La técnica, pionera en el mundo, consiste en sacar el órgano de la donante a través de la vagina e introducirlo en la paciente por el mismo conducto

JESSICA MOUZO QUINTÁNS / NOTICIA MATERIA

El hospital Clínic de Barcelona no ha encontrado mejor manera de homenajear el 50 aniversario del primer trasplante renal de España que celebrando el éxito de otra operación pionera en el mismo campo. Médicos del centro sanitario barcelonés han realizado, por primera vez en el mundo, un trasplante renal completo por vía transvaginal. Esta técnica, mínimamente invasiva, consiste en extraer el órgano a la donante viva a través de la vagina e introducirlo en la paciente de la misma forma. El Clínic es, junto a un hospital de Burdeos que realizó una intervención similar de forma simultánea, el primero del mundo en emplear esta técnica.

El artífice de la pionera intervención, el doctor Antonio Alcaraz, ha revelado este jueves a Diario Médico que la cirugía fue “un verdadero éxito”. La nueva técnica desarrollada por Alcaraz, que es jefe del servicio de urología del Clínic, supone un paso más adelante en la carrera de fondo por sortear la cirugía abierta y realizar operaciones cada vez menos invasivas. De hecho, para evitar la incisión abdominal, su mismo equipo ya optó hace cuatro años por impulsar la laparoscopia (inserción de pequeños tubos en el abdomen) y aprovechar los orificios naturales del cuerpo para extraer el riñón a la donante. Esto evitaba complicaciones quirúrgicas, reducía la cicatriz y simplificaba el postoperatorio.

Pero la gran revolución llegó con la entrada en los quirófanos del robot Da Vinci y sus cinco brazos mecánicos de altísima precisión. Desde este verano, los médicos del Clínic realizan los trasplantes sin necesidad de laparoscopia ni de cirugía abierta: el equipo hace una incisión a la altura del ombligo para colocar el riñón y el cirujano a los mandos de los brazos mecánicos coloca el órgano y revasculariza los vasos sanguíneos.

El equipo de Alcaraz, sin embargo, ha ido todavía un paso más allá y, con la ayuda del Da Vinci, ha conseguido evitar los cortes abdominales en la paciente trasplantada. “Si se podía sacar el riñón por la vagina, también se podría meter por el mismo conducto”, pensó el médico. Y así lo hizo. Hace apenas un meses, el equipo del Clínic realizó un trasplante renal completo por vía vaginal a una paciente que ya había sido trasplantada con anterioridad. Los especialistas extrajeron el órgano a la donante —que era madre de la receptora— a través de la vagina y lo introdujeron de la misma forma en el cuerpo de la paciente. “Para evitar un corte de seis centímetros a nivel del ombligo o una incisión como las de la cesárea, decidimos introducir el riñón por vía vaginal, abrir el fondo de la vagina y llevarlo hasta el abdomen, donde ya podíamos controlarlo y colocarlo con los brazos del robot.

“Ni hay ni se me ocurre una técnica menos invasiva ya”, asegura el médico. La fotografía del postoperatorio sólo revela cinco pequeñas incisiones de ocho milímetros donde se colocan los brazos robóticos. “Estamos desafiando ya a las leyes de la física”, apunta Alcaraz. Pese al sobrecoste de 2.000 euros que puede suponer un trasplante robótico, el urólogo sostiene que, a la larga, se ahorra en postoperatorio y convalecencia. “El objetivo, además del estético, es reducir el postoperatorio y lo que hace más pesado este proceso son las incisiones”, matiza. La idea es que el 30% de los trasplantes que hace el hospital —en 2014, se realizaron 140 en total— sean robóticos y, de ellos, alrededor del 40% serán mujeres, con lo que son susceptibles de someterse a esta técnica. “Esperamos que a finales del año que viene hayamos operado por esta técnica otras ocho o 10 mujeres más”, asegura.

El médico defiende que esta intervención abre las puertas a alcanzar “el ideal de que quien necesite un riñón, lo tendrá”. Aunque todavía queda mucho camino por recorrer en esta línea, Alcaraz asegura que la investigación y la asistencia clínica va por buen camino. “A nivel técnico estamos viviendo una gran revolución, aunque el verdadero progreso ha venido de la mano de los inmunosupresores”, apunta. Gracias a ellos, asegura, cada década aumenta un 10% la supervivencia de los pacientes trasplantados. Con todo, la superviviencia a cinco años es del 90% en general y alcanza el 95% en caso de donantes vivos.