La nueva sede del Museo Nacional de la Ciencia y Tecnología, en Alcobendas, ofrece un repaso por la historia científica a través de sus objetos

SERGIO C. FANJUL / NOTICIA MATERIA

“La evolución de la ciencia y la tecnología nos afecta todos los días pero la gente no es tan consciente como creemos. Sobre todo los jóvenes: piensan que las cosas siempre han sido así y luego alucinan cuando vienen y ven algo no tan viejo como los carretes fotográficos”, dice Pepa Jiménez, conservadora del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Muncyt). Una buena parte de su nueva sede, en Alcobendas, se dedica a la exposición de 550 de las 17.000 piezas que forman parte de la colección, todas ellas relacionadas con el mundo científico-técnico, y que el público podrá visitar a partir del 12 de diciembre.

En la sección Lo pequeño grande se ve grande se muestra la evolución desde el microscopio óptico hasta el electrónico, en Ruedas vemos algunos vehículos antiguos, como el afilado automóvil de carreras Abarth OT 2000, de 1966, una flecha de color rojo que se utilizaba en carreras de montaña, un velocípedo del siglo XIX o una moto Bultaco. Un viejo teléfono móvil tan grande como una guía telefonía, un Motorola de 1985, nos recuerda a qué velocidad vertiginosa evoluciona la tecnología y se mete en nuestros bolsillos: se ve en la sección Tecnoevolución El progreso desde la linterna mágica hasta la cámara de cine, pasando por el daguerrotipo o la cámara oscura, se muestra en la sección Fascinación. Hay muchas más. “Nos interesa la historia de la ciencia” dice Jiménez, “pero sobre todo en relación con la sociedad y la vida cotidiana de las personas”.

Esta nueva sede el Muncyt viene a sumarse a la de A Coruña y a ampliar la pequeña sala que en Madrid tiene en un anexo del Museo del Ferrocarril de Delicias. Allí siguen la biblioteca, el almacén y el archivo, pero la parte expositiva ahora ocupa el edificio que hasta hace poco ocupaba el museo científico Cosmocaixa, de la Obra Social La Caixa, que cerró sus puertas en enero tras 13 años de divulgación. Recibía unos 300.000 visitantes anuales.

De los anteriores inquilinos heredan la parte interactiva, esa tan común en los museos científicos cuyo lema es “prohibido no tocar”, y con la ayuda de la cual el visitante puede conocer de primera mano los principios fundamentales de la óptica, las ondas o la energía. “Hay muchas casas de ciencia que muestran este lado más lúdico e interactivo”, dice la directora Marián del Egido, “pero lo que nos diferencia es nuestra colección histórica. Hacía falta una institución que velara por este patrimonio en España. Un material que muchas veces se consideraba obsoleto, pero que es testimonio de nuestra historia”.

El público podrá visitar el nuevo centro a partir del 12 de diciembre

La parte interactiva dialoga con una recreación de un gabinete científico del siglo XIX, con sus vitrinas de cristal y su madera recia, en los que muchas veces se hacían las mismas experiencias científicas que hoy se reproducen en el museo. El Museo ofrece una exposición temporal, este año dedicada a la Biotecnología.

El Museo se creó en 1980 y en 1982 recibió la primera pieza. Desde entonces la colección no ha parado de crecer mediante donaciones de particulares o instituciones como el Centro Superior de Investigaciones Científicas, colegios o universidades, también mediante algunas compras. “Es difícil educar y apasionar en ciencia”, dice Del Egido, “y es necesario, entre otras cosas, hacer entender que la ciencia no es un gasto sino una inversión. Tenemos mucho en lo que trabajar y mejorar: solo el 15,6% de la población tiene interés en la ciencia. Mucha gente no la entiende y prefiere no acercarse”.

Sorprende que ante los continuos recortes en cuestiones de investigación científica haya presupuesto para un nuevo museo, pero según explican desde la institución, que depende la Fundación para la Ciencia y la Tecnología (y en última instancia de la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación), el presupuesto apenas ha variado (1.200.000 euros anuales). El edificio se encuentra cedido por el Ayuntamiento de Alcobendas, mientras que la Obra Social La Caixa seguirá colaborando con una aportación de 1,8 millones de euros durante los próximos a tres años. A partir del tercer año ofrecerá en esta sede algunas de sus exposiciones itinerantes.