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Determinados pedófilos utilizan técnicas de distracción similares a las usadas por los magos en el escenario

SUSANA MARTÍNEZ-CONDE | Artículo original

Sexto hijo en una familia de 11 hermanos, Jimmy Hinton nació en Shanksville (Pennsylvania, EEUU) en 1979, a un kilómetro y medio de distancia del campo donde se estrelló el vuelo 93 de United Airlines el 11 de septiembre del 2001. La tragedia del 11-S, pese a su proximidad física, no fue la que ejercería el mayor impacto en la familia de Hinton. El más terrible cataclismo llegó 10 años más tarde, en el 2011, cuando una hermana de Hinton le confesó que el padre de ambos había abusado de ella sexualmente durante su infancia, y que le preocupaba que hubiera otras víctimas. Con el apoyo de su hermana y su madre, Hinton presentó una denuncia contra su padre, John Wayne Hinton, antiguo pastor en la misma congregación rural de Somerset, Pennsylvania, en la que actualmente predica Jimmy.

Durante la investigación policial subsiguiente, John Wayne confesó haber abusado sexualmente de 23 víctimas, todas con edades entre los tres y los once años. Por estos delitos recibió una condena de 30 a 60 años de cárcel. Hoy en día Jimmy Hinton colabora con asociaciones de víctimas y organismos policiales para prevenir la incidencia de abuso sexual a menores y alertar a grupos de riesgo. Entre las funciones de Hinton se encuentra el instruir a dichas organizaciones sobre cómo identificar las técnicas encubiertas que emplean los abusadores, e intervenir antes de que se cometa un asalto a un menor.

Durante todo este tiempo, Hinton ha mantenido contacto con su padre. “Me trastornó que hubiera sido capaz de abusar de tantas víctimas durante décadas”, explica. “Él fue pastor durante más de 30 años, respetado por toda la congregación. Me obsesionó que no nos hubiéramos dado cuenta de sus abusos”. Tras el juicio y condena de John Wayne, Jimmy leyó numerosos trabajos de investigación sobre la pedofilia, pero le decepcionó la falta de respuestas de los especialistas. Entretanto, John Wayne le escribía desde la cárcel, diciéndole que había podido abusar de sus víctimas delante de sus padres y de personal de guarderías. Hinton dejó de preguntarle a su padre por qué lo hizo, y comenzó a cuestionarse cómo lo hizo.

A la vista de todos

Las lecturas de Hinton le llevaron al libro ‘Los engaños de la mente’ [escrito por Stephen Macknik y la autora de este artículo], sobre cómo funcionan los trucos de magia en la mente del espectador. “Este libro me proporcionó un cambio de paradigma instantáneo”, asevera Hinton. “De pronto, todo tuvo sentido. Me di cuenta de que las investigaciones [de Macknik y Martínez-Conde] sobre la magia reflejaban lo que me escribía mi padre sobre el engaño a la vista de todos”. 

Hinton plantea que determinados pedófilos utilizan técnicas de distracción similares a las usadas por los magos en el escenario. En tales casos, el encontrarse los padres en el mismo recinto no es garantía de protección a los pequeños. Este fue el caso de Larry Nasar, médico de las gimnastas olímpicas de EEUU, y acusado de abusos sexuales a 250 niñas durante dos décadas.  

“Los padres de las víctimas nunca sospecharon que un médico pudiera cometer un asalto sexual estando ellos en la sala”, indica Hinton, añadiendo que una situación similar ocurre en las iglesias. “Nadie espera que un niño pueda ser abusado dentro de un templo, especialmente durante el servicio religioso. Esta ignorancia le da al abusador la oportunidad de aprovecharse de los niños delante de las mismas personas que debieran protegerlos”.

Los pedófilos evalúan a la familia

Hinton considera que -al igual que los magos- los pedófilos practican para perfeccionar sus técnicas. Advierte además que no solo seleccionan al niño más vulnerable, sino también a los adultos más desprevenidos. Afirma que los abusadores evalúan a la familia en su conjunto con una serie de pruebas benignas antes de comenzar el abuso sexual. “Necesitan tener la certeza de que ni el niño ni los adultos los delatarán, y la forma de asegurarse es poner a prueba a la familia una y otra vez antes de que empiece el abuso”.

Para combatir estas situaciones, Hinton recomienda entender las vulnerabilidades de los adultos, e instruir mejor a los niños. “Muchas de las víctimas de abuso infantil no saben que han sido abusadas sexualmente hasta muchos años después”, se lamenta. En este sentido, la comunicación es clave. “Cuando tenemos un mal presentimiento sobre alguien, lo más común es no comentarlo con nadie. Pero a menos que hagamos preguntas, nos comuniquemos y formemos redes, nuestros temores y recelos permanecerán aislados, y los abusadores continuarán abusando sin impedimentos.” 

*Neurocientífica y catedrática de la State University of New York. Miembro de la Red de Científicas Comunicadoras.