GONZALO CASINO / @gonzalocasino / gcasino@escepticemia.com / www.escepticemia.com

Sobre el cherry picking o la selección oportunista de estudios médicos y evidencias

La calidad de la fruta puede ser muy distinta dependiendo de si la selecciona el vendedor o el comprador. Cuando el cliente puede escoger las cerezas (o cualquier otra fruta), tiende a elegir las más sanas y apetecibles. La expresión inglesa cherry picking se basa precisamente en esta analogía con la selección de fruta y designa toda una forma torticera y manipuladora de argumentar. Para cargarnos de razón y defender nuestra opinión, podemos elegir los ejemplos, hechos y datos que mejor se ajusten a nuestra posición, ignorando todos aquellos que la contradigan. Pero esta no es una manera apropiada de razonar cuando lo que se persigue es la verdad o al menos la verosimilitud. En lógica, esta forma falaz de argumentar se denomina falacia de evidencia incompleta o por supresión de pruebas. Y en el ámbito de la salud, cuando se invocan estudios científicos para respaldar una opinión o intervención, este tipo de razonamiento erróneo es demasiado habitual.

El cherry picking de estudios médicos es hoy más sencillo que nunca gracias a internet y a la abrumadora cantidad de investigaciones sobre muchas cuestiones relacionadas con la salud. No es difícil encontrar estudios aislados que confirmen o refuten una determinada posición. Un caso especialmente elocuente es el de los estudios epidemiológicos sobre dieta y cáncer, pues para una gran variedad de alimentos existen investigaciones que los asocian tanto con una reducción como con un aumento del riesgo de cáncer. En nombre de la ciencia, es posible bendecir o poner en la picota tal o cual alimento –o cualquier intervención médica–, seleccionando para ello los estudios científicos más convenientes. Pero esto es invocar en vano el nombre de la ciencia. Se puede hacer por ignorancia o con intención, pero resulta especialmente grave cuando lo hace un supuesto experto.

La ciencia avanza lentamente, con vacilaciones y controversias

Uno de los mitos más generalizados sobre la naturaleza de la ciencia es el suponer que un solo estudio o experimento nos dice prácticamente todo lo que necesitamos saber sobre un fenómeno o intervención médica. En realidad esto no es lo habitual en ciencia y en medicina, aunque haya bastantes excepciones. Así, por ejemplo, tras el descubrimiento de la insulina, el efecto de su administración en unos pocos diabéticos resultó tan espectacular que no ha sido necesario realizar ensayos clínicos. Sin embargo, y contra lo que cree mucha gente, la ciencia avanza lentamente, con vacilaciones y controversias. Por lo general, hacen falta muchas investigaciones, realizadas por equipos de investigadores diferentes, para esclarecer una pregunta científica. Y solo entonces, cuando existe una masa crítica de estudios de calidad, es posible sacar conclusiones con confianza.

En ciencia en general y en biomedicina en particular, la unidad de conocimiento científico no es el estudio aislado, sino la revisión sistemática completada con un metaanálisis, es decir, una estimación estadística global del efecto de una intervención. El concepto de revisión sistemática es uno de los grandes logros de la medicina científica, y lo que ha dado pie a la medicina basada en la evidencia y al desarrollo de guías clínicas rigurosas para ayudar a los médicos a tomar decisiones. Un estudio no es más que una cereza en el cesto, por lo que tiene poco sentido mostrar una fruta bien escogida cuando lo que interesa es conocer el conjunto. La selección oportunista de evidencias puede ser apropiada en el trabajo de un abogado defensor, pero no lo es en el de un juez, un científico, un periodista o un médico, profesiones todas ellas que, cada una a su manera, buscan la verdad. La situación del médico es si cabe más complicada, ya que, además de la evidencia científica, ha de considerar las características y las preferencias de cada paciente.


Autor
Gonzalo Casino es periodista científico, doctor en medicina y profesor de periodismo en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Ha sido coordinador de las páginas de salud del diario El País durante una década y director editorial de Ediciones Doyma/Elsevier. Publica el blog Escepticemia desde 1999.

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Columna patrocinada por IntraMed y la Fundación Dr. Antonio Esteve:

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