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Las erupciones volcánicas, cuando son de gran magnitud, pueden desencadenar cambios puntuales en la temperatura global del planeta.

LAURA BECERRIL | Artículo original

Tal y como está planteada la pregunta, la respuesta es no porque una era glacial es un fenómeno que tiene lugar durante un periodo de tiempo muy amplio: miles, cientos de miles o hasta millones de años, en el que baja la temperatura global lo suficiente como para que los hielos se extiendan por la superficie de la Tierra, por lo que una única erupción volcánica por potente que sea no puede desatar una nueva glaciación. Sin embargo, sí se ha visto que las erupciones volcánicas, cuando son de gran magnitud, pueden desencadenar cambios puntuales en la temperatura global del planeta.

En abril de 1815, el volcán Tambora, que está en Indonesia, entró en erupción. Aquella fue la mayor erupción volcánica que se ha registrado en tiempos históricos; se escuchó a 2.600 kilómetros de distancia, la ceniza cayó a más de 1.300 kilómetros del volcán y el día se convirtió en noche durante dos jornadas hasta a 600 kilómetros de distancia del volcán. Aquella erupción tuvo otro efecto, esta vez global, la emisión de cenizas y gases a la atmósfera fue de tal magnitud que afectó al clima terrestre durante dos años. 1816, el año siguiente a la erupción, se conoce como el año sin verano y es que las cenizas que llegaron a la atmósfera impidieron que los rayos solares penetraran hasta la superficie de la Tierra lo que provocó que la temperatura bajara unos grados. Pero ese efecto de enfriamiento dura solo un tiempo, en este caso fueron dos años, es decir algo muy alejado de los periodos de los que hablamos en una glaciación.

Pero dicho esto, también es cierto que el vulcanismo es una de las causas que se plantea como origen de las glaciaciones aunque no como causa única sino cuando se une a otros fenómenos como cambios en la actividad solar o en los ciclos de Milankovitch que describen los efectos que los movimientos de la Tierra provocan en el clima a lo largo de miles de años.

Para entender esto podemos fijarnos en lo más similar a una glaciación que ha ocurrido en la historia reciente y que se conoce como la Pequeña Edad del Hielo. Se trata de un periodo especialmente frío que vivió nuestro planeta entre aproximadamente los años 1550 y 1850. Las causas que explican ese frío periodo no están totalmente claras aún pero se ha propuesto que fue la unión de una actividad solar inusualmente baja con un aumento de la actividad volcánica, no de un único volcán sino de varios de forma simultánea.

Otro aspecto interesante relacionado con la pregunta es saber si en la actualidad podrían producirse erupciones como las que provocaron el año sin verano o incluso la Pequeña Edad del Hielo y la respuesta en este caso es sí. Aunque la probabilidad de que un fenómeno como ese vuelva a suceder en los próximos años es baja, no se puede descartar el hecho de que se produzca una explosión como la del Tambora de 1815. Pero no en cualquier volcán, solo en aquellos más explosivos como, por ejemplo, los de la cordillera andina, los de Indonesia o los de Nueva Zelanda, entre otros. Pero aunque sabemos que sí puede producirse lo que no podemos predecir es cuándo ocurrirá.

Muchos de los volcanes están monitoreados para registrar lo que en vulcanología llamamos precursores y que por ejemplo son la actividad sísmica, la deformación, etc… es decir, aquellos fenómenos que se producen normalmente antes y durante de las erupciones. El análisis continuo de estas manifestaciones nos permite ver si aumentan y eso nos da indicaciones sobre la posible entrada en erupción pero no nos dice con exactitud cuándo va a ocurrir. En función de cómo ha sido el pasado del volcán lo que sí podemos saber es cómo probablemente va a ser la erupción en el futuro. Precisamente yo me dedico a eso, a la evaluación de la peligrosidad volcánica.

Para pronosticar cómo serán las erupciones lo que hacemos es irnos al registro geológico o a la actividad histórica de cada volcán. Viendo cómo fue su comportamiento en el pasado podemos prever cómo será en el futuro. Por ejemplo, si un volcán ha tenido una actividad tranquila y ha emitido mayoritariamente coladas de lava durante toda su historia, en el futuro tendrá una actividad similar, es decir, emitirá coladas de lava. 


Laura Becerril es doctora en Ciencias de la Tierra. Investigadora “Juan de la Cierva” en el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera-CSIC.


Coordinación y redacción: Victoria Toro


Pregunta realizada vía email por José Manuel Núñez Ayllón


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