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La capacidad de fijación de CO2 del terreno depende de la actividad a la que se dedica y con la actividad humana se rompe el balance

COVADONGA PEVIDA | Artículo original

Hay un poco de confusión porque se destaca siempre que los terrenos son sumideros de carbono pero, a la vez, también son fuentes. La duda de la lectora que nos escribe nace de una aparente contradicción: las plantas absorben CO2 y sin embargo se dice que la roturación de nuevas tierras por el cambio climático podría liberar millones de toneladas de este gas.

La fotosíntesis de las plantas es parte de un ciclo natural, el ciclo del carbono. El problema es que la actividad humana perturba los flujos de este ciclo. Efectivamente, las plantas tienen la capacidad de absorber CO2. Pero a lo largo de la historia, la actividad humana ha modificado el uso de los terrenos. Ha habido deforestaciones ya sea para el uso de la madera o para convertir esos terrenos en zonas de cultivo agrícola. Y lo que ocurre es que la capacidad de fijación de CO2 del terreno depende de la actividad a la que se dedica y, como te decía, con la actividad humana se rompe el balance. De ahí que sí haya emisiones asociadas a lo que se conoce como el cambio del uso de la tierra.

En concreto, el lector se refiere a que el cambio climático ha hecho que haya muchos terrenos que antes se cultivaban y ahora están dejando de ser aptos para el cultivo. Eso obliga a que terrenos que no estaban destinados a uso agrícola ahora sí se estén destinando al cultivo. Y esto rompe el balance de forma negativa. Resta capacidad del ciclo para el almacenamiento de carbono. No quiere decir que no sigan almacenando porque sí lo siguen haciendo, son plantas y hacen fotosíntesis, pero el balance neto es que las emisiones de gases de efecto invernadero aumentan.

No quiere decirse con esto que las plantas que se cultiven en esos nuevos terrenos roturados dejen de fijar CO2, lo siguen fijando. Pero la capacidad de fijación es mayor en unos suelos que en otros dependiendo de cómo los ocupen las plantas que crecen en ellos. Los bosques tienen mayor capacidad de fijación que los terrenos de cultivo, si la acción humana transforma bosques en zonas de cultivo, lo que ocurre es que el balance final cambia.

La mayoría de las emisiones de origen antropogénico provienen de la actividad energética e industrial, pero se estima que el 23% del total de emisiones de gases de efecto invernadero de origen antropogénico en el período (2007-2016) derivaron de la agricultura, silvicultura y de otros usos de la tierra. El problema además es que esta cifra se está incrementado porque el propio cambio climático modifica las condiciones de los terrenos y fuerza esa roturación de nuevas tierras que antes no se destinaban a cultivo y está motivando una aceleración del desequilibrio.

Así que no dudes de que las plantas sí son sumideros de CO2 y productoras de oxígeno. Son almacenes de carbono, pero si tú ese almacén no lo gestionas adecuadamente o, de repente, haces desaparecer uno de esos almacenes, crecerán las emisiones de carbono a la atmósfera. Todas estas cuestiones son ahora de enorme interés social global. Hay muchas investigaciones en marcha que tratan de identificar qué se puede hacer en los terrenos para que las plantas puedan fijar mayor cantidad de CO2 para que a pesar de la necesaria roturación no se produzca un desequilibrio o sea menor.


Covadonga Pevida es doctora en ingeniería química y científica titular en el Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (INCAR-CSIC) donde investiga la captura de CO2.


Pregunta enviada vía email por Amalia Martínez


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