Un estudio con ratones muestra que una mayor oxidación de las células ayuda a que la piel se repare mejor, pero el efecto se revierte cuando los animales son mayores

DANIEL MEDIAVILLA / NOTICIA MATERIA

En los años cincuenta, Denham Harman, investigador de la Universidad de California en Berkeley (EE UU), propuso que los culpables del envejecimiento eran los radicales libres, unos compuestos que oxidaban el organismo. Estos radicales se producen como resultado de actividades básicas para la vida como respirar, y en algunos casos son importantes para defender al organismo frente a gérmenes o algunos tipos de tumor. Sin embargo, algunos hábitos nocivos como el consumo de alcohol o tabaco pueden introducir en el organismo un exceso de radicales libres que oxiden demasiado las células y aceleren el envejecimiento.

Durante mucho tiempo, una interpretación simplista de la teoría de los radicales libres creó en los antioxidantes, presentes en alimentos como las frutas y las verduras o en pastillas, a los antagonistas ideales para combatir el paso del tiempo. Sin embargo, estudios posteriores han mostrado que los antioxidantes están lejos de ser un milagro.

En el caso de fumadores, los suplementos antioxidantes pueden aumentar el riesgo de cáncer de pulmón

Esta semana, un equipo de científicos del Instituto Buck (EE UU), especializado en el estudio del envejecimiento, ha obtenido unos resultados que, entre otras cosas, sugieren que tomar grandes cantidades de antioxidantes podría tener efectos negativos para el envejecimiento de la piel durante la juventud. En un trabajo que se publica en la revista PNAS, explican cómo criaron ratones que producían grandes cantidades de radicales libres que dañaban las mitocondrias de su piel. Los investigadores pensaban que los ratones envejecerían de manera acelerada, sin embargo, observaron que las heridas de su piel se curaban más rápido que en ratones normales. Sin embargo, ese efecto se invertía con el paso del tiempo. El daño en las mitocondrias reducía la producción de células madre y los ratones mayores, que en su juventud habían gozado de una piel que se reparaba con rapidez, veían cómo sus heridas se curaban con mayor dificultad.

Estudios anteriores han mostrado que reducir la cantidad de radicales libres por medio de antioxidantes reduce el daño celular que produce el envejecimiento. Sin embargo, otros artículos científicos indican que esos beneficios no se producen siempre. De hecho, pese a los efectos positivos de los antioxidantes frente a algunas enfermedades como el cáncer observados en laboratorio en cultivos celulares o en animales, los esfuerzos por comprobar estos beneficios en humanos no lo han conseguido.

“Este estudio muestra que es esencial que miremos a lo largo de toda la vida cuando examinemos los mecanismos implicados en los procesos de envejecimiento”, ha afirmado en un comunicado de su institución Judith Campisi, investigadora del Instituto Buck y responsable del estudio. “Este proceso no es simple. Es posible que la naturaleza utilizase los radicales libres para optimizar la salud de la piel y, como este proceso no es nocivo para el organismo hasta una edad avanzada, más allá de la edad reproductiva, no hubo necesidad evolutiva para alterar este mecanismo”, ha explicado Michael Velarde, primer autor del artículo.

Los resultados del equipo estadounidense se añaden a otros que dejan claro que los antioxidantes, aunque tienen efectos positivos, no son una panacea, y en algunos casos pueden ser perjudiciales. Un estudio publicado en 2014 en Science Transaltional Medicine apuntaba que, para algunos individuos con hábitos de riesgo, como fumar, el consumo de suplementos antioxidantes podía acelerar el desarrollo del cáncer de pulmón. Este resultado, obtenido en ratones, apoyaba otros anteriores con resultados similares e indica que algunos antioxidantes, como la vitamina E, pueden ser perniciosos al fomentar el crecimiento de algunos tumores. Como indica el estudio publicado esta semana en PNAS, los radicales libres y la oxidación de las células tienen una función en el organismo que, aunque conlleve el envejecimiento, es necesaria. Jugar con ese equilibrio para inclinarlo a nuestro favor no va a ser tan sencillo como tomar una pastilla antioxidante.