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La planificación urbana debe tener entre sus principales objetivos fomentar el bienestar de la población

CARME BORRELL | Artículo original

‘Construyendo salud’ es el título de un informe publicado en el 2007 por el National Heart Forum del Reino Unido que me parece muy útil como punto de partida para este artículo. El entorno físico en el que vivimos, que incluye el entorno natural (clima, geografía) y el entorno construido (vivienda, urbanismo) influencia nuestra calidad de vida y por lo tanto nuestra salud. La planificación urbana acaba determinando los lugares donde las personas viven, trabajan, se relacionan y se divierten y, por ello, es necesario que una de sus características sea fomentar la salud de la población.

Tal como explica el experto en demografía Antonio López-Gay, el médico Pere Felip Monlau, ya en 1841, destacó en su informe ‘Abajo las Murallas!!!’ (de Barcelona) que el entorno urbano está relacionado con el bienestar de las personas. Más adelante, también Ildefons Cerdà señaló la importancia de la urbanización para hacer crecer el bienestar individual y la felicidad colectiva.

Contaminación, tráfico y ruido

Hugh Barton, experto en planificación urbana y salud, considera que la salud aporta una motivación lógica que da coherencia al diseño y ordenación del espacio. Señala, por ejemplo, cómo las agendas sobre el cambio climático y el aumento de la obesidad pueden acabar en políticas integradas. Lo muestra con el uso del coche, ya que este funciona con combustibles fósiles y produce emisiones, y al mismo tiempo es un elemento que facilita la inactividad física. Por tanto, las políticas que fomenten ir a pie o en bicicleta (lo que llamamos movilidad sostenible), acaban mejorando la salud de las personas, las ciudades y el planeta.

Según el Glasgow Centre for Population Health, la influencia del entorno construido en nuestra salud se produce a través de diferentes aspectos. En primer lugar, la calidad del aire. Es bien sabido que la contaminación del aire que respiramos está relacionada con el aumento de enfermedades, como por ejemplo las enfermedades respiratorias, las cardiovasculares, o incluso la mortalidad. En ciudades como las nuestras, esta contaminación está producida fundamentalmente por la circulación de vehículos motorizados. Un segundo aspecto es el tráfico, el uso de vehículos, y sobre todo de motocicletas, es una causa de lesiones y defunciones importante, sobre todo en las personas más jóvenes. En tercer lugar, el ruido. Los altos niveles de ruido afectan a las horas de sueño y pueden repercutir en la salud mental. En Barcelona, ​​el ruido tiene dos causas importantes: el ruido nocturno en algunos barrios donde hay un impacto importante del turismo y el ocio nocturno, como por ejemplo Ciutat Vella, Poble Sec y Gràcia, y el ruido producido por los vehículos en los barrios donde hay más tráfico, como el Eixample.

Vivienda y organización de los barrios

Otros aspectos que se derivan de la planificación urbana y tienen influencia en la salud son la vivienda y la organización de los barrios. Ya hemos comentado anteriormente cómo la vivienda tiene influencia en la salud de la población, tanto por sus aspectos físicos (aislamiento, humedades, mala ventilación…) como sus aspectos sociales (la falta de asequibilidad de la vivienda debido al coste de la misma). El barrio también es importante, ya que su configuración puede fomentar más o menos la calidad de vida. Barrios que tengan espacios seguros para caminar, parques o plazas con zonas verdes, espacios donde el tráfico está limitado (como las supermanzanas de Barcelona) o aquellos con los equipamientos necesarios para la vida diaria (escuelas, centros de salud, comercios con oferta de alimentación saludable, espacios para jugar o hacer deporte) serán barrios más saludables. Por otra parte, barrios donde las relaciones sociales son abundantes, con organizaciones y espacios que las fomentan, serán también barrios ricos en bienestar.

De hecho, hay abundante bibliografía científica que relaciona los espacios verdes con la salud física y mental. La proximidad a establecimientos que venden alimentación saludable a precios accesibles, la menor densidad de establecimientos ‘fast-food’, la movilidad sostenible y la actividad física están relacionados con la disminución de la obesidad y la mejora de la salud. El fomento de la movilidad sostenible dependerá de la existencia de espacios para llevarla a cabo y de la proximidad de los equipamientos que utilizamos.

Por todos estos motivos, la interrelación entre la planificación urbana y las políticas de salud pública es más que necesaria, en beneficio no solo del bienestar de la población sino también de nuestro planeta.

La autora de este artículo forma parte de la Red de Científicas Comunicadoras de El Periódico.