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Las probabilidades de que haya choques puntuales son realmente muy pequeñas

ANA ULLA MIGUEL | Artículo original

Como poder pueden. Lo que pasa es que las estrellas están muy separadas entre ellas. Entonces, si lanzamos un grupo de estrellas muy separadas contra otro grupo de estrellas muy separadas, que es lo que ocurre cuando se produce una colisión entre dos galaxias a lo que llamamos canibalismo galáctico, las probabilidades de que haya choques puntuales son realmente muy pequeñas.

Te pongo un ejemplo para que te hagas una idea de lo que estamos hablando. La estrella más cercana al Sol es Alfa Centauri y está a algo más de cuatro años luz de nosotros, es decir, la luz que sale de Alfa Centauri tarda unos cuatro años en llegar hasta la Tierra o el Sol viajando a 300.000 kilómetros por segundo. Visualizar la distancia entre estrellas no es sencillo porque esas distancias son enormes, pero hay algunos ejemplos populares que nos pueden ayudar. Imagínate que nuestro sol fuera una pelota de ping pong en medio del campo de fútbol del Real Madrid y Alfa Centauri fuera otra pelota en el centro del Camp Nou en Barcelona. Supongamos ahora que vienen un montón de pelotas de ping pong (de otra galaxia) a chocarse contra nosotros: entre Madrid y Barcelona hay mucho sitio para que pasase un número significativo de pelotas sin colisionar con estas dos en concreto.

Lo realmente relevante es la redistribución y reorganización global de materia, es decir, de las estrellas y todos los materiales que forman cada galaxia cuando hay un episodio de canibalismo galáctico. Y ese reordenamiento se produce cuando se encuentran ambas galaxias bajo la acción gravitatoria del conjunto; unas estrellas se acercarán a otras o se separarán y algunas, probablemente, podrían chocar, pero esos choques puntuales entre estrellas no serían lo más frecuente.

No me consta que se haya detectado ningún choque de ese tipo en el contexto de un fenómeno de canibalismo. Se cree que cada galaxia tiene al menos 100.000 millones de estrellas lo que hace imposible que las observemos una a una en detalle ni dentro de nuestra propia galaxia. Y en las galaxias externas, es decir, aquellas que no son la nuestra, en general no se observan las estrellas individuales, en parte porque están demasiado lejos y en parte porque todavía carecemos de instrumental con la suficiente precisión. Somos capaces de detectar una estrella individual de otra galaxia cuando ocurre, por ejemplo, una explosión de supernova que es la muerte, de forma violenta, de una estrella mucho más masiva que el Sol. Si descubrir supernovas es en cierta medida aleatorio y deben concurrir para ello varias circunstancias, además de tener un poco de suerte, el detectar dentro de un evento de canibalismo galáctico cómo dos estrellas chocan sería todavía mucho más raro.

Sí es relativamente frecuente el canibalismo galáctico. Parecía un fenómeno sorprendente cuando se empezó a estudiar hace ya bastantes años pero ahora sabemos que es habitual entre galaxias de varios tipos.

De hecho, gracias al satélite Gaia, hoy sabemos que posiblemente la propia Vía Láctea en su forma actual es fruto de haber engullido al menos otra galaxia en el pasado. Gaia fue lanzado en diciembre de 2013 y se diseñó para observar 1.000 millones de estrellas (aproximadamente un 1% del total) de la Vía Láctea, que son muchísimas también en términos estadísticos. Esta es una de las grandes misiones astronómicas de la Agencia Espacial Europea para este siglo y de sus observaciones ya se están obteniendo resultados revolucionarios para varios campos de la astrofísica moderna. En realidad Gaia ha observado, de momento, más de 1.600 millones de estrellas y el análisis detallado de toda esa información, que es de gran calidad, está permitiendo obtener conclusiones muy relevantes sobre la estructura, morfología y dinámica de nuestra galaxia. Se ha observado que hay grupos significativos de estrellas con movimientos diferentes y velocidades peculiares con relación a las restantes estrellas de su entorno, parecería que dichos grupos hubiesen venido desde otro sitio. La explicación más plausible que encontramos para ello es que la Vía Láctea sea producto de uno o varios fenómenos de canibalismo galáctico previo. Y sabemos también que estamos en línea de colisión con otras galaxias cercanas, como por ejemplo nuestra vecina Andrómeda, con la que se cree que chocaremos dentro de unos 3.800 a 5.800 millones de años.


Ana Ulla Miguel es doctora en astrofísica, investigadora y profesora del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de Vigo.


Pregunta enviada vía email por Iván Prieto


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