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GONZALO CASINO / @gonzalocasino / gcasino@escepticemia.com / www.escepticemia.com

Sobre las búsquedas de Google y los sesgos ideológicos y anticientíficos

La fórmula de la Coca-Cola pasa por ser uno de los grandes secretos industriales. Ahora que esta marca ya no es la más valiosa del mundo y ha sido desplazada por Apple, Google y otras compañías tecnológicas, la fórmula secreta más codiciada bien podría ser la del algoritmo de Google, el buscador que usan dos de cada tres internautas. Los primeros resultados que ofrece este buscador son los que más se usan, por lo que Google tiene un enorme poder sobre la información que manejamos y la visión de la realidad que proyecta. No es de extrañar, por tanto, que el secretismo sobre los factores de este algoritmo no deje de suscitar especulaciones. “Google y otros están suprimiendo las voces de los conservadores. Están controlando lo que podemos y no podemos ver”, clamó en un tuit Donald Trump en 2018. Pero la preocupación sobre los posibles sesgos ideológicos del buscador y la posibilidad de que su algoritmo incorpore algunos prejuicios humanos es generalizada.

Para analizar si Google es más de izquierdas o de derechas, la revista liberal The Economist ha hecho un experimento comparando la presencia de diversos medios de comunicación en los resultados de búsqueda con la de una predicción estadística basada en la credibilidad de dichos medios. En este experimento, realizado en un lugar de ideología centrista de Kansas (EE UU) tras borrar el historial de búsquedas del navegador, se buscaron 31 términos todos los días de 2018. Y sus resultados, publicados el 8 de junio de 2019, muestran que Google favorece los medios con mejor reputación, pero no parece tener un sesgo ideológico; simplemente, hay menos resultados de los medios más radicales y menor credibilidad. El estudio no demuestra que Google sea imparcial, como advierte The Economist, pero confirma que su algoritmo favorece la credibilidad y las noticias más virales.

Tanto la credibilidad como la densidad de enlaces son dos de las señas de identidad del algoritmo de búsqueda de Google, que no ha dejado de evolucionar y sofisticarse. Ahora, en realidad, no es uno sino una serie de algoritmos que tienen en cuenta centenares de factores, desde la historia de búsquedas del internauta hasta su ubicación. Además, el peso de cada factor parece cambiar en función de la naturaleza de la consulta (si se trata, por ejemplo, de una búsqueda sobre noticias, se prima el contenido de actualidad). La inteligencia artificial late cada vez más en el corazón del buscador, aunque, como la empresa reconoce, hay miles de expertos externos que velan porque los resultados de búsquedas sean de relevantes, útiles y de calidad.

La calidad de la información de las búsquedas es más fácil de analizar cuando se trata de un asunto científico. En el ámbito académico hay algunos estudios, como los del grupo del italiano Pietro Ghezzi, que ha analizado las características de los 200 primeros resultados que ofrece Google cuando se buscan los términos “vacuna” y “autismo” en diferentes idiomas y países. Los resultados de este estudio son muy interesantes, pues muestran que la calidad de la información no es la misma en todas las ubicaciones e idiomas. Las búsquedas en francés y chino, por ejemplo, presentan una mayor proporción de información antivacunas; y, en inglés, el porcentaje de resultados provacunación es mayor en EE UU que en el Reino Unido y Australia.

De alguna manera, el algoritmo de Google parece tener en cuenta las características de los usuarios. Pero, como la fórmula del buscador es secreta, realmente no es posible saber hasta qué punto el algoritmo que quizá más influye en la información que manejamos es permeable a los prejuicios humanos. Si no fuera secreta, quién sabe cómo cambiarían las búsquedas y la interpretación de sus resultados.


Autor
Gonzalo Casino es periodista científico, doctor en medicina y profesor de periodismo en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Ha sido coordinador de las páginas de salud del diario El País durante una década y director editorial de Ediciones Doyma/Elsevier. Publica el blog Escepticemia desde 1999.

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Columna patrocinada por IntraMed y la Fundación Dr. Antoni Esteve