En momentos de crisis como el actual, en los que las inversiones públicas en investigación se encuentran bajo mínimos, las iniciativas de mecenazgo adquieren una nueva relevancia. Aún así, a su alrededor se plantean muchos interrogantes. ¿Se pueden mantener los modelos filantrópicos seguidos hasta ahora? ¿Es necesario buscar nuevas estrategias de colaboración? ¿La situación en Catalunya es similar a la de España, Europa y Estados Unidos o existen rasgos diferenciales insalvables? ¿Cuáles son las reglas de juego actuales y hacia dónde deberíamos dirigirnos para reforzar la filantropía en investigación e innovación biomédica en Catalunya?

Son algunas de las cuestiones que se pusieron encima de la mesa en la jornada que se celebró el pasado 25 de octubre de 2013 en el hotel Gallery de Barcelona, presidida por Josep Esteve, presidente de la Fundación Dr. Antonio Esteve, y coordinada por Joan Bigorra, director de innovación del Hospital Clínic de Barcelona, y Fèlix Bosch, director de la Fundación Dr. Antonio Esteve.

Inauguró la jornada Lluís Pareras, del Área de Innovación y Tecnología del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona y director de Healthequity, con una visión crítica y actual de la filantropía empresarial y los micromecenazgos en investigación biomédica. Para él, mientras que Catalunya es experta en transformar el dinero en conocimiento, no lo es tanto a la hora de volverlo a convertir en dinero. Una de las maneras de atraer nuevos talentos, añadió, es mediante los incentivos.

A continuación, Ricard Valls, de la consultoría Zohar, planteó cómo está actualmente el mercado de captación de recursos privados en I+D en España y Catalunya y ofreció un dato determinante: la filantropía en Catalunya destinó casi 50 millones de euros en I+D en 2011. En su opinión, existe un problema de comunicación de los resultados en investigación a la sociedad y también una falta de entrenamiento de nuestros científicos a la hora de recaudar dinero, una tarea perfectamente asumida en países como Estados Unidos.

Ignasi Costas, del bufete de abogados Rousaud Costas Duran, se centró en la Ley de Mecenazgo y en su necesaria modificación, en principio programada para el primer semestre de 2014, que quiere incluir una mejora de los incentivos fiscales, una ampliación de las entidades beneficiarias y una ampliación del concepto de donación, para incluir así de forma expresa las donaciones de servicios, como las asesorías, consultorías o espacios de publicidad.

La perspectiva desde una fundación científica la proporcionó Jordi Camí, director de la Fundación Pasqual Maragall para la investigación sobre el Alzheimer, que tal y como recordó nació en 2008, paralelamente a la crisis económica. Camí quiso ejemplificar el difícil camino para la obtención de recursos de esta institución sin ánimo de lucro, camino que requiere una enorme inversión de tiempo. “El gran reto de las instituciones científicas es generar confianza entre los donantes”, concluyó el también director del Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona.

El siguiente turno fue para la visión desde una fundación hospitalaria, que representó Josep Maria Piqué, director general del Hospital Clínic de Barcelona. Piqué quiso destacar que las donaciones en España están a un nivel cuantitativo muy parecido al de los países de la Unión Europea pero que se necesita reforzar el alineamiento de los trabajadores con la causa. “Cada médico, cada enfermera, es un agente para obtener donaciones en una institución hospitalaria”, afirmó. También hizo hincapié en la donación de equipamientos, que no siempre puede resultar beneficiosa si antes no se realiza un estudio previo.

Cerró la jornada Enric Banda, director del Área de Ciencia, Investigación y Medio Ambiente de la Fundación La Caixa, una entidad que entre 2007 y 2013 ha destinado más de 88 millones de euros a la investigación. Asegura que en estos tiempos que corren cada vez es más frecuente la colaboración entre entidades filantrópicas y aboga, por último, por el concepto de investigación e innovación responsable, que supone la intervención de todos los actores sociales y que, por tanto, aliena mejor sus resultados con los valores, las necesidades y las expectativas de la sociedad.