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Evaluar los planes urbanísticos con criterios de género es fundamental para desarrollar ciudades sostenibles

Inés Sánchez de Madariaga | Artículo original

Los días 20 a 23 de marzo se reúne en Granada el grupo de expertos global encargado de preparar el informe cuatrienal para el seguimiento de la Nueva Agenda Urbana (NAU), aprobada en la conferencia sobre la vivienda y el desarrollo urbano sostenible de Naciones Unidas (Hábitat III), en Quito en 2016.

La NAU tiene entre sus objetivos concretar políticas urbanas generadoras de ciudades inclusivas, que proporcionen condiciones de accesibilidad a los servicios básicos para toda la población.

La NAU representa una oportunidad singular para mejorar la vida de toda la población en general, y de las mujeres en particular, a nivel global. Las mujeres hemos jugado un importante papel en el complejo proceso que ha llevado a su adopción, tanto en calidad de expertas, como a través de asociaciones que representan a mujeres de base de todo el mundo. Resultado de este trabajo son las referencias a las mujeres o al género en 33 párrafos de los 175 que conforman la NAU.

Igualdad de género y desarrollo sostenible

En línea con la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible (objetivos 5 y 11), el preámbulo señala el objetivo de “lograr la igualdad de género de todas las mujeres y las niñas a fin de aprovechar plenamente su contribución vital al desarrollo sostenible”.

En otros párrafos se reconoce la importancia de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones como líderes activas; la brecha en el acceso al empleo, los servicios urbanos, la vivienda y los espacios públicos; el apoyo al trabajo de las mujeres en la economía informal; la vinculación del derecho a la propiedad inmueble (no garantizado para las mujeres en muchos países) con las oportunidades vitales.

En la reunión de alto nivel de Granada, expertos de todo el mundo, junto con responsables de ONU-Hábitat, debatiremos sobre los mecanismos más eficaces para el seguimiento y monitoreo de la aplicación de la NAU.

Evaluaciones de impacto de género

En esta reunión, España tiene una importante herramienta que aportar al debate internacional: las evaluaciones de impacto de género de los planes urbanísticos.

Las evaluaciones de impacto de género son requisito para toda la normativa legal que emana de las administraciones públicas en nuestro país desde 2003, cuando el legislador español transpone una directiva europea. Las evaluaciones de impacto de género son informes técnicos incorporados a la documentación administrativa de los planes urbanísticos, que deben ser aprobados por el órgano autonómico competente.

Desde 2003 dos leyes estatales, la de igualdad y la de suelo, ambas de 2007, y varias autonómicas, han incluido en su articulado referencias al género en el urbanismo, aunque hasta ahora poco se haya hecho en la práctica urbanística de ayuntamientos y comunidades autónomas. Tras la anulación en 2017 de varios planes por los tribunales en Andalucía y la Comunidad de Madrid por carecer de este informe, las evaluaciones de impacto de género han saltado a primera línea del debate público.

El proyecto Madrid Nuevo Norte

Un proyecto pionero en España y en Europa que integra dimensiones de género en su diseño urbano, y, además, por primera vez, incorpora la evaluación de impacto de género en su documentación técnica, es Madrid Nuevo Norte. Esta gran operación urbanística recupera para la ciudad los terrenos infrautilizados o en desuso en el entorno de la estación de Chamartín.

Un ejemplo de cómo responde a las necesidades específicas de las mujeres es cómo aplica los criterios de diseño urbano seguro en el espacio público. Esos criterios -ver y ser vista, oír y ser oída, poder escapar y obtener ayuda-, aplicados de manera concreta en el diseño, permiten mejorar la percepción de seguridad de las mujeres, que son más sensibles a ello, mejorando así la calidad del espacio público para todos.

Debemos sacar partido de la existencia de esta herramienta legal para mejorar nuestros planes, de manera que los espacios urbanos que resulten de su aplicación respondan mejor a las necesidades concretas, cotidianas, de todas las personas, independientemente de las responsabilidades asumidas en el hogar, en el empleo, en el cuidado de la casa y de quienes no tienen autonomía para desplazarse en la ciudad.

Lejos de responder a este requisito legal como un trámite más acumulado a la mucha documentación que debe acompañar a los planes, debemos considerar las evaluaciones de impacto de género como una oportunidad que, si se hace con rigor técnico, contribuirá mejorar la vida de todas las personas en la ciudad.

La autora de este artículo forma parte de la Red de Científicas Comunicadoras.