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Fue uno de los impulsores del Aprendizaje Basado en Problemas desde la McMaster University en los años 60, cuando esta metodología de aprendizaje apenas era conocida en el ámbito académico. Hoy, con la incipiente adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, más conocido como Plan Bolonia, el ABP se erige como uno de los métodos que mejor encaja en el nuevo sistema educativo. Luis Branda y Rosa Maria Torrens acercan esta metodología docente a los profesores del futuro sistema universitario en los nuevos Seminarios de formación sobre ABP que ha iniciado la Fundación Dr. Antonio Esteve.
¿A qué se debe tanto rechazo por parte de los estudiantes al Plan Bolonia?
Con la información que yo tengo, creo que es resultado de la falta de comunicación entre todos, lo que ha llevado a concepciones equivocadas de lo que es y lo que no es Bolonia. La polémica no está relacionada con el plan sino con las decisiones de los gobiernos comunitarios y estatales.
Uno de los argumentos que esgrimen sus detractores es que en el nuevo sistema preocupa más la entrada en el mercado laboral europeo que el propio conocimiento, por ejemplo con la supresión de carreras que tienen menos salida profesional.
Yo no conozco toda la situación en España, pero no tengo esa percepción. Los estudiantes en el pasado estaban preocupados porque no había una conexión entre lo que se esperaba fuera de la universidad y lo que la universidad les daba. Mi impresión es que ahora, como pasa en todo el mundo, hay más conexión del aprendizaje en la universidad con la realidad social. La supresión de carreras no está basada en una actitud anticonocimiento sino en un problema muy serio que es el número de personas matriculadas en muchas asignaturas. Yo tuve la oportunidad de hacer una auditoría a una universidad catalana y un número demasiado grande de asignaturas tenían menos de 5 alumnos. Y eso es costoso.
¿Qué tendrá este nuevo sistema que no hayan logrado obtener los anteriores?
El plan Bolonia se creó fundamentalmente con la idea de facilitar la movilidad de los alumnos y de examinar que los planes de estudios fueran compatibles. Dos aspectos que trata Bolonia de forma general es la necesidad de una revisión de los planes de estudios, tratando de presentarle al estudiante algo cercano a lo que va a ser la realidad, utilizando problemas que ellos reconozcan como cercanos. Estudiantes de las profesiones clásicas es obvio que aprenden más motivados por esa realidad (ingenierías, ciencias de la salud, empresariales, etcétera). La literatura también dice que el resto de profesionales se motivan mucho más cuando pueden relacionar los conocimientos con algo que tiene cierta familiaridad. Bolonia de ninguna manera ha sido específica en esto, sino muy general. El otro aspecto que yo encuentro muy positivo de este plan es la utilización de créditos europeos, que no implica transformar horas en números. Esos créditos tienen como positivo que incluyen el tiempo que el estudiante dedica a su estudio individual, haciendo una estimación, por supuesto. Hasta ahora eso no estaba.
En cambio, algunos estudiantes consideran que con estos nuevos créditos será imposible compatibilizar el estudio con el trabajo.
El aprendizaje que se lleva a cabo ahora es en forma compulsiva antes del examen. Sólo hay que visitar una biblioteca antes o después de un examen para comprobarlo. No hay un aprendizaje sostenido en el tiempo. Los nuevos planes obligan al estudiante a un aprendizaje continuado. ¿Pueden trabajar o no pueden trabajar los alumnos? Creo que en este tema de nuevo tiene que haber una buena coordinación entre las instituciones y los estudiantes. La institución, por ejemplo, si establece que solamente los estudiantes pueden aprender en este período, tiene que reducir al mínimo lo esencial, como por ejemplo las prácticas. ¿Clases? Tiene que haber unos objetivos de aprendizaje bien claros pero no debe obligarse a asistir a la clase de forma compulsiva, tiene que ser totalmente opcional. Debe ofrecerse una flexibilidad. Por ejemplo, en el ABP el grupo podría negociar en función de las diferentes necesidades y no cumplir forzosamente con lo que la institución establece. La institución garantiza lugares y espacios, pero es el grupo quien debe negociar cuando lo pueden hacer, lo cual contempla los problemas de compatibilidad con el trabajo. No hacer clases obligatorias y reducir al mínimo lo que es presencial y esencial (y las clases no lo son), que el estudiante tenga claro los objetivos que espera y la posibilidad de negociaciones son medidas que ayudan a resolver este problema.
¿Considera usted que la universidad española está preparada para este cambio de mentalidad, tanto a nivel de recursos como de flexibilidad?
