Ser una catalana que apenas chapurreaba el sueco no le ha impedido ejercer la docencia en el departamento de Biología Molecular y Genómica Funcional de la Universidad de Estocolmo. Hoy ya habla el idioma a la perfección. La docencia ocupa sólo un 25 % de su vida profesional. El resto lo invierte en entender el papel de las proteínas vinculadas al RNA. Neus Visa (Barcelona, 1962) lleva más de trece años en Suecia y, aunque asegura que nunca termina su proceso de adaptación a esta sociedad, su vida personal y su carrera científica están muy ligadas al país nórdico.

Llegó a Suecia en 1992 con una beca para realizar un proyecto de postdoctorado en el Karolinska Institutet, conocido en todo el mundo por designar cada año el Premio Nobel de Medicina. A esta institución estuvo vinculada durante siete años, incluido un paréntesis por baja maternal, que en Suecia es de un año completo. Neus Visa agradece esta medida, tanto a nivel familiar como laboral, porque le permitió criar a su hija sin que supusiera una ruptura para su carrera profesional. Pero ésta es sólo una de las muchas ventajas que pone a su alcance el país nórdico y que lo convierten en un paradigma del Estado del Bienestar.

A nivel de política científica, la investigadora catalana también ha podido comprobar grandes diferencias entre Suecia y España. Por un lado, el grado de internacionalización. La gran diversidad de nacionalidades que trabajan en las diferentes instituciones científicas del país, dice, es un aspecto muy importante para lograr un ambiente dinámico y efectivo. Y en este aspecto coincide plenamente con sus otros tres colegas que han participado en el ciclo de conferencias La Ciencia en Europa, organizado conjuntamente por Aula El País y la Fundación Dr. Antonio Esteve. Los cuatro han aportado su experiencia como investigadores españoles en centros europeos de prestigio.

Todos ellos también podrían estar de acuerdo en que el nivel de financiación que sus países de acogida le dedican a la ciencia es bastante superior al nuestro. Sin embargo, Neus Visa se encargó de poner un matiz. Si bien en Suecia los grupos de investigación disponen de grandes presupuestos, reconoció que el nivel de financiación en el país está disminuyendo, mientras que en España ha mejorado bastante.

A pesar de todo, las diferencias siguen siendo abismales. Un joven investigador en Suecia puede llegar a disponer de 35.000 euros al año para el desarrollo de nuevos proyectos. Ante el estupor del público asistente a su ponencia, español en su mayoría, Neus Visa consideró modesta esta cantidad. Prueba evidente de que su proceso de adaptación ha finalizado y ya se encuentra más cerca de Suecia que de España.