El hospital Clínic de Barcelona ha sido el pionero en realizar esta técnica con la que se consigue reducir la probabilidad de rechazo

JESSICA MOUZO QUINTÁNS / NOTICIA MATERIA

El plan era “mantener sólo el armazón” y no dejar ni rastro de las células del donante, explica el doctor José Luís Pomar. Y lo consiguió. Él y varios médicos del hospital Clínic de Barcelona han logrado, por primera vez en España, implantar con éxito en un paciente una válvula aórtica humana descelularizada. La intervención, enmarcada dentro del proyecto europeo ARISE, prevé analizar el resultado del implante de válvulas aórticas cuyas células originarias han sido eliminadas. Esta técnica permite reducir al mínimo el riesgo de rechazo y neutraliza la respuesta inmunológica del organismo al detectar “un cuerpo extraño”.

El éxito de esta técnica abriría un abanico de posibilidades para una intervención —el recambio de válvula aórtica— que se realiza unas 65.000 veces al año en Europa. Hasta ahora, las opciones con las que contaban los facultativos pasaban por implantar una válvula biológica (de ternera o cerdo), una mecánica o una humana criopreservada. Sin embargo, pese a tener buena resolución, las tres técnicas presentan limitaciones que puede atajar este nuevo método: por un lado, la prótesis biológica tiene una durabilidad limitada, la mecánica obliga a acompañar el implantar con medicación anticoagulante de por vida y la humana criopreservada acaba calcificándose con el paso del tiempo.

“Se nos ocurrió que quitando las células, dejando sólo el armazón del tejido, tendría menos problemas inmunológicos”, señala el doctor Pomar

“En los bancos de tejidos se guardan las válvulas de cadáveres y se conservan muy bien. De hecho, se conservan tan bien que las células permanecen intactas y mantienen su capacidad inmunológica que, aunque generalmente los enfermos la toleran bien, a la larga las células se acaban calcificando y se estropea la válvula”, explica Pomar, que es coordinador del estudio ARISE en Barcelona. Sobre esta premisa, los médicos pensaron en quitar las células que generan las calcificaciones para evitar que la prótesis se dañe y, de paso, eliminar el riesgo de rechazo. “Se nos ocurrió que quitando las células, dejando sólo el armazón del tejido, tendría menos problemas inmunológicos”, señala el médico.

Así, siguiendo la estela del Hannover Medical School, el centro que coordina la investigación a nivel internacional y pionero en el mundo en esta técnica, los facultativos del Clínic intervinieron a un hombre con estenosis aórtica grave (disminución del orificio de esta arteria), con insuficiencia cardíaca y una dilatación de la raíz de la aorta. El paciente tuvo que esperar más de un mes desde que se encontró una válvula de un donante cadáver adecuada para él y hasta que se completó el proceso de descelularización. En la misma operación se corrigió el defecto de la válvula y se sustituyó la raíz de la aorta con el mismo injerto. “Pese a que la técnica del implantes es más compleja que una sustitución valvular aórtica convencional y el postoperatorio ha trascurrido sin incidencias”, explicó el doctor Eduard Quintana, uno de los cirujanos cardiovasculares que participó en la intervención. Tan buenos resultados ha dado la técnica que el Clínic ya ha operado a un segundo paciente y en pocas semanas intervendrá al tercero.

Otra de los hallazgos encontrados en esta técnica es que el armazón del donante va cambiando y las células del receptor van cubriendo esa cubierta. “En niños, por ejemplo, esto permite que la válvula crezca a medida que crece el niño cuando antes se le quedaba pequeña y había que volver a intervenir”, apunta Pomar. El proyecto todavía durará unos cinco años pero, de confirmarse científicamente las bonanzas de la nueva técnica, Pomar no descarta empezar a implantarlo en su hospital. “Las expectativas son muy buenas”, concluye.