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GONZALO CASINO / @gonzalocasino / gcasino@escepticemia.com / www.escepticemia.com

Sobre los tratamientos innecesarios y la evidencia para discutir su retirada

Uno de los problemas ya conocidos cuyo análisis se ha renovado con la pandemia de covid-19 es la necesidad de no malgastar los siempre limitados recursos sanitarios. La pandemia ha estresado todos los sistemas de salud y ha ocasionado enormes gastos imprevistos que han agravado la crisis económica global. La sostenibilidad de los sistemas de salud pasa por hacer más con menos y, para ello, resulta obligado aligerar toda la carga de intervenciones y pruebas innecesarias, que aportan poco o ningún beneficio e incluso son perjudiciales. Se calcula que al menos la quinta parte del gasto sanitario es superfluo y, por tanto, un desperdicio de recursos, incluyendo aquí todos los sobrediagnósticos y las intervenciones innecesarias.

El problema de la medicina superflua se viene analizando al menos desde 2002, cuando el BMJ planteó el tema con un inquietante Too Much Medicine? en portada, que ya ha dejado el interrogante en el camino. En este tiempo, han surgido algunas iniciativas internacionales para afrontar el reto de las intervenciones de salud que no están justificadas porque producen más perjuicios que beneficios, como Choosing Wisely  y Preventing Overdiagnosis. Son muchos los estudios que van identificando intervenciones inútiles o peligrosas, pero queda mucho por hacer, sobre todo en el campo de la síntesis de la evidencia, para ofrecer argumentos sólidos a los responsables de la toma de decisiones, desde los clínicos hasta los gestores sanitarios.

En este sentido, una nueva colección especial de revisiones Cochrane ha reunido ocho ejemplos de intervenciones de salud que consumen muchos recursos (algunas implican consultas sanitarias adicionales) y, sin embargo, son de “poco valor”. Estas intervenciones se catalogan así porque se sabe (con un grado de certeza entre alto y moderado) que aportan poco o ningún beneficio clínico, o bien comportan más perjuicios que beneficios. Algunas de estas intervenciones de poco valor son los chequeos generales de salud en adultos sanos, las pruebas médicas preoperatorias antes de la cirugía de cataratas, el raspaje y pulido sistemático de los dientes para la salud de las encías y las revisiones dentales cada seis meses.

Esta primera colección continuará, según señalan los autores, con otras colecciones de revisiones que se centrarán en otras intervenciones sanitarias de poco valor y en oportunidades para desimplementar tratamientos inefectivos o perjudiciales que los pacientes están recibiendo actualmente. Todas estas colecciones se irán actualizando periódicamente, y su objetivo es no solo aportar evidencia, sino también crear una base para la colaboración en un asunto tan complejo como es la retirada de lo que no funciona, pero consume importantes recursos.

“No estamos recomendando que se abandonen estas intervenciones, sino simplemente que los responsables de la toma de decisiones tengan en cuenta esta evidencia”, señalan los autores de esta colección en un editorial. “Si estas intervenciones ya se han interrumpido o reducido debido a la pandemia de covid-19, los responsables políticos, los profesionales, los pacientes y el público deben ser conscientes de que sería más seguro no volver a las prácticas anteriores a la pandemia. En cambio, si las intervenciones han continuado, los responsables de la toma de decisiones podrían considerar la mejor forma de desimplementarlas”.

Durante la pandemia, el uso de los servicios sanitarios se ha reducido aproximadamente en un tercio, aunque con variaciones importantes, y principalmente entre los pacientes con enfermedades menos graves. Esta situación inédita constituye un extraordinario experimento natural sobre los efectos, positivos y negativos, de la reducción de la asistencia sanitaria, que está pendiente de estudiar a fondo. Todos estos estudios ayudarían a estimar hasta qué punto urge desimplementar algunas intervenciones y cuáles son las prioritarias.


Autor
Gonzalo Casino es periodista científico, doctor en medicina y profesor de periodismo en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Ha sido coordinador de las páginas de salud del diario El País durante una década y director editorial de Ediciones Doyma/Elsevier. Publica el blog Escepticemia desde 1999.

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Columna patrocinada por IntraMed y la Fundación Dr. Antoni Esteve