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Entrevistamos a Carmen Peñafiel, del grupo de investigación del Sistema Universitario Vasco Gureiker, y Daniel Catalán, del grupo de investigación MediaLab de la Universidad Carlos III, coordinadores de la mesa redonda La investigación en comunicación sobre medicamentos y salud, que tuvo lugar el 5 de octubre de 2023 en la Universidad Carlos III.


¿Cómo valoraríais la comunicación en salud que se realiza en España?

Carmen Peñafiel: El diagnóstico es bueno, pero mejorable. Siempre debemos tender a mejorar lo existente. En España, en las dos últimas décadas, los estudios sobre comunicación y salud han aumentado exponencialmente y hemos logrado que exista en algunos medios de difusión la especialización periodística en salud, asentada en la ética y en el conocimiento, y así se ha ganado en visibilidad. Durante estas dos décadas ha aumentado la información interdisciplinar y transdisciplinar y la ciudadanía se muestra cada vez más interesada por temas que mejoren su salud, por conocer las políticas sanitarias en España y en otros países. El sistema sanitario salva muchas vidas y se debe reforzar la sanidad pública. La base de este nuevo modelo sanitario debe ser la colaboración y la participación horizontal entre los servicios sanitarios y los servicios sociales, que no deben quedarse al margen. Nuestro sistema sanitario debe dirigirse hacia un modelo más sostenible.

Desde otra perspectiva, la ciudadanía exige una información cuidada y de calidad. Vivimos en una sociedad hiperconectada en la que se han cambiado las formas de comunicación entre las personas, gracias a Internet y a las redes sociales se busca más información de salud. Un 99,5% de los hogares españoles posee al menos acceso a Internet a través de datos de teléfonos móviles y, por otro lado, las viviendas con conexión de banda ancha suponen más de un 95,3% del total (según el Instituto Nacional de Estadística). De esta manera, pueden encontrar fuentes de información y de personas que difunden información fidedigna y real sobre salud, pero también puede derivar en un medio rápido de dispersión de la desinformación en salud. Precisamente, durante la covid-19 las redes sociales han sido altavoces de opiniones contra las medidas tomadas para la prevención de la pandemia, negando la gravedad, existencia de la COVID-19, y que han ofrecido contenidos desinformadores. Por eso, los y las periodistas deben realizar funciones de alfabetización en salud para formar e informar de manera veraz a la población.

¿Con la pandemia, la ciudadanía ha aprendido a apreciar y valorar la calidad de la información que recibe sobre salud?

CP: Desde la pandemia se ha extendido la cultura de informar de manera clara y sencilla desde las páginas web de las Consejerías de Salud. Aún y así, hay un alto porcentaje de la población que hace caso de informaciones poco contrastadas o de baja calidad (sin firma, con pseudónimo, sin citar fuentes, utilización de fuentes no autorizadas y poco rigurosas, etc.). Además, muchos medios que tienden a ser sensacionalistas, durante la covid-19 dejaron de lado los titulares llamativos o amarillistas para realizar una información de mejor calidad y más honesta. Al menos esta ha sido la versión que muchos facultativos han comentado en las entrevistas que hemos realizado en un proyecto de investigación sobre la gestión de la información y la comunicación en centros sanitarios y hospitales públicos durante la pandemia. Creo que se creó una complicidad y una relación de confianza entre los sectores de facultativos y periodistas para difundir información de calidad.

Por otra parte, la pandemia de la covid-19 fue un periodo de aprendizaje por parte de la ciudadanía en materia de comunicación. La población se dio cuenta de que las informaciones falsas contribuían a difundir más miedo y confusión. De hecho, desde los gabinetes de comunicación de algunos hospitales se colaboró con plataformas de verificación de noticias y ayudaron a destapar bulos y noticias falsas.

