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GONZALO CASINO / @gonzalocasino / gcasino@escepticemia.com / www.escepticemia.com

Sobre los errores y perversiones al citar la investigación y sus consecuencias

El recurso a la cita de autoridad, un reconocimiento intelectual a un trabajo de otro, está extendido desde antiguo en las humanidades y se incorporó también más tarde a la ciencia moderna. En las revistas académicas juega un papel fundamental para medir la influencia de las publicaciones y sus autores. Pero esta vara de medir tiene sus limitaciones y hasta sus perversiones. Entre las primeras, está la falta de discriminación entre citas positivas y negativas; y entre las segundas, están las incorrecciones en sus diversas modalidades e intenciones, un terreno poco explorado que nos adentra por los derroteros de la mala ciencia.

Más allá de los errores en las referencias bibliográficas (citation), que dificultan identificar el trabajo citado, están los más graves errores al citar el contenido (quotation), que tergiversan el conocimiento y pueden perpetuar inexactitudes. Estos últimos afectan a la quinta parte de los artículos de investigación de las revistas biomédicas, según estimaciones recogidas en una revisión metodológica Cochrane. Pero lo realmente preocupante de estas malas prácticas son sus posibles consecuencias y la situación en algunos campos de investigación.

Un reciente estudio sobre la exactitud de las citas de protocolos (documentos con los procedimientos para realizar las investigaciones) de revisiones sistemáticas y metanálisis sobre acupuntura ha puesto el dedo en la llaga. Este trabajo ha constatado en los últimos años una sospechosa explosión de estos protocolos, más del 95% de los cuales luego no se asocian con la publicación de los correspondientes metanálisis y revisiones sistemáticas. Y, lo que es más anómalo y grave, de los 248 protocolos identificados, la mitad (124) fueron citados como si fueran trabajos con resultados originales y en el 31­­% de los casos con inexactitudes.

El estudio plantea algunas preguntas inquietantes: ¿A qué se debe esta inflación de protocolos en acupuntura que luego no culminan en la publicación de los previstos metanálisis y revisiones sistemáticas? ¿Es por rechazo de las revistas o porque estos protocolos se publican simplemente para ser citados? ¿Acaso la cita del protocolo es la licencia para respaldar algunas afirmaciones? ¿Cuáles son las consecuencias?

Los autores señalan en un artículo periodístico que no tienen respuestas claras a estos interrogantes. Tras escribier a los firmantes de los 124 protocolos que no habían publicado revisiones y metanálisis, solo uno de ellos respondió para decir que la publicación estaba en marcha. Encontraron además que algunos grupos publicaron en un año hasta cuatro protocolos sin revisión por pares. Su primera hipótesis para explicar esta explosión de literatura científica que no aporta nuevo conocimiento sería hacer currículo.

Pero el problema es más complejo, pues “en su inmensa mayoría, los protocolos se utilizan para reafirmar o justificar ideas favorables al uso de la acupuntura en diferentes ámbitos de la salud”, señala José María Morán, profesor de Metodología de la Investigación en la Universidad de Extremadura y primer autor del estudio. De hecho, añade, el 86 % de las citas de protocolos se dan en China, donde existe un claro sesgo positivo respecto al valor de estas terapias: más del 99 % de los trabajos que allí se publican muestran resultados beneficiosos.

La mala ciencia tiene mil máscaras, pero el rostro que hay bajo todas ellas es el de la falta de actitud científica, el insuficiente compromiso con la objetividad y la búsqueda de la verdad científica. La presión por publicar para desarrollar una carrera académica es un poderoso elemento facilitador, pero no hay que olvidar las motivaciones ideológicas y económicas. Garantizar que las citas de los trabajos de investigación son fieles, oportunas y necesarias es un paso tan imprescindible como difícil de dar para evitar el conocimiento sesgado y el descrédito de la ciencia.


Autor
Gonzalo Casino es periodista científico, doctor en medicina y profesor de periodismo en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Ha sido coordinador de las páginas de salud del diario El País durante una década y director editorial de Ediciones Doyma/Elsevier. Publica el blog Escepticemia desde 1999.

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Columna patrocinada por la Fundación Dr. Antoni Esteve en colaboración con IntraMed.