La Organización Mundial de la Salud alerta, en un informe global sobre la resistencia microbiana, de que el mundo se acerca a una era en la que los medicamentos actuales serán inútiles y las infecciones comunes volverán a ser mortales

JAVIER SALAS / NOTICIA MATERIA

La Organización Mundial de la Salud (OMS) publica hoy su primer informe global sobre las amenazas de la resistencia a los antibióticos y las conclusiones son claras: el mundo se acerca a una situación en la que los medicamentos que usamos habitualmente serán inútiles contra las enfermedades más comunes. “El problema es tan grave”, alerta la OMS, “que pone en peligro los logros de la medicina moderna. Una era posantibióticos en la que infecciones comunes y lesiones menores puedan matar es una posibilidad muy real para el siglo XXI”.

Según este detallado informe de 250 páginas, el problema “ha alcanzado niveles alarmantes en muchas partes del mundo”. En los últimos años, un número creciente de microorganismos peligrosos para la salud de los humanos han comenzado a hacerse resistentes a las medicinas desarrolladas para combatirlas. En algunos casos, estos patógenos han desarrollado una multirresistencia a varias curas, convirtiéndose en gravísimas amenazas denominadas superbacterias, que acaban con la vida de unas 25.000 personas al año en la UE y hasta 30.000 en EEUU.

Esto significa que los avances en la medicina moderna, que se basa en la efectividad de los medicamentos antibacterianos, está ahora en riesgo. Y el problema es global, porque se han observado “altos niveles de resistencia” en las bacterias que causan infecciones comunes “en todas las regiones de la OMS”. No sólo correrán peligro las vidas de los enfermos, sino que las estancias en los hospitales y los tratamientos serán cada vez más prolongados, caros e ineficaces, provocando una importante carga económica para los estados.

Las bacterias acaban con la vida de unas 25.000 personas al año en la UE

El informe detalla situaciones en los que enfermar, tomar una medicina y curarse ya no va a ser una secuencia tan sencilla. Por ejemplo, infecciones corrientes como neumonías, tratadas gracias a la introducción de la penicilina, ya no responderán a los tratamientos comunes poniendo la vida de los pacientes en riesgo. Combatir las cistitis será carísimo, determinadas infecciones en recién nacidos serán imposibles de combatir y las que sufran pacientes especialmente sensibles, como enfermos de cáncer o con transplantes de órganos, podrían ser fatales.

El mal uso de los antibióticos

Buena parte de la responsabilidad de haber llegado a esta situación la tiene el mal uso y abuso de los antibióticos, que han disparado la evolución de estos microbios hasta conseguir inmunizarse frente a las defensas que habíamos desarrollado para combatirlos. “Se ha acelerado por el uso masivo. Tomar mal un antibiótico, cuando no corresponde, te hace daño a ti, pero también al resto del mundo”, resume para Materia Rafael Cantón, Jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal.

“No puede ser que hagamos un transplante que salve la vida de un paciente y que pueda fallecer después por una infección en el posoperatorio”, zanja. En algunos casos, los más peligrosos, la resistencia está llegando a la última línea de defensa frente a algunos patógenos, las combinaciones de urgencia desarrolladas por la medicina para proteger a los pacientes.

«Tomar mal un antibiótico, cuando no corresponde, te hace daño a ti, pero también al resto del mundo»

Rafael Cantón
Jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal

Cantón está colaborando estos días con la OMS en la elaboración de la respuesta a este problema, que requiere en este punto de más y mejor información sobre su alcance. Este informe que se publica hoy es el primer intento por “obtener una imagen precisa de la magnitud” de la amenaza, explica la OMS, organismo que asegura en su informe que “existen muchas lagunas de información sobre los patógenos de mayor importancia para la salud pública”, tanto en la vigilancia, la metodología, el intercambio de datos y la coordinación. “En general”, asegura el informe, ”la vigilancia de la resistencia a los antibióticos no está ni coordinada ni concertada”.

Aunque regiones como Europa o América tienen buenos estudios de vigilancia, es necesario profundizar en el conocimiento de todas estas resistencias que ponen en riesgo buen parte de los avances de la medicina del siglo XX. “Toca concienciarnos”, advierte, “ponerle freno cuanto antes porque luego es muy complicado revertir resistencias”, asegura Cantón, recordando que hasta un 35% de las cepas estudiadas de E. coli, que mató a medio centenar de personas en 2011, han desarrollado resistencias.

España es uno de los países que más antibióticos consume de forma desmesurada y las superbacterias comienzan a ser una amenaza seria, ya que los españoles tienen ya un alto potencial de resistencia a antibióticos, mucho mayor que el de daneses o estadounidenses, según señalaba recientemente un estudio realizado en estos tres países.

La OMS recuerda además que la aparición de estas resistencias amenaza el control de enfermedades como la tuberculosis y la malaria y también es un importante problema de salud pública en los programas dedicados a la lucha contra el VIH y los brotes de gripe a escala global. En todas estas pandemias, también entre los pacientes que comienzan a tomar antirretrovirales, se han detectado crecientes niveles de resistencia.

El estudio, realizado con datos de 129 países sobre nueve microorganismos centinelas —como la E. coli o el estafilococo dorado— recomienda trabajar para obtener más información de la amenaza y para coordinar la respuesta. Además, como advierte Cantón, es importante llevar el mensaje a la opinión pública, comenzar a dar pasos contra el abuso de antibióticos (como en el caso del ganado) y seguir trabajando en el desarrollo de nuevos antimicrobianos. ”No tenemos que ser pesimistas, pero tampoco podemos dormirnos porque es una lucha contra el tiempo”, advierte.

REFERENCIA

‘Antimicrobial resistance: global report on surveillance 2014’