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Alrededor del 2% de los científicos admite haber falsificado una investigación en al menos una ocasión, según los resultados de una revisión sistemática publicada en 2009 en la revista PLoS One. Sin embargo, hasta un 33% reconoce otras prácticas cuestionables, como el plagio, la publicación duplicada, los cambios no divulgados en los protocolos de investigación u otras conductas de ética dudosa. No hay duda de que los casos descubiertos sobre mala conducta en la publicación de resultados científicos son solo la punta de un iceberg y que en muchas ocasiones estas actuaciones apenas se denuncian.
Más allá de la financiación, los conflictos de intereses en la comunicación científica pueden surgir en situaciones más comunes, por ejemplo, cuando el autor de un manuscrito sugiere a un amigo para su revisión o cuando el director de una revista siente especial predilección por artículos de sus colegas. El choque de intereses en la edición científica es el tema con el que la Fundación Dr. Antonio Esteve decidió iniciar el 24 de abril de 2009 en Sitges los Esteve Foundation Discussion Groups.
Harvey Marcovitch, presidente del Committee on Publication Ethics(COPE) y editor asociado del British Medical Journal fue el encargado de conducir la jornada Conflict of interest in science communications: More than a financial issue. Las conclusiones a las que llegaron sus ochos participantes son las que conforman este artículo publicado en el Croatian Medical Journal.
Junto a Marcovitch, el resto de autores que aportaron su punto de vista sobre el conflicto de intereses fueron Virginia Barbour, editora jefe dePLoS Medicine; Magne Nylenna, profesor del Norwegian Knowledge Centre for the Health Services; Ana Marušić, editora jefe del Croatian Medical Journal; Carme Borrell, editora asociada del Journal of Epidemiology and Community Health, Esteve Fernández, director de Gaceta Sanitaria,Helen MacDonald, editorial registrar del British Medical Journal, y Fèlix Bosch, director de la Fundación Dr. Antonio Esteve.