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CARLOS DIEGO IBÁÑEZ ARIAS* | Artículo original

Atrás quedaron esos tiempos en los que la red social TikTok era poco más que un huracán de bailes virales. Ha sabido madurar, dejando atrás la idea de que solo es una plataforma para exponerse y luchar por Likes sin entregar contenido, solo entretenimiento. Actualmente es un crisol de oportunidades. El entretenimiento se mantiene pero ahora revestido, en muchos casos, de contenidos importantes. Ahora, definitivamente, es uno de los pocos lugares donde realmente podremos lograr la atención de los cautivos adolescentes. El 68% de la llamada generación Z, la que nació después del 2000 y que supone el 34% de la población mundial, está en esta plataforma. En 2021, TikTok  cerró con 656 millones de usuarios, y ya se predice que llegará a los 800 millones al término del 2021, de acuerdo con insider.

TikTok es una red social muy particular. Además de basarse exclusivamente en la presentación de videos con extensión máxima de 3 minutos, se diferencia de otras – como Twitter, Facebook o Instagram- en que prioriza mostrar el contenido que te puede interesar sin importar de donde venga (normalmente vemos videos de cuentas nunca vistas por nosotros). Tal es el interés por el formato de esta red social que Instagram y Facebook buscan imitarlo.

De acuerdo con Clara Nellist, una investigadora que trabaja en el CERN y que divulga a través de esta red social, TikTok disfruta entrando en el mundo de las personas y encontrando lo que les gusta en poco tiempo: si es ciencia, eso les mostrará.

Desde sus inicios en China, la plataforma tiene una gran variedad de herramientas, principalmente aquellas que se asocian con tendencias virales (sonidos, filtros y la herramienta de edición/grabación de video principalmente) y que son utilizadas por muchos usuarios y premiadas por la aplicación. Los comunicadores científicos pueden adaptar su tono y lenguaje divulgativo frente a todo lo que presenta la aplicación, pero la más utilizada es el filtro pantalla verde, que pega una imagen como fondo y sobre el que se da una explicación (como se puede ver aquí).

“Hoy por hoy, los consumidores ya no distinguen entre medios sino entre contenidos”, cuenta Magdalena Trapiella, directora de marketing de Mediacom Spain. Este formato “debe transmitir con precisión la ciencia, pero también debe ser entretenido y abordar el tema con matices y sensibilidad”, escribe la periodista especializada en bienestar Rina Raphael. También agrega Clara Nellist que la audiencia tiene una capacidad de atención muy corta, por lo tanto, es preferible un video de 15 segundos sobre uno de 3 minutos.

La aparición de artículos científicos sobre el uso de TikTok ( Aquí, aquí, aquí y aquí) muestra, de acuerdo con una publicación de la revista Frontiers in sports and active living, que “la extensión y popularidad de la plataforma […] tiene el potencial para ser una fuente de información biomédica en la población adolescente”. Esto se vio reforzado por la pandemia del SARS-COV-II, desde las dos caras de una red social: por parte del creador de contenido y por el consumidor.

Clara Nellist, por ejemplo, ya se dedicaba a actividades de divulgación científica para escolares, pero la pandemia canceló todo tipo de actividad presencial y entonces se vertió a las redes, específicamente TikTok, para continuar con la divulgación.

Desde la otra vereda, las personas necesitaban encontrar una fuente confiable de información. Un artículo del Journal of Microbiology and Biology education entrega una clave: “El aumento del uso de las redes sociales durante las prácticas de distanciamiento social en la pandemia de la COVID-19 enfatizó el valor y poder de la comunicación científica efectiva a través de las mismas redes sociales”.

No todo es miel sobre hojuelas. Dado que cualquiera puede subir contenidos a las redes sociales, hay muchísimos creadores que viralizan desinformación. En un artículo del The New York Times sobre la desinformación en TikTok señalan que “también está la “cientifización”, un término que los desacreditadores (científicos y divulgadores que les responden a los desinformadores) emplean para describir cómo los creadores de pseudociencia usan un lenguaje que parece científico para opinar sobre temas de salud, seleccionan estudios para apoyar afirmaciones falsas o citan investigaciones que parecen relevantes pero que no lo son.”.

Refutar afirmaciones engañosas comentando cual es realmente la posición sobre el tema para la ciencia actual puede ser un estímulo para que comunicadores y científicos se adentren en el mundo de las redes sociales. Actualmente este “subgénero” está siendo muy popular en TikTok.

Un artículo que estudió el impacto de las vacunas contra la COVID-19 lo resume así: “Estas tendencias deben ser consideradas para planificar intervenciones que promuevan la vacunación (u otra actividad biomédica) entre los adolescentes”.

Conviene tener claro que TikTok no es una red social para hacer networking o para promocionar el artículo recientemente publicado. Dejemos eso a LinkedIn y Twitter. Esta otra plataforma, por el alcance, las herramientas y la diversidad de lenguajes comunicacionales que emplea, puede ser una puerta para mostrar al mundo, y en concreto a los más jóvenes, el día a día de los protagonistas de la ciencia. Para alcanzar a esas nuevas generaciones es inevitable utilizar su lenguaje y sus vías de comunicación. Es la única forma de que los adolescentes sepan que detrás de la ciencia hay personas normales y corrientes con mucho por contar.


* Carlos Diego Ibáñez Arias es divulgador científico Chileno, Máster en comunicación científica por la Universidad Pompeu Fabra, Licenciado en Biología y Profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Tiene su canal CIENCIACERCA (@ciencia.cerca) en Instagram y TikTok.