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GONZALO CASINO / @gonzalocasino / gcasino@escepticemia.com / www.escepticemia.com

Sobre las carencias en privacidad y calidad de la información de los buscadores

La preocupación por el uso con fines comerciales o políticos de los datos personales en las búsquedas por internet ha propiciado el desarrollo de buscadores que aseguran la privacidad. Entre los más conocidos están Duckduckgo, Ecosia, Qwant, Swisscows y Mojeek. Estos motores de búsqueda alternativos al gigante Google (tiene más del 90% de la cuota mundial de mercado) tratan de encontrar su nicho en competencia con buscadores comerciales, como Bing y Yahoo, y, en algunos países, con otros de ámbito local, como son Virgilio y Arianna en Italia. El reclamo de la privacidad es un ingrediente sin duda necesario, pero no menos que el de la calidad de la información de las páginas que ofrecen en sus búsquedas. Este aspecto es especialmente importante en el caso del contenido médico y de salud. Hasta qué punto los buscadores que priman la privacidad ofrecen información de salud de calidad en comparación con otros buscadores es una interesante cuestión que solo recientemente se ha empezado a explorar, con hallazgos desalentadores.

Un estudio liderado por Pietro Ghezzi, de la Facultad de Medicina Brighton & Sussex del Reino Unido, con participación de nuestro grupo de la Universidad Pompeu Fabra, ha concluido que privacidad y calidad científica de la información no van de la mano, tras analizar esta cuestión con los principales buscadores comerciales y alternativos disponibles en cuatro países (Reino Unido, España, Bélgica e Italia). Los buscadores que prometen privacidad ofrecen en sus 30 primeros resultados de búsqueda un número significativamente más alto de páginas con contenido que no se ajusta a las evidencias científicas, en comparación con Google. Los otros buscadores comerciales (Bing y Yahoo) también ofrecen información de menor calidad que Google, e incluso las versiones locales de Google (google. es, google.it, google.co.uk) son menos fiables que la original de EE UU (google.com).

Aunque este estudio solo ha analizado las búsquedas sobre vacunas y autismo, el ejemplo es relevante, ya que el rechazo de las vacunas está considerada por la OMS como una de las 10 grandes amenazas a la salud global. Como mucha gente usa los buscadores para localizar información de salud, las páginas consultadas pueden influir en sus decisiones. Ocurre, además, que las personas con menor alfabetización en salud tienden a confiar menos en las páginas web médicas y más en las redes sociales, las páginas de los famosos y otras fuentes de menor confianza, como es el caso de las que dan crédito a las posturas antivacunas. Por otra parte, la personalización de los buscadores atrapa a estas personas más vulnerables a la desinformación en un círculo vicioso en el que cuanto más visitan esos sitios más desinformación reciben. Los usuarios de buscadores alternativos evitarían el círculo de la personalización, pero estarían más expuestos a páginas con desinformación.

Aunque no hay impedimentos técnicos para compaginar privacidad y calidad científica de la información, parece que los buscadores no quieren o no son capaces de ofrecer ambas. Los algoritmos de los motores de búsqueda alternativos no son públicos, y, en el caso de Google, no son del todo transparentes, aunque en sus normas para evaluar la calidad de las búsquedas se afirma que se prima la experiencia, la confianza y la autoridad de la fuente en aquellas páginas que informan sobre asuntos financieros y de salud (las páginas YMYL o “your money your life”). Dada su potencial influencia en la toma de decisiones, los buscadores tienen la gran responsabilidad de garantizar no solo la seguridad de los datos personales, sino también la calidad de las búsquedas de información. Y, por tanto, habría que desarrollar mecanismos para verificar que efectivamente los buscadores son proveedores de información de salud acorde con las evidencias científicas.


Autor
Gonzalo Casino es periodista científico, doctor en medicina y profesor de periodismo en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Ha sido coordinador de las páginas de salud del diario El País durante una década y director editorial de Ediciones Doyma/Elsevier. Publica el blog Escepticemia desde 1999.

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Columna patrocinada por IntraMed y la Fundación Dr. Antoni Esteve