El investigador Joan Massagué habla con El PAÍS sobre sus últimos avances en el tratamiento de la metástasis, su balance sobre la política científica del Gobierno y su apoyo público a la lista independentista de Junts pel Sí en las elecciones catalanas

NUÑO DOMÍNGUEZ / NOTICIA MATERIA

Joan Massagué (Barcelona, 1953) dirige el Instituto Sloan Kettering de Nueva York, desde donde combate en el peor frente de la guerra contra el cáncer. De todas las fases de esta enfermedad, la más esquiva es el periodo de latencia, cuando las células malignas anidan en los tejidos y esperan durante meses o años antes de despertar y causar una recaída en forma de metástasis, la causante del 90% de todas las muertes por cáncer. Massagué, que trabaja en EE UU desde hace 35 años, dirige uno de los grupos más avanzados en la comprensión de esa fase, que solo se ha comenzado a estudiar hace pocos años. El farmacéutico catalán también ha jugado un papel clave en la creación de centros de investigación punteros en España como el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, o el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), del que es miembro de su comité científico asesor.

Massagué ha pasado por Madrid para participar en el Frontiers Meetings Metástasis: mecanismos de aparición y oportunidades terapéuticas que organiza el CNIO. En esta entrevista con EL PAÍS, el investigador explica sus últimos avances en la comprensión de este complejo proceso y en la búsqueda de nuevos tratamientos experimentales en pacientes. También habla de sus razones para haber apoyado, junto a otros 200 científicos, un manifiesto a favor de la candidatura independentista de Junts pel Sí en las elecciones catalanas del pasado domingo.

Pregunta. ¿En qué punto están sus investigaciones sobre la metástasis?

Estamos probando ya un nuevo tratamiento contra la metástasis cerebral en pacientes”

Respuesta. Desde hace 14 años, mi laboratorio está muy dedicado a la metástasis y, desde hace cuatro o cinco, está enfocado en la etapa de siembra. Es lo que existe en los tejidos de un enfermo de cáncer al que le han diagnosticado un tumor, que se extirpa en la mayoría de los casos. Hay que entender que ese tumor ha estado durante meses, años, cada hora y cada día, soltando miles de células. La inmensa mayoría de esas células malignas que se han ido por el torrente circulatorio mueren, porque tenemos defensas, pero no todas. Algunas consiguen infiltrarse a tejidos y eso es lo que llevamos encima. No quiere decir que tengamos metástasis. Es como cuando pasas la gripe. Si miran tus mucosas bucales encontrarán partículas virales, pero eso no quiere decir que tengas la gripe. El virus tiene que vencer barreras de defensa. De esta siembra, nosotros nos preguntamos cómo vive, y dónde y por qué no se acaba de morir. ¿Por qué cuando los patólogos toman muestras ven que estas células están quietas, no están proliferando ni dividiéndose?, ¿Qué hace que no lo hagan?, ¿es esto lo que posiblemente las protege? Todas estas preguntas, que son de niño, muy lógicas, nadie las ha estudiado. Nosotros hace cuatro años nos metimos a intentarlo. Lo hacemos en general y también desde el punto de vista de la metástasis cerebral, que es un problema creciente.

P. ¿Cuáles son sus últimos resultados?

R. Esta temporada van a publicarse estudios que llevamos haciendo estos cuatro años. Cada uno cuesta centenares de miles de dólares. Estamos empezando a resolver la pregunta de qué son estas células. ¿Son especiales o del montón del tumor? ¿Cómo entran en su estado no proliferativo? Estamos bastante avanzados en esto. En metástasis cerebral hemos edificado sobre los últimos resultados, encontrando vías para la intervención terapéutica. Tenemos ya pruebas clínicas piloto en marcha antes incluso de que se hayan publicado los resultados científicos. Usamos medicamentos seguros, que están aprobados para otras cosas y que no se sabía que podían ser útiles en metástasis cerebral. Nosotros hemos descubierto que son muy efectivos en el ratón y ahora hay que comprobar que sean compatibles con la situación de los enfermos con metástasis cerebral. Hay que entender que por mucho que sean seguros en personas normales o con otras dolencias, la metástasis cerebral causa hemorragias, hay que hacer pruebas clínicas seguras. Que antes de que se publique el estudio en el que se describen los descubrimientos haya ya enfermos siendo tratados es extraordinario.

El precio de los nuevos fármacos contra el cáncer es un problema terrible”

P. La metástasis es el verdadero enemigo a vencer para convertir el cáncer en una dolencia crónica ¿Esto se conseguirá algún día?

