La Agencia Europea del Medio Ambiente alerta en su último informe de que, pese a las mejoras, la polución de aire y agua, el ruido y los químicos plantean graves problemas

ELENA G. SEVILLANO / NOTICIA MATERIA

Que la calidad del aire que respiran los europeos ha mejorado en los últimos años es un hecho. Las estadísticas muestran descensos acusados en las mediciones de muchos contaminantes como el plomo, el dióxido de azufre o el benceno, e incluso en el dióxido de nitrógeno que campa a sus anchas por ciudades con mucho tráfico de vehículos diésel como Madrid. Sin embargo, y por más que esas mejoras sean relevantes, la tendencia no es buena. “Las partículas finas y el ozono siguen provocando graves problemas de salud”, señala el informe El medio ambiente en Europa. Estado y perspectivas 2015, que elabora cada cinco años la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA).

De seguir las cosas como están, para 2030 la calidad del aire seguirá mejorando, “pero no desaparecerán los niveles peligrosos de contaminación atmosférica”, pronostica este estudio, hecho público hoy, que recuerda que el número de países que cumplen la normativa comunitaria en materia de calidad del aire va aumentando paulatinamente, pero “son muchos los que aún no lo hacen”. La contaminación atmosférica es perjudicial tanto por la exposición directa por inhalación, como por la indirecta a los contaminantes que transporta el aire y se depositan en las plantas y el suelo, que entran en la cadena trófica. Hasta un 20 % de la población urbana europea está expuesta a niveles de contaminación superiores a los que marca la legislación europea. Con las directrices de la OMS, mucho más exigentes, el porcentaje supera el 90 %.

“La AEMA ha calculado recientemente que en 2011 se produjeron 430.000 muertes prematuras en Europa atribuibles a las partículas finas”, explicó Valentin Foltescu, investigador de esta agencia de la UE. “Otro estudio estimó que la exposición a concentraciones altas de ozono provocó más de 16.000 muertes prematuras al año”, añadió. La contaminación del aire está detrás de muchos casos de cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias y cardiovasculares en Europa, señala el informe, a cuya presentación en Copenhague acudieron invitados varios medios europeos, entre ellos EL PAÍS. Y cada vez hay más pruebas de otros efectos menos conocidos: menor crecimiento fetal, partos prematuros o problemas de salud en la vida adulta debido a la exposición prenatal.

No solo la contaminación del aire afecta a la salud: hay otros muchos problemas de carácter medioambiental sobre los que el informe quiere llamar la atención. La calidad del agua es uno de ellos. “Está mejorando y se ha reducido la presencia de contaminantes nocivos”, señala Foltescu. Sin embargo, las perspectivas a largo no son buenas. El informe prevé que los fenómenos naturales cada vez más virulentos motivados por el cambio climático –inundaciones, sequías…– agravarán los problemas relacionados con el agua y la salud. “Los nuevos contaminantes, procedentes de productos farmacéuticos y de cuidado personal entre otros, pueden convertirse en un problema en el futuro, al igual que la floración de algas y los microorganismos patógenos”, subraya.

La exposición al ruido es otro problema que el informe califica “de primer orden” en los entornos urbanos. La AEMA ha calculado que en 2011 al menos 125 millones de personas estuvieron expuestas a un nivel de ruido del tráfico superior a 55 decibelios. Y esa exposición no había mejorado desde 2006, cuando también se midió. No se trata únicamente de algo molesto: distintos informes lo han asociado a una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares, entre ellas el infarto de miocardio y el ictus. La exposición al ruido ambiental, procedente del tráfico en un 90 %, contribuyó a unos 10.000 casos de muerte prematura por enfermedades coronarias o accidentes cerebrovasculares, según un informe de la AEMA de 2014.