La información de calidad es un bien preciado pra la sociedad y hay que tener mucho cuidado con el tratamiento de la información sobre salud porque hay que buscar la medida justa: no se puede ser alarmista ni tampoco dejar pasar algunas informaciones que inviten a la despreocupación, hay que intentar buscar un equilibrio.

A pesar de la infodemia, de la intoxicación de información, que recibimos durante la pandemia, se puede decir que la educomunicación fue eficaz, si tenemos en cuenta el número de personas y el alto porcentaje de población que se vacunó contra la covid-19. Las personas mayores fueron a vacunarse en mayor proporción y con más ánimo que los jóvenes. También tienen más experiencia, ya que a lo largo de su vida han visto y comprobado cómo las vacunas han erradicado muchas enfermedades.

¿Tenéis la sensación de que la pandemia ha contribuido a mejorar la calidad de la comunicación en salud?

CP: Sí, por supuesto, durante la pandemia los medios de comunicación han ejercido una labor de educomunicación porque se dirigían a toda la población y transmitían información clara sobre salud pública. Los medios transmitieron información práctica sobre cómo prevenir los contagios, qué medidas de protección utilizar, medidas sencillas como la limpieza de manos, el uso de pañuelos de papel, el uso de mascarillas, la importancia de la vacunación y las fases que iban a seguir el proceso de vacunación. Ante una emergencia producida por un nuevo virus, toda información clínica era también nueva y a los medios de comunicación les tocó educar e informar, primero aprendieron los profesionales de protocolos, de artículos científicos, de la información del Ministerio de Sanidad y luego se lo trasladaron a la población. En este sentido, se valora positivamente la función educomunicativa de los medios tradicionales y serios y, también, del contenido pedagógico que utilizaron las autoridades sanitarias, pues crearon infografías, vídeos y otros materiales para ser difundidos en los medios de comunicación y en las páginas webs corporativas.

Aunque, no todo fue positivo en términos de información. Con la pandemia se vivió una época de exceso de información (fiable o no) que abordaba a diario y en exclusiva todos los aspectos de la enfermedad. Los medios de comunicación, tanto la televisión, como la prensa y la radio se dedicaron a hablar de la pandemia constantemente. Asimismo, en las redes sociales se publicaba y circulaba una avalancha de información sobre el virus, su origen, la enfermedad que causaba, las medidas de protección y todo lo relacionado con la pandemia. No podemos olvidar que durante la pandemia aumentaron los bulos, las noticias falsas, la manipulación por parte de los colectivos antivacunas que aprovecharon para transmitir desconfianza, al mismo tiempo que algunos medios se hicieron eco de estas posturas creando mayor confusión en la ciudadanía.

Muchos de estos contenidos negacionistas se basaron en el engaño, utilizaron fuentes reales y se difundieron a través de redes sociales. Hay que tener en cuenta que todavía hay muchas personas que no verifican la información que reciben a través de las redes sociales.

Está claro que para frenar la desinformación es necesario trabajar la alfabetización mediática y la cultura científica de la ciudadanía. Los medios de prestigio y de calidad ya utilizan sistemas de detección de bulos y en los últimos años han nacido agencias y plataformas para verificar la información.

A pesar de todo lo mencionado, una amplia mayoría de la población tiene una visión positiva de la información que se difundió por cauces oficiales.

¿La pseudociencia y la desinformación están ganando la batalla?

Daniel Catalán: En el ámbito de la comunicación en salud, la pseudociencia y la desinformación son fenómenos preocupantes que han ganado terreno en la era digital. La accesibilidad a información no siempre veraz ha aumentado exponencialmente, erosionando la confianza en la ciencia y en las fuentes de información. La viralidad de contenidos sin base científica, a menudo atractivos pero carentes de fundamento alguno, ha contribuido a la propagación de conceptos erróneos. Es esencial reconocer este reto en nuestra sociedad actual y abordarlo de manera proactiva para preservar la salud pública y la integridad del conocimiento científico y sanitario.

