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La oferta de servicios de la medicina pública se ha de planificar en función de las necesidades reales

CARME VALLS-LLOBET | Artículo original

La palabra epidemia define en medicina una enfermedad que afecta a un número de población superior a lo esperado en un tiempo determinado. Hasta la actualidad no se ha hablado de las alergias como epidemias pero dado el creciente número de personas afectadas, muchas más de las esperadas, quizás ha llegado el momento de hacerlo. Según datos de la OMS, las alergias forman parte de las seis enfermedades más frecuentes y son una de las enfermedades crónicas más prevalentes en la infancia. Su extensión entre la población de grandes ciudades avanza rápidamente y se calcula que dentro de 10 años, más de la mitad de la población mundial padecerá algún tipo de alergia.

La más común es la alergia al polen de árboles, arbustos y gramíneas, afección estacional, según la época de polinización de cada planta, pero que afecta a ocho millones de personas en España según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología clínica (SEIAC). Los ácaros, el moho y hongos que en forma de esporas flotan en el aire, la caspa animal de perros, gatos y mascotas domésticas, son causa de alergias respiratorias.  También pueden producir alergia algunos alimentos, que no hay que confundir con intolerancias alimentarias. Asimismo, están aumentando las alergias a los antiinflamatorios, los analgésicos, y los antibióticos.

¿Por qué están aumentando las alergias? La polución ambiental y el cambio climático están alterando el patrón de las alergias respiratorias.  Las temperaturas más cálidas conllevan períodos de polinización más largos, lo que aumenta el número de pacientes afectados por alergia al polen. La contaminación atmosférica aumenta en periodos de anticiclón sin lluvias. Conlleva un incremento del número de partículas pequeñas en suspensión derivadas de la combustión de diesel, gasolinas e incineradoras, que pasan directamente al sangre a través de los alveolos porque su diminuto tamaño lo permite. Esto produce una mayor agresión sobre el árbol pulmonar de las personas más frágiles, con en la infancia.

En las alergias alimentarias influye el aumento del consumo de productos procesados en lugar del consumo de fruta y verdura de proximidad. Este factor, como también lo hacen los antibióticos, altera la flora intestinal modificando la microbiota y la inmunidad, especialmente en la infancia, cuando el sistema inmunitario se encuentra en desarrollo.

¿Está la medicina preparada para hacer frente a esta nueva realidad, provocada por la mala intervención del hombre sobre el planeta? ¿Quién decide las especialidades médicas que se precisan? ¿Se deciden en función de las necesidades de asistencia de la población, o en función de los intereses creados por los mismos especialistas? Está claro que en este momento las necesidades reales de especialistas en patologías crónicas, y la alergia es una de ellas, no están acorde con los ofrecimientos del sistema MIR.  El sistema sanitario público, joya de las políticas públicas en España desde Ernest Lluch, debería planificar su oferta de servicios en función de las necesidades reales, basándose en los datos epidemiológicos de que disponemos y que deberían ayudar a coordinar la oferta sanitaria pública ante las nuevas epidemias del siglo XXI.       

La autora de este artículo forma parte de la Red de Científicas Comunicadoras de El Periódico.