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Aumentar los espacios verdes y reducir la contaminación urbana disminuiría el riesgo de partos prematuros

CARME VALLS-LLOBET | Artículo original

La prematuridad es un factor de riesgo de morbilidad y mortalidad infantil en todo el mundo, y la frecuencia de nacimientos prematuros ha aumentado de forma muy acusada en los últimos 20 años. En Estados Unidos se ha incrementado en más del 30% desde 1981, y en el 8% desde 1990. El aumento más importante ha sido el de la prematuridad moderada (nacimiento a entre las 32 y las 36 semanas), pero la prematuridad muy precoz (menos de 32 semanas) también está aumentando.

Se barajan varias causas que en muchos casos se pueden sumar. El estrés físico y mental de las madres ya fue un primer factor basado en estudios que se presentaron en el primer Congreso Internacional de Mujeres, Salud y Trabajo celebrado en Barcelona en 1996. Esta situación de estrés muestra también un gradiente de clase y de territorio y son superiores los índices de prematuridad, entre colectivos laborales, que trabajan a precario, con esfuerzo físico, y en Catalunya con predominio en la zona del Baix Llobregat y la Catalunya central.

Estrés y desnutrición de las madres

También la prematuridad muy precoz estaba asociada a situaciones de estrés y desnutrición de las madres, y los embarazos con gemelos. El problema es que, a partir de la utilización de nuevas tecnologías reproductivas y la utilización de varios embriones para asegurar el resultado, los partos de mellizos y trillizos se han multiplicado, y por lo tanto, han aumentado también los índices de prematuridad por debajo de las 32 semanas. Aunque en los embarazos de gemelos existe también un componente genético.

Pero hay nuevas evidencias científicas, que están demostrando que algunos factores ambientales son causa de prematuridad y habían permanecido invisibles hasta ahora. El trabajo Euro-Peristat, financiado por la Unión Europea, ha analizado la morbilidad perinatal en 29 países y sus resultados se presentaron en mayo del 2013. Según explica Francisco Bolumar –catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alcalá y coordinador del estudio–, España es el país donde más se ha incrementado el bajo peso al nacer, que pasó del 7,6% al 8,7%, y el índice de prematuridad se ha mantenido entre los altos, el 8% de los recién nacidos.

Existen evidencias epidemiológicas de que la exposición prenatal a plomoéteres del glicoldisolventescadmiomercurio y químicos organoclorados está relacionada con la prematuridad y el bajo peso al nacer. Muchos disolventes orgánicos presentes en los lugares de trabajo –como el benceno, tolueno y xileno– pueden atravesar la placenta. Por ello, es prudente recordar a los servicios de prevención que las mujeres embarazadas que trabajan con disolventes han de llevar ropa adecuada para protegerse y minimizar la exposición. Este consejo es especialmente relevante para las profesionales sanitarias que tienen más contacto con los disolventes. Pero las exposiciones laborales no son las únicas exposiciones tóxicas.

Numerosos estudios han examinado la asociación entre la polución del aire y algunas complicaciones en el embarazo, pero los estudios se estaban realizados con grupos pequeños y heterogéneos. Sin embargo diversos grupos de salud pública en varios países han estudiado la relación entre partículas pequeñas (partículas de diámetro de menos de 2,5 micras) PM 2,5 y las complicaciones de los embarazos. En CanadáStieb y colaboradores (2016), después de haber analizado tres millones de nacidos vivos entre 1999 y el 2008, incluyendo áreas urbanas y rurales, apreciaron la asociación entre las áreas con mayor polución, y el bajo peso al nacer o el peso inferior a la edad gestacional, y con el índice de prematuridad. En la ciudad de Los ÁngelesCoker (2016) asoció las zonas con mayor contaminación aérea con altas concentraciones de óxido nitroso y partículas pequeñas con bajo peso al nacer y prematuridad, coincidiendo estas zonas con las urbanas con mayores condiciones adversas. La asociación se confirmó en otras  regiones estudiadas en Estados Unidos (Hao, 2016).

También en Estocolmo (Olsson, 2015) la mayor polución de tráfico se vinculó con un riesgo más elevado de prematuridad en relación al incremento de óxido de nitrógeno y trastornos hipertensivos en el final del embarazo. El incremento de espacios verdes en las ciudades y reducir la contaminación del espacio urbano puede reducir el riesgo de prematuridad. Un riesgo que ha sido invisible hasta hace pocos años.