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El mundo necesita la ciencia y la ciencia necesita a las mujeres, reza un lema de la UNESCO. Pero la vida de las científicas sigue siendo una carrera de obstáculos.

MERITXELL ROVIRA, BIOLA MARIA JAVIERRE, RUTH RODRÍGUEZ | Artículo original

Las autoras de este artículo nos conocimos hace algo menos de un mes gracias a un premio que nos otorgó, junto con otras dos científicas,  L’Oreal-UNESCO, para reconocer el papel de las mujeres en la ciencia. Somos investigadoras que, a pesar de tener trayectorias muy distintas, nos encontramos con los mismos obstáculos y compartimos las mismas inquietudes.

Nuestra situación, en realidad, es muy similar a la de muchas mujeres trabajadoras en otros sectores del mercado laboral. Aunque el número de mujeres que realizan estudios universitarios supera al de los hombres, nuestra presencia en determinadas especialidades como ingenierías, matemáticas y física es mucho menor. En este hecho influye claramente la educación que recibimos tanto en la escuela como en la familia.

Las diferencias se agravan cuando avanzamos en la carrera investigadora. De este modo, el porcentaje de catedráticas en especialidades de ciencias se encuentra entre el 10 y el 20%, y el de Profesoras de Investigación (la máxima categoría que se puede alcanzar en el CSIC) es inferior al 25% mientras que el porcentaje de mujeres entre el personal en formación es cercano al 60%.

El abandono de la carrera científica en mujeres sucede principalmente entre los 35 y los 40 años, apuntando claramente a las dificultades de conciliación familiar, pero otros factores favorecen el abandono de la carrera científica por parte de las investigadoras.

Determinación, modelos y conciliación

La mujer en ciencia afronta diversos obstáculos que dificultan su llegada a la punta de la pirámide. En primer lugar, debido a la sociedad patriarcal en la que vivimos o quizás simplemente por nuestra naturaleza, las mujeres no solemos creer en nuestras capacidades, las que nos hacen mejores o al menos iguales a otros científicos y que nos permiten diseminar nuestra calidad científica. Esta falta de determinación en algunas ocasiones puede dejarnos en la sombra de aquellos hombres a los que les sobra determinación.

En segundo lugar, la escasez de modelos femeninos en ciencia, conjuntamente con la deficiente visualización de la mujer en este campo, no hace más que incrementar el primer problema.

Finalmente, y seguramente la losa más pesada con la que tiene que luchar la mujer científica, que además de hija ha decidido ser madre, es la conciliación familiar, tanto de los hijos como de las personas mayores a su cargo. A menudo el peso de la crianza de los pequeños y el cuidado de los más mayores recae sobre la mujer. La mayor limitación en este caso es que en ciencia la mujer no se puede permitir hacer una pausa para encargarse de su familia porque al hacerlo deja de ser competitiva en su carrera científica.

Diferencias salariales

Pero a pesar de que el cuidado de la familia pueda dificultar mantener el nivel competitivo por un cierto tiempo, es más limitante la idea preestablecida en la sociedad de que el grado de compromiso y capacidad del hombre es mayor a la de la mujer, aunque realmente no sea así.

Además sería necesario añadir que normalmente el cónyuge que decide anteponer la familia al trabajo suele ser el que tiene un salario más bajo, y aquí la mujer vuelve a estar discriminada, porque para un mismo cargo está estadísticamente probado que el salario del hombre es superior al de la mujer y por ello otra vez recae en ella la decisión de pedir reducción de jornada o centrarse más en la familia que en su carrera.  

La raíz de todos estos problemas es principalmente un problema de percepción social, ya que a pesar de que la mujer pueda encontrar modelos femeninos a seguir, consiga una conciliación familiar y aprenda a reconocer sus capacidades y gane determinación, la sociedad y el hombre especialmente tiene que ver al género femenino como a un igual y no a un género subordinado y más débil.

Aliados para las científicas

“El mundo necesita la ciencia y la ciencia necesita a las mujeres” Afortunadamente diversas iniciativas, tanto públicas como privadas, apoyan este lema de la UNESCO. El cambio es lento, ya que implica una reeducación social, pero al menos está ocurriendo.

Un perfecto ejemplo lo cumple el Programa L¿ORÉAL-UNESCO, el cual promueve la visibilidad de las mujeres científicas y fomenta las vocaciones entre las más jóvenes. Este año, además de conceder los galardones anuales a las jóvenes científicas más relevantes, ha lanzado la “Liga de Científicos Men For Women In Science”, una gran iniciativa cuyo objetivo es incorporar a los hombres activamente al movimiento por un entorno científico igualitario.

Desgraciadamente, el mensaje mayoritariamente diseminado por los medios de comunicación ha sido la creación de la liga de científicos, dejando para las últimas líneas de la noticia, o incluso omitiendo, el reconocimiento a las galardonadas. Irónicamente vuelve a pasar lo de siempre, aunque estas iniciativas busquen originalmente el efecto contrario: de nuevo, el papel de la mujer en ciencia pasa a segundo plano, cuando ambas deberían estar en el mismo.

Ejemplos como este ilustran el largo camino que queda por recorrer. Finalmente nos gustaría cerrar este artículo con unas palabras inspiradas en la célebre cita de la escritora y filósofa Mary Wollstoncraft: “nosotras no deseamos que las científicas tengan poder sobre los científicos, sino sobre ellas mismas, y a día de hoy esto no es posible”. 

Este artículo forma parte de la Red de Científicas Comunicadoras