El papel del lenguaje en las ciencias de la salud es clave en el día a día del profesional sanitario y merece mucho más protagonismo del que habitualmente recibe. Se acepta que la divulgación de la información científica, sea ante otros profesionales a través de las publicaciones científicas y las presentaciones orales, sea ante la opinión pública a través de los medios de comunicación, debería ser parte de las obligaciones de todo investigador o profesional asistencial. Además, muchos de estos profesionales sanitarios e investigadores también se fundamentan en el lenguaje para la impartición de docencia.

Por ese motivo, la Fundación Dr. Antonio Esteve, en colaboración con la Universidad de Salamanca, organizó el pasado 14 de mayo de 2014 en Salamanca la mesa redonda Medicina y lenguaje. La importancia del lenguaje en el entorno biosanitario, en la que 29 expertos en diferentes ámbitos de la divulgación científica se reunieron para dar una visión actualizada sobre la importancia del lenguaje en el campo de la biomedicina y evidenciar temas candentes de la actualidad, novedades y posibilidades de futuro.

La jornada estuvo moderada por Bertha Gutiérrez Rodilla, profesora de lenguaje médico en la Universidad de Salamanca, y Fernando A. Navarro, uno de los mayores expertos de nuestro país en traducción médica y autor del Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina (2005) y de Traducción y lenguaje en medicina (2007).

Dividida en cuatro bloques, la mesa redonda arrancó abordando el lenguaje en la investigación biosanitaria. Juan Aréchaga, catedrático de biología celular de la Universidad del País Vasco y director de la revista International Journal of Developmental Biology, defendió el uso del castellano en las revistas españolas pero matizó que nuestro idioma sólo logrará convertirse en idioma internacional de la ciencia si lo hace desde revistas de alcance global. También emplazó a los editores a que apuesten por una mayor profesionalización de las publicaciones, que no sólo se deben limitar a cubrir gastos sino que también deben generar beneficios.

Jesús Porta Etessam, director del área de cultura de la Sociedad Española de Neurología, abordó el lado oscuro de la publicación científica, que ya no es exclusivamente un acto de transmisión del conocimiento sino que conlleva todo tipo de intereses, como el prestigio científico o el liderazgo académico de los autores o el beneficio económico de las editoriales. “Muchos factores que influyen en lo que se publica no están necesariamente relacionados con la calidad de la investigación”, reflexionó. Por último, recomendó a las revistas en español que utilicen todos los recursos y la tecnología para promocionar a sus autores.

En el segundo bloque, el pediatra José Ignacio de Arana inició el tratamiento del lenguaje en la tarea asistencial. “Nuestro lenguaje debe descender desde el olimpo de la ciencia a la lengua coloquial”, pidió a sus colegas, a los que también recomendó una mayor claridad y exactitud en el uso de la palabra con sus pacientes, sobre todo en el pronóstico. Para ello recordó una sentencia de Einstein: “Si quieres decir la verdad hazlo con sencillez, la elegancia déjala al sastre”.

A continuación, Bárbara Navaza, de la International Medical Interpreters Association, ilustró sobre dos disciplinas, la interpretación sanitaria y la mediación cultural, prácticamente desconocidas entre los profesionales sanitarios y que sin embargo son de vital importancia para garantizar la comunicación médico-paciente en un país con más de seis millones de extranjeros empadronados.

El lenguaje en la docencia, tercer bloque de la mesa redonda, lo examinaron ya por la tarde Josep-Eladi Baños y Elena Guardiola, ambos del departamento de ciencias experimentales y de la salud de la Universitat Pompeu Fabra. “Los profesores interesados en el empleo adecuado del idioma permanecemos en tierra de nadie”, confesaron después de reclamar la responsabilidad de los docentes en la evaluación de sus estudiantes tanto en el fondo como en la forma. “Hablar y escribir correctamente no debería constituir un objetivo secundario de los profesores universitarios”, concluyeron.

Otras dos expertas en el manejo del lenguaje médico en las aulas, Bertha Gutiérrez (Universidad de Salamanca) y Carmen Quijada (Casa de las Lenguas de la Universidad de Oviedo), reflexionaron sobre su presencia en los planes de estudios. A pesar de que la terminología médica no ocupa el lugar que se merece en los grados de medicina y odontología de la Universidad de Salamanca, ambas han luchado por diseñar dos competencias terminológicas que deberían asumir los alumnos al terminar la carrera y por una futura asignatura sobre lenguaje biosanitario.

El último bloque se centró en los medios de comunicación. Gonzalo Casino defendió la labor del periodista científico, que tiene la obligación de comunicar y de hacer accesible la información especializada. Para ello destacó el libro de estilo de The Economist, que recomienda no usar palabras científicas si existe una alternativa en el lenguaje corriente. Como medidas para frenar el declive de la información científica en los medios de comunicación, Casino propuso una mayor especialización de los profesionales y la elaboración de un libro de estilo del periodismo médico con un glosario de los términos más problemáticos.

Sobre las posibilidades de Internet y de las redes sociales habló en último lugar Javier González de Dios, responsable del blog Pediatría basada en pruebas. Tal y como remarcó, las llamadas TIC (Tecnologías de la información y la comunicación) han llegado para quedarse y a los científicos no les queda otra que unirse, siempre que se haga con el mismo lenguaje preciso que utilizarían por otros medios. Para González de Dios, la medicina del siglo XXI pasa por las redes sociales y la web 3.0.

Todas las ponencias y discusiones de la mesa redonda Medicina y lenguaje. La importancia del lenguaje en el entorno biosanitarios formarán parte de una nueva Monografía Dr. Antonio Esteve.