Un nuevo indicador asocia la cantidad de parásitos en las tripas de los ciudadanos de un país con la imposibilidad de salir de la pobreza

MANUEL ANSEDE / NOTICIA MATERIA

El pediatra estadounidense Peter Hotez, con su pajarita y sus gafas a lo John Lennon, propone mirar el mundo desde un nuevo punto de vista: el Índice Gusano. En el planeta, unos 2.000 millones de personas viven con gusanos en su cuerpo. Son parásitos que se alimentan de la sangre u otros tejidos de un individuo, monstruos que desfiguran, quitan el apetito o desatan diarreas letales. Los gusanos adultos colonizan el cuerpo humano y ponen miles de huevos cada día. Las personas infectadas son fábricas de futuros gusanos, que conquistan el entorno a través de las heces, generando un círculo perverso de enfermedad y pobreza.

“Creemos que la pobreza favorece las infecciones por gusanos, pero que también las infecciones por gusanos promueven la pobreza, a causa de sus efectos negativos a largo plazo en el crecimiento infantil, la salud de las madres y la productividad de los trabajadores”, explica Hotez, presidente del Instituto de Vacunas Sabin, una entidad sin ánimo de lucro que busca vacunas contra enfermedades olvidadas.

El nuevo Índice Gusano que propone Hotez se calcula dividiendo el número de personas de un país en riesgo de ser infectadas entre la población total. El pediatra tiene en cuenta tres enfermedades parasitarias: las helmintiasis transmitidas por el suelo, la esquistosomiasis y la elefantiasis. Las tres son culpables de 10 millones de años de vida potencialmente perdidos, ya sea por la muerte prematura o por la discapacidad de los infectados.

Las helmintiasis transmitidas por el suelo, causadas por diferentes especies de gusanos, afectan a 1.500 millones de personas, muchas de ellas con debilidad y retraso en el desarrollo cognitivo y físico. La esquistosomiasis es la enfermedad parasitaria más letal en el planeta después de la malaria: el gusano, que degrada los órganos internos, afecta a unos 250 millones de personas y mata a 200.000 cada año, la inmensa mayoría en las regiones más pobres de África. La elefantiasis, provocada por unos parásitos denominados filarias, provoca un aumento enorme de algunas partes del cuerpo, sobre todo las piernas y los genitales. Afecta a 120 millones de personas y unos 40 millones están desfiguradas e incapacitadas por la enfermedad, según la Organización Mundial de la Salud.

Hotez, junto a su colega Jennifer Herricks, del Colegio de Medicina Baylor de Houston (EE UU), ha calculado el Índice Gusano para los 25 países más poblados del mundo. El índice supera el 1 en República Democrática del Congo y Nigeria, lo que significa que hay personas que necesitan tratamiento para diferentes infecciones, en un contexto de carga parasitaria brutal. Los siguientes países son Myanmar (0,8) y Etiopía (0,6). India e Indonesia oscilan entre el 0,6 y el 0,4. Por debajo de esta cifra aparecen Brasil, China y México. Y, como se puede intuir, el Índice Gusano es cero en países ricos como EE UU, Japón, Francia y Alemania.

Los investigadores han observado “una asociación muy estrecha” entre el Índice Gusano de un país y su Índice de Desarrollo Humano, el indicador de Naciones Unidas para medir la calidad de vida. Cuanto mayor es el Índice Gusano de un país, menor es su Índice de Desarrollo Humano, y viceversa. El vínculo se aprecia en países como Kenia, donde una campaña de desparasitación entre los niños redujo el absentismo escolar más de un 25%.

El Índice Gusano es cero en países ricos como EE UU, Japón, Francia y Alemania

Hotez y Herricks subrayan que han creado el Índice Gusano para mostrar que las enfermedades tropicales desatendidas deben ser un componente fundamental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los retos que actualmente negocia Naciones Unidas para conseguir un mundo más justo en 2030. El nuevo índice se acaba de publicar en la revista especializada PLOS NTD.

“Que los países más pobres tienen más gusanos no es nada nuevo. Lo que ha hecho Peter Hotez es ponerle cifras”, recalca el médico José Muñoz, investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona. “Existe un círculo de pobreza y enfermedad. Los gusanos afectan a niños en edad escolar y provocan retraso en el crecimiento, retraso cognitivo, problemas en la escuela y un retraso general en sus capacidades a causa de las infecciones crónicas”, relata Muñoz, que trabajó en Costa de Marfil y Mozambique antes de mudarse al Hospital Clínic de Barcelona.

El médico español destaca el caso de India, Indonesia y Filipinas, tres países con un Índice de Desarrollo Humano alto según Naciones Unidas, pero con un Índice Gusano notable. “Los parásitos se concentran en bolsas de pobreza brutales dentro de estos países”, explica Muñoz.

El tratamiento contra los gusanos es, en su mayoría, barato y sencillo. La Organización Mundial de la Salud dona medicamentos para tratar a los niños en riesgo en los países más afectados. Sin embargo, en 2012 solo recibieron tratamiento contra las helmintiasis transmitidas por el suelo unos 285 millones de niños, apenas un 32%de los que lo necesitaban. El círculo de enfermedad y pobreza se perpetúa.