R. Ya lo es en muchos casos, el 50% o 60% de los cánceres se dominan. Hay la confusión de que contra las metástasis ya no hay terapia. No es cierto. Toda la quimio, todas las inmunoterapias nuevas, las terapias dirigidas, la inmensa mayoría son para el paciente con metástasis porque el tumor primario se lo sacaron. Es algo que se hace por si acaso, para eliminar lo máximo de la siembra. El problema es que en el periodo de siembra, las células malignas no se están dividiendo y los medicamentos que existen fueron desarrollados por su efectividad contra células de cáncer que sí se están dividiendo, ya se ve que esta siembra va a quedar seleccionada. Ya se han cronificado muchos cánceres. En EE UU, 14 millones de personas que han padecido cáncer están vivas. Esta cifra la conozco de allí, pero aquí en España y en Europa también hay muchísimas personas en la misma situación, aunque no lo llevan escrito en la solapa. Cáncer de mama, de próstata, ciertas leucemias, ciertos linfomas, cáncer testicular… Hay personas, en cáncer de mama por ejemplo, que sufren metástasis pero están a raya, seguramente van a morir con metástasis pero no de metástasis, y esto es lo que la oncología está acotando, vamos pegando mordiscos.

Firmé el manifiesto de Junts pel Sí para contribuir a lo que yo quiero, que es que se sienten a negociar”

P. ¿Qué le parece el reciente avance de la inmunoterapia?

R. Es un gran avance altamente efectivo en ciertos cánceres, pero no en otros. Ahora se está determinando la efectividad en cada subtipo y por qué funciona en ciertos pacientes y no en otros de manera que podamos estudiar mejor [conocer en qué fase de desarrollo está] y sepamos a quién merece la pena darle esta nueva terapia combinada con la otra porque son los que tienen más probabilidades de responder. Todo esto está en constante evolución

P. ¿Existe el riesgo de que haya muy buenos pronósticos para unos enfermos y no se pueda hacer casi nada por otros?

R. Sí claro, pero eso ya pasó con la infección. Tenemos antibióticos que son muy buenos, pero no contra todas las infecciones. El ébola es una infección viral, la gripe también, pero son distintas. El cáncer va estar con nosotros mientras haya vida en el planeta, es algo que se desarrolla en los tejidos vivos según se van proliferando, si encima le das tabaco, sol, todavía haces más. Pero incluso hay un número considerable de cáncer en personas que nunca jamás han fumado y que es de un 12% o un 15% y sigue siendo mortal. El propio organismo hace sus errores y se convierten en cáncer. El sistema inmune los liquida constantemente cada día. La inmunoterapia consiste en quitarle un poco el freno a la inmunidad para que acabe la faena que no hizo pero sin provocar una fuerte reacción autoinmune ante la que podrías sucumbir. El cáncer es acotar, irlo llevando a donde se llevó el tema de la infección en el siglo XX, y así va a quedar.

P. De cara a los nuevos fármacos, ¿le preocupan los precios y la desigualdad que pueda haber entre enfermos?

R. Es un problema terrible. Hay médicos e instituciones, incluida la mía, que toman posturas políticamente muy comprometidas con las farmacéuticas. Es un tema difícil. Tiene que haber evolución, cada vez va a haber más eficiencia, van a salir competidores que van a sacar medicamentos y los van a meter en el mercado por una fracción del precio y el mercado lo va a normalizar. Y además está la presión social de gente que dice “a mi hijo no le podemos dar ese medicamento porque no lo podemos pagar y se está muriendo”.

¿Sería posible la independencia? Sí, claro. ¿Es necesario? No tendría que haberlo sido. Era inimaginable hace cinco años”

P. Usted firmó el manifiesto de apoyo a la candidatura de Junts pel Sí. ¿Cuáles son sus motivos?

R. Pidieron a un grupo pronunciarse como científicos. Hace bastantes años que soy abiertamente crítico con la política científica del Gobierno central. He visto en cambio muy correcta la del Gobierno de los grupos que integraban esta candidatura [Junts pel Sí]. No es que nos reuniésemos e hiciésemos una cosa conjunta, yo ni sabía quiénes eran los otros [firmantes] ni sus posturas. Era la forma que creía oportuna para los científicos, al menos para mí, de contribuir a lo que yo quiero, que es que se sienten a negociar. Es lo que no se ha hecho y es la tarea de los políticos. Eso está mal y es lo que ha conducido a esta situación.

