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Si los insectos se consumen cuando son larvas o adultos, sus propiedades nutricionales cambian por completo

CARMEN BARBA GONZÁLEZ-ALBO | Artículo original

Sí, los insectos se comen enteros, con intestinos y todo su organismo incluido. Lo que ocurre es que no siempre se consumen los insectos adultos, muchas veces lo que se come son las larvas. En este caso puede que la larva no haya desarrollado aún su intestino que en el caso de los individuos adultos sí está totalmente desarrollado. Pero más interesante aún que si tienen o no intestino cuando sirven de alimento es que en función de si se consumen cuando son larvas o adultos, sus propiedades nutricionales cambian por completo. Las larvas tienen mucho mayor contenido en grasa y los adultos tienen más contenido en proteína.

Es precisamente ese alto contenido de proteínas lo que ha llevado en los últimos años a que se promueva el consumo de insectos como alimento, lo que se llama entomofagia. La FAO por ejemplo, tiene desde el año 2003 un programa en marcha en varios países dedicado precisamente a ello. Aunque a nosotros en España nos puede parecer repugnante, hay muchos países en los que comer insectos es un hábito cultural normal. Y no hay duda de que nuestros antepasados debieron sobrevivir, probablemente en muchos lugares, gracias a que se alimentaron de insectos. Así que comer insectos no es algo nuevo. Lo que sí es nuevo es que se proponga su consumo extensivo. Y eso está empezando a ocurrir.

En los lugares, como nuestro país, en los que no ha sido habitual, no es probable que de pronto nos pongamos a comer hormigas o larvas como aperitivo. Pero hay otros modos de introducir a los insectos en la dieta. Esos modos se están estudiando y existen ya empresas, también en España, que están empezando a comercializar productos cuya base son precisamente los insectos. En enero de este año se aprobó una norma en la Unión Europea, la llamada Novel Foods (nuevos alimentos) que incluye los insectos en la lista de los alimentos que pueden venderse y consumirse.

La ciencia también está trabajando con ellos. Las vías para que su consumo se popularice parece que pasan por convertirlos en harinas con las que después fabricar alimentos o extraer de ellos las proteínas y usar estas para elaborar comidas. Las razones de este interés en los insectos son varias. La primera es su alto contenido en proteínas que es incluso superior al de la carne. Pero aún más importante es que para producir esas proteínas los insectos son un alimento de una enorme eficiencia en la tasa de conversión que es como llamamos a la cantidad de alimento que hay que emplear para aumentar la cantidad de carne. Esa tasa cambia entre unos animales y otros pero, por ejemplo, el vacuno necesita ocho kilos de alimento para aumentar un kilo de carne. En el caso de los insectos solo necesitan dos kilos de comida para hacer un kilo más de carne. Así que son mucho más económicos.

También en el gasto de agua que es uno de los problemas más importantes en la ganadería. La FAO recuerda que los insectos consumen mucho menos agua que el ganado tradicional. Y todo esto se refiere al consumo pero también tienen ventajas cuando hablamos de enfermedades. El organismo internacional dependiente de la ONU asegura que no se conocen casos de transmisión de enfermedades a humanos por el consumo de insectos, siempre que hayan sido manipulados en iguales condiciones de higiene que cualquier otro alimento. Sí pueden los insectos provocar alergias, como ocurre por ejemplo con los crustáceos, es decir, los mariscos. Pero si los comparamos con los animales que consumimos tradicionalmente en nuestra cultura, estos pequeños y abundantes bichos parecen tener un riesgo menor de transmisión de zoonosis que es como llamamos en ciencia a las infecciones que los animales nos contagian a las personas y que, en algunos casos son muy peligrosas, como la encefalopatía espongiforme bovina o mal de las vacas locas o la gripe aviar que pueden pegarnos las aves.

Así que creo que es bastante probable que en un futuro cercano consumamos galletas, barras energéticas o tortitas realizadas a partir de harina de insectos. Si esos alimentos procesados están ricos y tienen buena apariencia, y nadie duda de que lo estarán, lo más probable es que acabemos comiendo insectos, con sus intestinos.


Pregunta realizada por email por Alessandro Monari


Carmen Barba González-Albo. Doctora en Química y Tecnología de los Alimentos. Profesora Ayudante Doctor en la Universidad Pública de Navarra.


Coordinación y redacción: Victoria Toro


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