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En estos momentos hay 132 inmunizaciones en desarrollo clínico y 194 en desarrollo preclínico, pero solo 10 han alcanzado ya la fase 3 o 4 de estudio clínico

NURIA IZQUIERDO-USEROS | Artículo original

La ONU está haciendo una labor fantástica agrupando toda la información disponible sobre las vacunas contra la covid que se están desarrollando en el mundo. A fecha de 19 de noviembre, la información de Naciones Unidas dice que hay 132 vacunas en desarrollo clínico y 194 vacunas en desarrollo preclínico. El desarrollo preclínico se refiere al periodo en el que se recoge toda la evidencia científica de una vacuna en el laboratorio, tanto en modelos in vitro como en modelos animales. La fase clínica la alcanzan aquellas vacunas cuyos resultados preclínicos avalan que se ensayen en personas, primero en grupos pequeños para evaluar su seguridad y después en grupos más numerosos para confirmar esa seguridad y probar su eficacia.

De todas estas vacunas frente a la covid en desarrollo, solo 10 han alcanzado ya la fase 3 o 4 de estudio clínico. Es decir, que solo 10 vacunas han demostrado su seguridad y eficacia, se han comercializado de forma global y ahora se pueden evaluar para conocer sus efectos a largo plazo. Y si nos fijamos en Europa, la EMA (Agencia Europea del Medicamento) solo ha autorizado el uso de cuatro de ellas, que son las que se han puesto y se están poniendo en España por el momento. La razón de que no todas las vacunas que han demostrado eficacia y seguridad hayan sido aprobadas por la EMA es que cada agencia tiene regulaciones y criterios distintos. Por eso hay veces que la agencia estadounidense que se ocupa de esto, la FDA, aprueba el uso de fármacos que la EMA no ha aprobado y viceversa. Lo que es fundamental es que cada agencia siga un criterio firme y que evalúen todos los datos antes de autorizar ninguna vacuna, y eso es lo que se está haciendo actualmente. Con respecto a otras vacunas que se están utilizando en otras zonas del mundo como las chinas, las rusas o incluso las cubanas, la realidad es que los datos todavía no son tan sólidos como los aportados por las vacunas que se han aprobado en la UE y, por lo tanto, hace falta más información para poder evaluarlas.

Es importante destacar que de las 132 vacunas en desarrollo clínico y las 194 en fase preclínica, la inmensa mayoría de ellas utilizan una única proteína del virus, la proteína de la espícula, como inmunógeno. Eso quiere decir que todas ellas emplean el mismo fragmento del virus para presentárselo al sistema inmunitario e inducir una respuesta contra el virus. Así que, en la práctica, casi todas estas vacunas son muy parecidas, pues usan como retrato robot del virus la misma región de la espícula que es capaz de promover una potente respuesta inmune protectora. Y esto se sabía desde el inicio de la pandemia gracias a los estudios previos que se habían realizado con otros coronavirus tales como el SARS original. Con la aparición de nuevas variantes de preocupación, algunas vacunas están utilizando ahora como retrato robot o inmunógeno la espícula viral de variantes diferentes a la original de Wuhan para proteger mejor frente a las que son más frecuentes. Este es el caso de la vacuna que está ensayando Hipra en España estos momentos.

La diferencia entre vacunas no se centra, por tanto, en el retrato robot empleado para dar la señal de alarma e inducir un control inmune frente al SARS-COV-2, sino en el tipo de sistema de aviso. Así cada tipo de vacuna envía el retrato robot o la espícula viral a las células de nuestro sistema inmunitario usando diferentes estrategias. Al igual que un retrato robot de un sospechoso puede difundirse por las redes sociales, televisión o prensa escrita, las diferentes vacunas utilizan vías de difusión diferentes. Unas se centran en el uso de proteínas recombinantes o virus inactivados, que son las más clásicas y que se utilizan también para combatir otras infecciones, y otras se centran en vectores virales no replicativos, ADN, o ARN mensajero, que son las más modernas pero que igualmente llevan décadas estudiándose. Es importante remarcar que todas estas tecnologías se conocen y se llevan estudiando de forma muy rigurosa desde hace mucho tiempo. Cada una de estas vacunas tiene sus particularidades en cuanto a cómo se deben almacenar, ya que algunas son muy sensibles a la temperatura. Estas diferencias complican su uso en contextos donde preservar la cadena de frío es más complejo, como en países en vías de desarrollo.

Otra de las variaciones en las vacunas que están en marcha es cómo se administran. Mayoritariamente, se están diseñando para inyectarse por vía intramuscular, aproximadamente un 77%. Pero hay un 6% que se ha diseñado para inocularse por vía intranasal, como la que está desarrollando en España el equipo de Luis Enjuanes e Isabel Sola. Y estas son las que están llamadas, con un poco de suerte, a conseguir una inmunidad esterilizante. Eso significaría que las personas vacunadas no se contagiarían. Todavía es pronto para saber si lo conseguirán porque no han llegado a la fase clínica, pero esa es la principal esperanza para acabar definitivamente con la pandemia.

Y a pesar de que parezca que hay muchas vacunas en fase de desarrollo clínico, la realidad es que necesitaremos muchas más vacunas eficaces frente a la covid-19. Solo así podremos garantizar su acceso a toda la población mundial, para pasar del 42% de personas vacunadas actualmente en todo el mundo a un 100% de forma segura y rápida.


Nuria Izquierdo-Useros es doctora en biología, jefa del grupo de patógenos emergentes de IrsiCaixa.


Pregunta enviada vía email por Gabriela Llosa


Coordinación y redacción: Victoria Toro


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