P. Con su firma, ¿no está pidiendo la independencia de Cataluña y, por tanto, de su sistema científico?

R. Teóricamente sí. Pero todo este proceso lo he visto como reacción. Una cosa que era marginal, el 15% era independentista, se transformó a partir del 2010 en un darse cuenta por parte de la gente normal de que fue muy malo que hiciesen un estatuto descafeinado aprobado por las Cortes en Madrid y una vez ha pasado digan que no. Fue una cosa muy natural pero muy reactiva. El movimiento de independencia es un movimiento de respuesta, que se incrementa por la negativa de sentarse a hacer política.

P. Con los resultados de las elecciones en la mano, ¿cree que se puede declarar la independencia?

R. La independencia es una cosa muy complicada. Además, sigue habiendo la posibilidad de que haya un cambio sustancial tras las elecciones generales y que haya una respuesta a la petición que se rechazó y haya diálogo. Si esto pasa va a haber respuesta, si esto se hace bien por parte de un partido mayoritario será difícil que haya un rechazo frontal.

P. ¿Podría perjudicar al sistema de I+D este proceso independencia en Cataluña?

R. Cualquier movimiento dramático puede dañarlo, si se hace mal, pero debemos hacerlo bien. Es como un matrimonio. El señor se encuentra muy bien y la señora está frustrada, no le hacen caso, su marido es machista, no la agrede, pero ella quiere dejarlo. Cuando esto sucede hay buenas y malas maneras, divorcios fatales y amigables. Depende de cómo sea, a todos los niveles, incluido el científico. Siempre va a haber un periodo de alteración siempre que hay un cambio dramático. Cosas que funcionaban van a chirriar, hay un precio a pagar y esto se asume.

P. En el manifiesto hablan de los buenos resultados de la ciencia catalana. En estos han contribuido investigadores que dependen de centros y recursos aportados por el Gobierno central. ¿Qué decirles sobre su futuro si hay independencia?

La subida actual de presupuestos para investigación es demasiado poco y llega demasiado tarde”

R. Una vez más, no estamos hablando de independencia, hablamos de seguir un proceso que va a evolucionar. Los expertos pueden especular con diferentes escenarios y en diciembre hay elecciones generales. Las cosas que se han gestionado bien se pasarían a gestionar sin tenerlas que negociar. La investigación, la enseñanza, etcétera. ¿Sería posible la independencia? Sí, claro. ¿Es necesario? No tendría que haberlo sido. Era inimaginable hace cinco años.

P. ¿Qué le diría al presidente del Gobierno?

R. Que ha habido una feroz indiferencia por la ciencia. Una falta de atinar, aunque solo fuera para quedar bien, sobre todo en algo que es tan barato. Y ha sido una política sostenida. La subida actual de presupuestos para el próximo año es demasiado poco y llega demasiado tarde.

P. ¿Cómo evalúa el papel de Carmen Vela, secretaria de Estado de I+D+i, estos cuatro años?

R. Le ha tocado un momento muy difícil, ha puesto la mejor cara posible a los tiempos. Ha permitido que la comunidad científica española entrase a gestionar de la mejor forma posible los fondos que había. ¿Se podía haber hecho mejor? Sí ¿Es un desastre? No. ¿Podía haber luchado más? Es posible que no, que su base de poder es la que es y lo único que puede hacer es pretender que todo está mucho mejor de lo que está.

P. ¿Ha superado el CNIO ya la crisis que sufrió el CNIO?

R. El CNIO ha superado plenamente aquella crisis, grave, profunda. Luego, como toda institución de este país, sigue inmerso en un estado general de crisis.

P. ¿Le han pedido que se involucre más en el sistema de I+D en Cataluña?

R. En Cataluña hay una nueva generación de institutos, que es una cosa magnífica que se ha podido hacer por fin. Los grandes centros de investigación en España, el CNIO, el CNIC, el CIC Biogune, los Severo Ochoa, todos y cada uno de ellos, no dejan de ser en todos los sentidos unidades. En Barcelona, mi visión es que estas unidades, CRG, ICFO, IRB… tienen un presente brillante, gracias a ayudas del Gobierno catalán, español, europeo… pero no tienen un futuro asegurado. Y la única vía es a través de unir distintas unidades separadas en la geografía de la ciudad pero que es donde el país tiene su punta y su motor. Y son estas las que deben ayudar a las unidades más pesadas como las universidades o el CSIC para que se vayan enganchando. Por eso se ha creado el Barcelona Institute of Science and Technology que se creó en junio y que empezará a funcionar ahora. Si esto sale bien puede ser un buen modelo en Madrid y en todos los lugares donde haya varios institutos como estos. Es muy difícil sobrevivir siendo una boutique en medio del campo.

P. ¿Se plantea regresar a España?

R. Mi actual cargo en Sloan Kettering es para 10 años. Cuando termine tendré 70. Entonces a lo mejor sí.