Por otro lado, me gustaría reflejar mi optimismo en esta batalla. A pesar de que la pseudociencia y desinformación están extendiéndose de manera alarmante, cada vez son más las personas que son conscientes de este problema y toman medidas para evitarlo. A medida que la desinformación se propaga con rapidez en entornos digitales, también aumenta la cantidad de individuos que reconocen la importancia de discernir entre fuentes de confianza y las que no lo son. Este despertar de la conciencia se traduce en una creciente predisposición a adoptar medidas preventivas, como verificar la credibilidad de las fuentes y buscar información respaldada por la evidencia científica. Aunque la pseudociencia y la desinformación continúan siendo una preocupación seria, el optimismo radica en la capacidad de la sociedad para aprender y adaptarse. La educación en salud y la promoción de la alfabetización científica se han convertido en herramientas esenciales en la lucha contra la desinformación, permitiendo a las personas tomar decisiones informadas sobre su bienestar. Este cambio hacia la capacidad crítica es un indicador positivo de que, a pesar de los retos, la sociedad está construyendo una resistencia cada vez más robusta contra la invasión de la pseudociencia, brindando esperanza para un futuro en el que la información en salud sea respaldada por la rigurosidad científica.

¿Cómo se puede combatir esa desinformación?

DC: Combatir la desinformación en salud requiere una estrategia integral. En primer lugar, es fundamental fortalecer la alfabetización en salud, educando a la población para que pueda discernir entre fuentes de confianza y las que no lo son. Además, los profesionales de la salud deben asumir un papel activo en la comunicación, utilizando canales accesibles y comprensibles para transmitir información basada en la evidencia científica. La colaboración entre instituciones académicas, profesionales de la salud y medios de comunicación es esencial para crear una red de difusión de información objetiva y actualizada.

Por otro lado, para contrarrestar la desinformación en el ámbito de la salud, es imperativo un enfoque colaborativo que involucre no solo a los individuos y profesionales de la salud, sino también a las organizaciones gubernamentales y plataformas de redes sociales. La adopción de estrategias coordinadas y la implementación de políticas rigurosas son esenciales para crear un entorno digital más seguro y fiable. Las autoridades gubernamentales desempeñan un papel crucial al regular normativas que promuevan la veracidad de la información y sancionen a aquellos que difunden desinformación dañina para la salud. Asimismo, las plataformas de redes sociales, como agentes mediadores en la difusión de información, deben comprometerse activamente en la detección y eliminación de contenidos falsos. Fomentar la transparencia en los algoritmos y promover la colaboración con expertos en salud para verificar la autenticidad de la información son aspectos clave. La creación de alianzas entre sectores público y privado puede facilitar la implementación efectiva de políticas antidesinformación, creando un entorno digital más saludable para la población en general.

¿Qué conclusiones extraen de la mesa redonda organizada por la Fundación Dr. Antoni Esteve?

DC: La jornada sobre investigación en comunicación en medicamentos y salud ofreció una visión integral de los retos y avances en este ámbito científico. La jornada comenzó con una visión general de la comunicación científica en medicina y salud en España, estableciendo la base para la exploración de temas clave. El análisis de la desinformación y la pseudociencia resaltó la urgencia de abordar e investigar la difusión de información no respaldada por evidencia científica.

Las presentaciones sobre formación en comunicación de la salud, análisis de microbioma, neurociencia y salud mental desde una perspectiva de género, subrayaron la diversidad de enfoques necesarios en este campo multidimensional. El bloque final, dedicado a la cobertura sobre antibióticos, resistencias y comunicación de vacunas, reveló la complejidad de estos temas en los medios. Los datos cuantitativos y cualitativos presentados mostraron que la investigación en esta área es determinante en ayudar a mejorar el ecosistema informativo sobre salud en España, destacando la importancia de una comunicación transparente. El debate final, con la participación de destacados profesionales e investigadores/as de la comunicación en salud, consolidó la importancia de la colaboración y el intercambio de ideas para abordar los retos actuales en la comunicación en salud en España.