Con los años, la capacidad auditiva se deteriora y dificulta la escucha especialmente en entornos ruidosos. Las personas de más edad reclutan nuevas zonas de la materia gris para compensar

DANIEL MEDIAVILLA / NOTICIA MATERIA

Con la edad, se pierde capacidad auditiva, especialmente en determinadas frecuencias. Hace una década, se planteó la posibilidad de disolver botellones y otras concentraciones molestas de jóvenes con un pitido que solo ellos eran capaces de escuchar. Precisamente en ese tipo de concentraciones, como conciertos y bares con la música alta, la gente mayor encuentra más dificultades para entender bien a sus interlocutores. Como cualquier otra máquina, el oído se gasta y la señal que envía a nuestro cerebro pierde claridad, pero nuestro organismo reacciona ante ese deterioro que provoca la edad para intentar compensarlo.

En un estudio que se publica esta semana en la revista Nature Communications, un grupo de científicos liderado por la investigadora china Yi Du ha tratado de observar cómo lo hacen. Empleando técnicas de imagen por resonancia magnética funcional, comparó la actividad cerebral de 16 adultos de entre 21 y 34 años y otros tantos de entre 65 y 75 mientras intentaban identificar una serie de sílabas que se reproducían para ellos. Su estudio mostró que en los mayores se observaba una mayor actividad en las regiones frontales del cerebro implicadas en el habla y la gestión de la información necesaria para moverse. Este incremento en la actividad en esas zonas estaba relacionada con una mejora en la capacidad de estas personas para diferencias sonidos de distintas palabras en un entorno ruidoso.

Los autores del trabajo, que señalan que ese aumento de la actividad no se produce en los jóvenes, consideran que tiene como función compensar la pérdida de capacidad auditiva. Este descubrimiento complementa otros anteriores que mostraban que las personas mayores eran capaces de activar regiones relacionadas con capacidades cognitivas generales para mejorar la comprensión del lenguaje en ambientes ruidosos.

Yi y su equipo comentan también que este conocimiento de las vías en que el cerebro se reorganiza puede servir para crear técnicas de rehabilitación que ayuden a las personas mayores a mantener su capacidad de comunicación pese al envejecimiento.