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Concepción Ibáñez Escobar (Canet de Mar, 1926 – Barcelona, 2022) conocida como Concha Ibáñez, fue una pintora y grabadora contemporánea.

Dedicada al paisajismo, pintó tierras de distintas comarcas de Cataluña, de Castilla, de Andalucía, de las Baleares y las Canárias, de Valencia, de Grecia y del Magreb, de Cuba y de Nueva York.

Sus ilustraciones al óleo o al grabado acompañaron obras de escritores como Baltasar Porcel, Miquel de Palol i Felip, Marta Pessarrodona, Cesáreo Rodríguez-Aguilera o Josep Maria Carandell i Robusté.

Nacida en Canet de Mar, pronto su familia se trasladó a Barcelona, donde Ibáñez estudió pintura con el pintor Josep Oriol Baqué Mercader, y posteriormente pintura, grabado y dibujo en la Escola de la Llotja con artistas como el pintor Francesc Labarta, frecuentando los ambientes de la época en el Cercle Artístic de Sant Lluc.

La primera muestra pública de las obras de Concha Ibáñez fue en una exposición solidaria para ayudar a las familias de los presos políticos, a finales de la década de los cuarenta. Después de diferentes estancias en ciudades de Italia, Madrid y París, en 1960 expuso individualmente en la sala Jaimes de Barcelona, y con posterioridad en la sala Abril de Madrid, y en años succesivos en diferentes galerías de Girona, Figueres y Cadaqués, Lleida, Tarragona, Sitges y Barcelona, Palma de Mallorca, San Sebastián, Madrid, Milán (Italia), Viena (Áustria), Bruselas (Bélgica), La Havana y Holguín (Cuba) y Nueva York (EUA). Su obra se encuentra en diferentes museos, de entre los cuales se encuentra el MACBA.

Expuso (1962-1969) y fue miembro del patronado organizador del Salón de mayo de Barcelona, del 1966 al 1969. Presentó sus obras en el Salón femenino de arte actual. Ha recibido diferentes premios, de entre los cuales destaca el primer premio de Pintura Citutat de l’Hospitalet (1966); el segundo premio de la Diputació de Girona (1967); el tercer premio de Pintura Hidalgo de Caviedes del concurso Rafael Zabaleta, de Jaén (1973); el premio de Pintura Donart (1995); y el premio d’Arts Plàstiques del Museu de la Marina de Vilassar de Mar (1997). En 1992 fue invitada a participar con un grupo de artistas catalanas en el II Festival Internacional de Mujeres, en Bangkok. El 1999 inauguró la muestra “El siglo de las mujeres en la Mediterránea”, organizado por el Institut Català de la Dona.

Concha Ibáñez ocupó un lugar destacado entre las artistas plásticas más representativas de su generación, como Emília Xargay, Maria Assumpció Raventós, Maria Girona o Montserrat Gudiol. Ha formado parte del grupo SOM 7 en l’Associació de Dones Artistes de Catalunya, junto con Claude Collet, Teresa Costa-Gramunt, Lluïsa Garcia-Muro, Adelaida Murillo, Carme Riera y Núria Tortras.

Su obra tiene un estilo propio. En palabras del periodista y crítico Josep Maria Cadena: “Concha Ibáñez es una paisajista porque desea entender el mundo en su conjunto. Podría representar otros aspectos de la vida colectiva, pero en su visión anímica de diferentes paisajes consigue abrir caminos que llevan al concepto de concordia”. Daniel Giralt-Miracle ha tachado su pintura de “síntesis de espacios, luz, tierra, naturalezay arquitectura dentro de un todo bien trabado y sensible a los rasgos propios de cada lugar”. Para Baltasar Porcel, “Concha Ibáñez, pintora de paisajes, casi nunca no pinta un paisaje: se sirve de unos accidentes geográficos para esteorizar su personal concepción estética y anímica”.

Según el crítico Cesáreo Rodríguez-Aguilera, “con su persimonia y su seguridad, Concha Ibáñez ha ido perfilando con carácteres propios las formas y los signos; ha enriquecido la materia, ha dado solidez al sentido arquitectural de su pintura, ha conjugado el color con moderación y con audacia”. Santos Torroella ha considerado que Ibáñez “practica el tacto y la geometría del arte de pintar con un fervor infrecuente, con una clara distinción que hace que en sus obras todo sea límpido y sereno, claro y preciso pero, al mismo tiempo, suave y con estima, más mimado dulcemente que como plásticamente en su estricta captación”.

El crítico Josep Corredor Matheos consideró que “Concha Ibáñez ha ido uniendo, con el tiempo, dos procesos que parecen contradictorios: el de una progresiva abstracción y el de una concresión mayor cada día, con el enfoque de una parcela concreta de la realidad”. En el Diccionari Ràfols se sintetiza el estilo de Concha Ibáñez: “su obra, dedicada especialmente al paisaje, está hecha de solitudes y silencios, resuelta con sencilleza y coloreada con dolzura, desplegando formas con matices cin una captivadora sensibilidad poética. Lo mismo se puede afirmar de sus gravados, en que la sutil gradación de grises se alía con un sentido de la forma, invariablemente sobrio y candoroso”.