Una Fundación, una artista es el libro conmemorativo con el que la Fundación Dr. Antonio Esteve quiere celebrar sus 25 años de historia, recopilando los grabados de la artista que a lo largo de todo este tiempo ha acompañado cada una de las actividades, Concha Ibáñez.

ENTREVISTA CONCHA IBÁÑEZ (19 de diciembre de 2007)

La artista nace en Canet de Mar (Barcelona) y estudia en la Lonja y en Bellas Artes de la ciudad condal. En los 60, por el precio que costaba un 600 se compró su primer tórculo para grabados

¿Se la puede considerar como una artista paisajista?

Lo que siempre quise pintar fue el paisaje. La gente de mi generación hacía abstracto o figurativo y, en cambio, si hacías paisaje te miraban mal. Para mí, el paisaje condiciona la vida de la gente. Uno no puede evitar sobrecogerse cuando va por Castilla y ve una llanura con un árbol, luego va a Andalucía y se fija en una casita o luego se dirige a Marruecos o al paisaje catalán, sobre todo el Cap de Creus, Cadaqués y los lugares de mar en general. La verdad es que sí, lo que más me gusta es el paisaje.

Porque ¿qué tiene que tener un paisaje para que le dedique una obra?

Me tiene que impactar. Me pasa como con las personas. Hay algunas con las que enseguida conectas y otras con las que no. Con el paisaje me ocurre lo mismo. Cuando el paisaje está dominado por el hombre, entonces ya no me interesa. Me interesa el paisaje duro, por ejemplo el del campo de Tarragona, o los márgenes de pizarra de Cadaqués.

Y luego está el color. ¿Cómo lo determina?

Yo creo que cada tierra tiene un color. Cada ciudad tiene una luz y me interesa mucho la luz del paisaje. Hay ciudades que son luminosas y cada una tiene una atmósfera determinada. Por ejemplo, en Viena hay una luz nebulosa, un poco misteriosa y, aunque tenga color, yo la pintaría con grises por su atmósfera especial.

¿El grabado es el gran olvidado del arte contemporáneo?

Toda la razón. Es increíble que Barcelona, una ciudad que cuenta con grabadores muy buenos, no tenga una feria ni una sola galería que se especialice en el grabado. Quizá porque es más barato. Ahora el mundo del arte está muy inmerso en el negocio, en el dinero. Si algo no da dinero, da igual que tenga valor. En el extranjero, en cambio, cuando vas a exponer a una galería, siempre te preguntan si grabas y si no lo haces consideran que no eres un pintor completo. El grabado es un arte muy importante. Ahí tenemos a Goya y a Picasso, excelentes grabadores.

¿En qué consiste la técnica del grabado?

Se necesita mucha paciencia para grabar, pero estamos en una época en que la gente lo quiere hacer todo rápido. La técnica requiere horas y horas de trabajo. Primero coges la plancha, le pones un barniz, lo dibujas, lo metes en ácido, lo sacas, entonces haces una prueba, luego resinas. Cada matiz requiere meter en ácido, observar, volverlo a sumergir, etcétera. Hay grabados que son una batalla constante. Yo siempre he dicho que el pintar y el grabar es como una pelea que siempre tienes que ganar tu, porque los materiales siempre se te resisten.

¿Cuáles son sus influencias artísticas?

Velázquez creo que es el pintor más completo que hay en el mundo, porque lo domina todo. Sólo hay que fijarse en su obra ‘Las hilanderas’, en el museo del Prado, para ver cómo ha pintado el aire. Pintar el aire es muy difícil. Luego está Piero della Francesca. Son mis dos favoritos porque tienen un dominio total de la composición, del aire, del ambiente. Son fuera de serie.

¿Tienen algo en común ciencia y arte?

Sí. Mucho. De entrada, la esencia de las cosas. Hay muchos poetas, por ejemplo, a los que les interesa mucho la ciencia, lo que pasa es que no hay manera de transmitirlo. También desde el lado científico. El arte y la ciencia interesan realmente a quien tiene una sensibilidad, al que mira no sólo lo que se ve sino también lo que hay detrás.