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Las desigualdades de género en la sociedad repercuten en la salud

Carme Borrell | Artículo original

Estos días se ha hablado ampliamente de las desigualdades de género en la vida diaria. Hay factores estructurales de la sociedad patriarcal en la que vivimos que determinan estas desigualdades. Veámoslo en dos ejemplos. El informe del 2017 de la Unión Europea sobre equidad entre mujeres y hombres muestra las desigualdades en aspectos tales como la participación en el mercado laboral, las condiciones del trabajo tanto fuera de casa como en el hogar y la independencia económica, las desigualdades en la toma de decisiones o la violencia de género.

El informe muestra la peor situación de las mujeres respecto a los hombres en todos los países de la Unión Europea. Por otra parte, el informe del 2017 del Foro Económico Mundial sobre la brecha de género en 144 países expone también esta situación y documenta un retroceso en el 2017, sobre todo debido a las menores oportunidades económicas y de poder político de las mujeres.

Vivir más pero con peor salud

A pesar de estas desigualdades sociales de género, la esperanza de vida al nacer es más larga para las mujeres que para los hombres. Por ejemplo, en Barcelona es de 86,6 años en las mujeres y de 80,8 entre los hombres. Las normas masculinas también tienen un precio para la salud de los hombres, son los “costes de la masculinidad”. Paradójicamente, para ser percibidos como masculinos y así alcanzar un mayor estatus social, los hombres son presionados y recompensados ​​por adoptar ciertos riesgos, como por ejemplo peores hábitos relacionados con la salud (consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, etc.) y más conductas que conllevan riesgo de accidente, lo que se ha traducido en más muertes por lesiones por accidentes y violencias, y por enfermedades como el cáncer o patologías respiratorias.

 

Pero, en cambio, cuando analizamos indicadores de salud y calidad de vida, las mujeres presentan una peor situación ya que tienen más enfermedades crónicas, menos bienestar y una salud mental peor. O sea, ellas viven más años pero con peor salud. Hay que tener en cuenta que estos indicadores de salud son peores en las mujeres de clases sociales desfavorecidas en las que se acumulan condiciones de trabajo desfavorables, salarios más bajos y unas cargas de trabajo doméstico y familiar importantes.

Salud sexual y violencia de género

La carga de enfermedad a nivel mundial también afecta a las mujeres. Respecto a la salud sexual y reproductiva, la OMS nos hace saber cómo cada día del 2015 morían 830 mujeres debido al embarazo o el parto (cifras que son especialmente elevadas en algunos países de África o Asia). Todo ello revela la importancia de poder tener un parto con la ayuda de profesionales especializados o un acceso efectivo a la contracepción, hechos que no son frecuentes en algunas partes del mundo y sobre todo en el continente africano.

La discriminación se muestra claramente cuando hablamos de la violencia de género. Las estimaciones de la OMS indican que cerca de una de cada tres (35%) mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física o sexual a lo largo de la vida. La mayor parte de esta violencia es por parte del compañero. Hasta un 38% de los asesinatos de mujeres son cometidos por la pareja. Conviene señalar que la violencia en todas sus formas puede afectar negativamente a la salud física, mental, sexual y reproductiva de las mujeres.

 

Hay que advertir también que el quinto de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para el 2030 hace referencia a la igualdad de género y destaca, entre otros aspectos relacionados con los factores estructurales que determinan las desigualdades de género, la importancia de eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas en el ámbito público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y de todo tipo, así como de acabar con las prácticas nocivas en la infancia como el matrimonio forzoso y temprano y la mutilación genital. Otro tema que resulta relevante es asegurar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y a los derechos reproductivos.

Las mujeres son más de la mitad de la población mundial y siguen estando discriminadas. Es necesario avanzar en la disminución de las desigualdades de género en la sociedad y, consecuentemente, también en las desigualdades en salud. Para ello es necesario un fuerte compromiso tanto de la sociedad civil como de las instituciones para avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria.

(La autora de este artículo forma parte de la Red de Científicas Comunicadoras).