No lo sé. He visto las dos cosas: resistencia por un lado, pero también una actitud de cambio. Va a llevar tiempo. Todavía existen territorios en los que el docente piensa que toda su materia la tienen que aprender los estudiantes. A estos profesores les cuesta aceptar que deben seleccionar exclusivamente lo esencial. En muchas instituciones, la asistencia a clase es obligatoria, cuando es probable que la información que se imparte esté disponible en los libros o cualquier otro medio. Los estudiantes, por su parte, crean sus turnos para tomar apuntes. Puede haber clases magistrales, a las que el estudiante puede ir o no, que no son expositivas de lo que ya existe en los libros sino que utilizan la experiencia del docente, son conceptuales e integradoras. Hay que dejar que el estudiante decida. Decimos que los alumnos tienen que ser responsables. Pues que comiencen tomando estas decisiones. Si no ha hecho un aprendizaje adecuado se verá reflejado en la evaluación. Pero si lo que esperamos en una evaluación es que el estudiante repita lo que ha memorizado en una clase expositiva, eso tiene que cambiar. Y yo encuentro todavía resistencia, no sé si generalizada o sólo por parte de grupos aislados.
¿Es posible el cambio para 2010?
Se trata de cambiar paradigmas, dar entrada a la enseñanza autodirigida, cambiar las rutinas hacia un aprendizaje continuado. La experiencia de instituciones que utilizan programas de este tipo no dice que el estudiante tenga que trabajar más sino que tiene que trabajar más continuado. Y no sé si los estudiantes están preparados para aceptar eso. Ha habido muchos malentendidos en torno a Bolonia, como por ejemplo que es un movimiento que fomenta las instituciones privadas en vez de las públicas, y no hay ninguna evidencia que lo certifique. Las razones por las cuáles se hacen este tipo de afirmaciones tampoco las sé.
¿Por qué, a pesar de los sucesivos cambios en el sistema educativo español, nuestros alumnos siguen estando a la cola a nivel internacional?
No lo sé. No conozco suficiente la situación. Creo que es una responsabilidad compartida. Se sabe que dar información es poco efectivo y que es mejor desarrollar enfoques en los que el docente es más activo, sin que esto implique simplemente colgar los apuntes de clase en internet, que es la actitud más cómoda. Hacer actividades en las que los estudiantes toman responsabilidades y participan más. El estudiante también tiene que cambiar su actitud y no esperar que todo venga dado por el docente. Los cambios tienen que ocurrir en los dos lados, y la polarización no ayuda. En mi opinión, Bolonia no ha comenzado de la manera más efectiva, porque fueron los ministros de Educación los que se reunieron y tomaron las decisiones. No surgió de un diálogo con los actores implicados, sino que vino de arriba.
El ABP es uno de los métodos que mejor encaja en el Espacio Europeo.
Encaja mejor porque es motivador, porque permite al estudiante hacer su aprendizaje autodirigido y porque permite desarrollar un tipo de competencias genéricas que no pertenecen a ninguna asignatura.
¿Cómo resumirías en qué consiste el ABP para aquellas personas que no lo conozcan?
Consiste en tener objetivos de aprendizaje claramente especificados por la institución, que yo considero innegociables, y ofrecer al estudiante una situación problemática real, editada para facilitar el aprendizaje, y para que el estudiante identifique qué debe aprender en relación a los objetivos innegociables de la institución y sus propios objetivos personales. Básicamente se comienza con un problema, se identifica qué se debe aprender, se utilizan recursos, se ve si se puede aplicar y se toman decisiones sobre la dirección a seguir. Esas son las decisiones tomadas por el grupo de estudiantes.
Si el alumno pasa a ser el protagonista, ¿qué papel le resta al profesor?
El papel del profesor queda en dos áreas muy importantes. Una de ellas, como experto a la hora de presentar objetivos de aprendizaje de su área, de su disciplina, que él considere que deben ser cumplidos por el estudiante. Es decir, desarrollar métodos de evaluación para comprobar si el estudiante es competente o no. El otro rol es el de tutor facilitador de ese trabajo grupal, que, sin dar información, ayuda en la dinámica de aprendizaje. Roles muy importantes, más quizá que dar una clase expositiva.
¿En qué consisten los cursos sobre ABP que imparte junto a Rosa Maria Torrens con la Fundación Dr. Antonio Esteve?
Van dirigidos a informar y a clarificar. También son el comienzo de la capacitación para que un grupo docente que decide cambiar sepa qué dirección tomar. Se trata solo de un comienzo y deben ser seguidos por cursos de capacitación docente para aquellos que deciden implementar el ABP.
¿Cómo los han acogido los alumnos de las dos primeras ediciones?
Yo salí con una sensación muy positiva en dos sentidos. Primeramente, creo que han sido de utilidad por los comentarios que hemos recibido de los alumnos. Pero además salí muy estimulado por el hecho de observar el potencial de cambio. Por supuesto que es gente que decide hacer los cursos, pero a pesar de eso, personas que venían con ciertas concepciones, después cambiaron. Creo que el potencial es muy grande.