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El proyecto de ampliar la infraestructura catalana tendría repercusiones en la salud de la ciudadanía y del planeta

CARME BORRELL | Artículo original

El pasado mes de agosto supimos por los medios de comunicación que el Gobierno de la Generalitat de Catalunya y el Gobierno central habían acordado ampliar el aeropuerto del Prat, acuerdo que no ha sido ajeno a la presión de la patronal del empresariado catalán que es una importante impulsora, probablemente por los beneficios que les representaría. Por otra parte, salió publicado el nuevo informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) donde se hacen serias advertencias del aumento del calentamiento global y la necesidad de reducir los gases de efecto invernadero.

Precisamente el informe del IPCC nos vuelve a hacer evidente la contradicción entre ampliar el aeropuerto y sus recomendaciones sobre la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. Además, la ampliación tampoco está alineada con las políticas orientadas a afrontar la emergencia climática, tanto de España como de Catalunya, las cuales siguen el Acuerdo de París de 2015 y los compromisos de la Unión Europea de reducir las emisiones en un 55% para 2030 (comparadas con las de 1990) y conseguir la neutralidad climática para el 2050. 

Pero, desde estas líneas, también quisiera insistir en la repercusión que tendría la ampliación del aeropuerto en la salud y el bienestar de la ciudadanía y del planeta, tal como ya puso en evidencia un informe de hace más de dos décadas encargado por el ministro de Salud de los Países Bajos. En primer lugar, la afectación en el aumento de la contaminación del aire que repercutirá en el incremento de las enfermedades cardiovasculares y respiratorias y de la mortalidad en edades más jóvenes, la mortalidad prematura. El incremento de la contaminación se produce tanto por la aviación como por el transporte motorizado para desplazarse al aeropuerto de personas usuarias o trabajadoras y de mercancías.

En segundo lugar, es importante la repercusión que produce el ruido de la aviación en la salud de las personas trabajadoras y de las que viven cerca del aeropuerto. Los efectos principales en la salud son los trastornos del sueño, las molestias e impactos emocionales, los problemas cognitivos en menores y las enfermedades cardiovasculares.

Otros efectos en la salud están relacionados por ejemplo con la contaminación de la tierra y el agua o la importación de enfermedades transmisibles como por ejemplo el covid-19.

No hay que olvidar tampoco la afectación del espacio natural del delta del Llobregat, espacio que debe mantenerse fruto de un consenso entre las diversas administraciones que se concretó en el Plan Delta de 1994. La ampliación implicaría la reducción del espacio natural de la Ricarda con la consecuente pérdida de biodiversidad. Es un terreno con un gran número de beneficios ambientales que repercuten en el bienestar de la ciudadanía, además de la salud planetaria tal como recientemente explicaban investigadores del Instituto de Salud Global.

Varias entidades y organismos se están organizando para hacer llegar su voz contra la ampliación del aeropuerto. Entre ellas cabe destacar el manifiesto aprobado por todos los grupos municipales del Ayuntamiento del Prat de Llobregat, que ya ha recibido la adhesión de unas 52.000 personas y casi 1000 entidades y que entre otros aspectos propone la defensa de la convivencia del aeropuerto con los núcleos urbanos del entorno. Esta reivindicación es coherente con el informe ‘Aeropuertos saludables’, que reclama la integración de los aeropuertos en la planificación urbana y de salud pensando políticas innovadoras que fomenten un aeropuerto y una movilidad saludable y sostenible, lo que implica también fortalecer el transporte por ferrocarril cuando las distancias son suficientemente cortas. Otros aspectos que se reclaman es el fomento de un turismo sostenible y respetuoso con el equilibrio de nuestras ciudades y el abandono de las políticas desarrollistas que no obedecen ni al contexto de la emergencia climática ni al modelo de ciudad saludable y sostenible que hay que impulsar.

Hay que seguir con la movilización de las instituciones, la ciudadanía y las personas expertas para conseguir detener la ampliación del aeropuerto de El Prat como se ha hecho con otros proyectos aeroportuarios del mundo. No podemos perder tiempo. De ello depende nuestra salud y la del planeta.