre una zona contaminada y otra que no lo está, o entre un barrio rico y un barrio pobre. Sin embargo, en todos ellos, aunque la salud en general sea peor, la diferencia de esperanza de vida entre mujeres y varones se mantiene. Hemos hecho investigaciones en los campamentos de refugiados saharauis y en Palestina, por ejemplo, y hemos visto que no solo hay esa diferencia a favor de las mujeres, sino que los años perdidos de esperanza de vida (cuando una persona muere antes de los 70 años) también es mayor en los hombres que en las mujeres en todos los países. Un ejemplo son los campamentos de refugiados en el Sáhara, cuya esperanza de vida al nacer es de 52 años para los hombres y 56,73 años para las mujeres.

Se han analizado diferentes factores. Sabemos que las mujeres viven más años solas, precisamente por su mayor esperanza de vida; generalmente tienen un nivel de educación menor y un estatus económico más bajo que les ocasiona un acceso más difícil a determinados servicios. Esto llevaría a pensar que ellas deberían deteriorarse más que los hombres por la confluencia de todos estos factores, pero no es así.

Entre las circunstancias relacionadas con esa mayor esperanza de vida, la primera, desde el punto de vista biológico, es que nuestro sistema inmunológico está más desarrollado. Las mujeres tenemos un cromosoma X más, que nos ayuda a enfrentarnos a enfermedades infecciosas graves. Por otro lado, tenemos una mayor protección ante problemas cardiovasculares que son la primera causa de muerte en el mundo desarrollado. Esa ventaja nos dura hasta la menopausia porque los estrógenos actúan como protectores. A partir de la menopausia perdemos esa protección extra, pero el hecho de que empecemos a estar expuestas a estas enfermedades una media de diez años después que los hombres es lo que influye claramente en la mayor esperanza de vida.

Además, las mujeres enfermamos más pero con otro tipo de patologías: artritis reumatoide, migraña, fibromialgia, insomnio. Son enfermedades que causan menos muertes, que son más crónicas.

Los factores de protección que llevan a esta situación en el caso de las mujeres son: el primero, que las mujeres solicitan asistencia sanitaria con más frecuencia que los hombres, ante cualquier enfermedad consultamos a profesionales. Además, las mujeres tenemos mayor adherencia a los tratamientos, las mujeres suelen seguir la pauta de los tratamientos y las indicaciones terapéuticas. Por otra parte, las mujeres mantenemos una mayor actividad durante más años, aunque sea la actividad del cuidado de la casa. Y además, las mujeres tenemos una mayor red de apoyo social y familiar: vecinas, amigas… Incluso tenemos más facilidad para crear nuevas redes de apoyo. Los hombres cuando dejan su actividad profesional, a partir del momento de la jubilación, tienen muchas dificultades para mantener redes de apoyo. Y estas redes ayudan a que se reduzca el deterioro cognitivo y llevan a mayor calidad de vida.

Otro aspecto es la sobreprotección a la que están sometidos los varones. Las mujeres casi nunca estamos sobreprotegidas y esto también es una defensa ante el deterioro cognitivo. También estamos investigando, y hemos visto que es importante, el manejo de las emociones positivas. Creo que las mujeres manejamos mucho mejor emociones como el perdón, la gratitud, etc. Esto hace que tengamos una mejor salud emocional, lo que también nos protege frente al deterioro y la enfermedad.


María José Calero García es doctora en gerontología, investigadora de las diferencias de género en el envejecimiento de la Universidad de Jaén.


Pregunta enviada por Enrique Díaz Colodredo


Coordinación y redacción: Victoria Toro


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