“Las políticas actuales no serán suficientes para conseguir los objetivos medioambientales de 2050. Tenemos que hacer más”, avisa Hans Bruyninckx, director de la AEMA

Los disruptores endocrinos y otras sustancias químicas son “nuevas amenazas para la salud humana”, según el director ejecutivo de la agencia, Hans Bruyninckx, que cree que pueden ser motivo de preocupación en el futuro y que aún desconocemos. “Muchas están aún estudiándose”, destacó. “Las políticas medioambientales funcionan cuando están bien diseñadas, son ambiciosas y se ponen en marcha correctamente. Lo podemos comprobar si miramos cómo estábamos hace décadas”, añadió Bruyninckx. Sin embargo, el máximo responsable de la agencia avisa: “Las políticas actuales no serán suficientes para conseguir los objetivos medioambientales de 2050. Tenemos que hacer más”.

Los objetivos medioambientales que se ha marcado Europa para 2050 van desde la visión general de “vivir bien, dentro de los límites del planeta”, hasta metas mucho más concretas como la de la práctica descarbonización de la producción energética en 2050, propuesta en un Plan de trabajo de la energía de 2011. Mientras tanto, la UE ha sido la primera región que ha puesto sobre la mesa sus objetivos en materia de cambio climático para 2030, que se discutirán en la próxima Cumbre del Clima, en París el próximo diciembre: reducir las emisiones en al menos un 40 % para 2030 con respecto a los niveles de 1990, y conseguir un porcentaje de energías renovables y eficiencia energética del 27 %, respectivamente.

Cambio climático

El informe destaca un dato alentador: las emisiones de gases de efecto invernadero han descendido en Europa un 19 % desde 1990, y ello a pesar de que la producción económica aumentó en el mismo periodo un 45 %. El consumo de combustibles fósiles ha caído a la par que algunas emisiones contaminantes del transporte y de la industria. Europa empieza a trabajar en la adaptación al cambio climático, que será muy diferente en función de las regiones, explicó Stephane Isoard, experto de la AEMA. Mientras en el noroeste de Europa se prevé que aumenten las precipitaciones y el riesgo de inundaciones de ríos, en el Mediterráneo se espera lo contrario: descenso de las precipitaciones, mayor riesgo de desertificación y de incendios. “El 20 % de todo el presupuesto de la UE para el periodo 2014-2020 está destinado a acciones relacionadas con el clima, principalmente mitigación (apoyo a las renovables) y adaptación”, apuntó Isoard.

Biodiversidad

La red Natura 2000, el gran proyecto de protección ambiental europeo, ha ampliado las zonas protegidas en Europa hasta un 18 % de la superficie terrestre y un 4 % de las aguas marinas. Un “logro” para la AEMA, que, sin embargo, avisa de que los países tienen que ser más diligentes en su conservación y gestión. “El problema es el dinero. Los estados miembros necesitan mecanismos de financiación para gestionar las áreas protegidas”, opina Ronan Uhel, experto en capital natural de la AEMA. El informe pone el dedo en la llaga de la pérdida de biodiversidad y en la degradación de los ecosistemas. Según sus datos, gran parte de las especies (60 %) y tipos de hábitats protegidos (77 %) se encuentran en mal estado de conservación. “Europa no parece encaminada a cumplir su compromiso general de detener la pérdida de biodiversidad antes de 2020”, señala el informe.

Residuos

“La gestión de los residuos mejora, pero Europa se encuentra aún lejos de una economía circular”, resume el informe. Almut Reichel, experta en residuos de la AEMA, recuerda que la prevención es casi tan importante como el trato que se da a los productos al final de su vida útil. “Tenemos que cambiar la manera en la que diseñamos los productos para aumentar las posibilidades de reparación, reutilización o reciclaje”, asegura. La agencia se centra en los residuos municipales: la generación per cápita cayó en un 4 % entre 2004 y 2012.

Lo que cada habitante de la UE de los 28 tiró a la basura en su casa descendió hasta los 481 kilogramos al año. El informe destaca que, poco a poco, los residuos se van gestionando mejor en Europa. Entre 2004 y 2010, la UE (28), Islandia y Noruega redujeron el volumen de residuos desechados en vertedero de un 31 % a un 22 %. “A pesar de los recientes avances en materia de prevención y gestión, la Unión Europea sigue generando grandes cantidades de residuos, y el grado de cumplimiento de los objetivos establecidos en virtud de las políticas varía de unos países a otros”, concluye el documento.